In this light, I swear, Im blind.In this light, I swear, you're mine.
***
Narrador omnisciente
Al alemán le hubiera gustado decir que le costó trabajo conciliar el sueño esa noche, pero la verdad es que durmió como un bebé. Se rehusaba a admitir lo complicado que había sido tener que pasar dos semanas sin sexo luego de haberse acostumbrado a estar a un par de pisos de distancia, aunque no es como que la oportunidad no se le hubiera presentado. Siendo la persona que es y estando siempre en el ojo público es difícil pasar desapercibido. Había recibido muchas más propuestas en esas dos semanas de lo que recordaba alguna vez, pero declinó todas y cada una de ellas teniendo a una misma persona en mente cada que se le acercaban.
De pronto nadie estaba a la altura, o simplemente le daba pereza tener que iniciarlo todo de nuevo. Se encontraba rodeado de mujeres que le prometían la mejor noche de su vida, pero él sabía que era imposible. Así que dijo que no. Una y otra vez hasta que eventualmente se cansaron de ofrecer y podía regresar a su cuarto de hotel al fin, aunque frustrado porque no iba a obtener precisamente lo que deseaba.
Sabía que su trato con Avalon podría proporcionarle más que un acostón con una desconocida en París o Mónaco, y tuvo eso en mente a lo largo de esas dos semanas que se sintieron más largas de lo que había previsto, pero había valido la pena.
No bromeaba cuando se lo dijo: le encanta verla así. Sobretodo con él.
Una de las razones por las que a Sebastian no le agradaba Avalon era precisamente su necesidad compulsiva de planearlo todo meticulosamente, de tenerlo todo previsto, hasta aquello que parecía imposible de suceder. La detestaba por ello, pero la envidiaba también.
Nunca pudo admitirlo con propiedad ni siquiera para él mismo, pero de hecho le hubiera gustado ser un poco más como ella, detenerse a pensar las cosas y en las consecuencias antes de actuar, pero nunca pudo ser así. Se desesperaba inclusive cuando se proponía a tomarse un instante para planear. No es lo suyo, nunca lo fue... pero tampoco es muy común en Avalon comportarse de esta forma.
Le encantaba. Lo volvía loco.
Sabía que era algo inusual en ella romper las reglas o salirse de los confines que ellos mismos habían planteado, así que al menos tenía la satisfacción de saber que ella lo disfrutaba tanto como él como para estar tomando la iniciativa.
La siciliana lo tomó desprevenido y lo hizo disfrutar como nunca. A medio pasillo del hotel por si fuera poco. Desconocía de donde venía ese ímpetu desencadenado aparentemente de la nada, pero ni loco iba a pedirle que se detuviera. Él mismo se decía que podía tomar el control de la situación en cualquier momento, ponerse a cargo él mismo. Pero no quería hacerlo. La verdad es que Avalon lo hace de maravilla sola, así que se dejó llevar.
Y le rogó al cielo para que no fuera la última vez que lo hiciera.
(...)
Sebastian negaba rotundamente tener una rutina. Odiaba que Sam le recordara sus horarios y cosas por hacer porque "improvisar" siempre ha sido lo suyo. Llevaba ese mantra al extremo y siempre con él, porque argumenta que no se puede planear una carrera, y esas regularmente le salen bien, ¿entonces para qué molestarse con lo demás?
Sin embargo esa es solo la punta del iceberg de las cosas que ignoraba a esas alturas, pues tal vez de forma inconsciente, había formado una rutina, y muy a su pesar, aquella rutina albergaba a cierta persona que durante años tanto se empeñaba en hacer a un lado. Entonces fue al gimnasio del hotel, utilizó la caminadora durante media hora e hizo sus ejercicios durante la hora siguiente antes de tomar un baño y bajar a desayunar.
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Golden Boy || Sebastian Vettel
RomanceOh, I love it and I hate it at the same time 💛🏎️💛🏎️💛🏎️ El odio entre Avalon y Sebastian va mucho más allá de sus equipos y de la rivalidad que conlleva el deporte. Ambos lo saben, los dos lo admiten y ninguno se esconde. Dispuestos a todo por...