Todo empezó a oscurecerse; algunos arbustos de maple empezaron a toparse con el techo del auto, las hojas caían una a una condecorando el camino, pareciendo una escena mágica, eran hermosas para ser hojas de arce, de momento nos acercamos a un jardín lo suficientemente amplio como para tener un zoológico, sin duda, Leticia no había cambiado, tenía una afición por la amplitud extravagante, las casas de ese lugar marcaban la diferencia de otras que habría visto en mi vida, o quizá sea la simple tía que vive escondida en la oscuridad mientras que las estructuras geográficas del planeta donde vivo se expanden y yo errónea sin saber los días del calendario, el caso es que la casa que estaba en mis narices era una de ellas, de madera, de sólida cimentación y revestimientos muy guay, era como una casa casi ecológica, todos los segundos que me permitía ver aquella infame, reflejaba una paz desde el exterior, como mi antiguo hogar, la formidable alberca y muros que lo rodeaban era de ensueños.
No obstante, el estar allí, era un sentimiento inefable que no estaba acostumbrada a procesar y ahora estaba ocurriendo.
Salimos del coche, al tiempo Milford mi abuelo, nos esperaba al lado de lo que fuese una estatua de pájaro; o eso parecía. Su barba afectada le daba lado a una pequeña sonrisa de medio labio. Su contextura delgada y piel pálida seguían intactas como si fuese ayer que lo vi por última vez.
Dos horas antes, en el avión, hubiese pensado que la fotografía que tenía en mis manos, la que un día de abril llegó por correo, era solo una de muchas que conservaría desde hace tiempo. Su traje colorido, nada comparado con su indumentario y formal closet, su corbata amarillenta, estaba tan ajustada que se le notase que le faltara el aliento, como si se trataba de que de alguna manera fue obligado a llevarlo. Echaba de ver por su largura de cuello; sin embargo, su mirada era todo lo que estaba bien.
—Ya están aquí, qué bien —dijo acercándose a ambas, con su manera tan serena de agradarle nuestra llegada.
Mostraba ser un hombre rudo, pero en su interior era prudente, tímido y de buen corazón, tenía entendido que odiaba la idea de tener que mezclar sus preocupaciones y problemas laborales con la familia, más si se tratase de tener una comunicación verbal todo el tiempo, le gustaba tener una vida tranquila y solo él sabría a qué se refería. (Estaba enterada de ello, por la imprudencia de Leticia, mi abuela), le gustaba terminar los escritos con el nombre de Milford a toda costa antes de ir el suyo, aun si él no quisiese agregar nada más.
—Qué hermoso lugar —dijo mi madre, dándole un grato abrazo. Su mano se posó entonces en su corbata, optando por desamarrarla un poco.
—Así está mejor —continuó pidiéndole a Bernon que le ayudara con el equipaje. —Bonito atuendo —dije. Y la risilla de Bernon se escuchó de inmediato, captando la atención de mi abuelo, quien le respondió con una mueca desagradable y divertida a la vez.
—Tú no estás nada mal —dijo tirando de mí en su regazo.
Justo en ese instante Leticia apareció, con una sonrisa a punto de llegar a sus orejas, igual o peor como cuando te dejan minutos esperando a que capturen el momento perfecto para hacer historia en una sola foto, y nada que te dicen —Otra, muévete—, un palo de golf en sus manos, parecía estar divirtiéndose mucho, no cabía duda que muchas cosas habían cambiado en los últimos años, cada verano nos hacía saber las distintas actividades que practicase para entretenerse, al igual que nos compartía sus intereses peculiares y aficiones, sin mencionar que vivía en una linda casa en Vancouver. No descartaba la idea de que había encontrado otro hobby, otro pasatiempo. Era digamos, moderno para su edad; esa energía y disposición para aprender estaban a la hora del día, dejando a un lado sus limitaciones.
Su idealismo y empatía que tenía hacia los demás y con los demás, de brindarles lo que tenía a su alcance y hasta más de lo que podría imaginarse, era de admirar.
ESTÁS LEYENDO
Simplemente Eva
Teen FictionLos apegos emocionales son por naturaleza un vínculo afectivo, difícil de explicar, son sensaciones que se crean en el alma y trascienden vidas por vidas. Lo que debemos tener presente es que para avanzar, para encontrarte, es necesario soltar, sin...