Capítulo 8: Un día de golf.

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Al día siguiente me desperté y fui directamente a la cocina. Quería comer un poco de avena, sentarme en el sofá, leer un periódico, dar un breve recorrido por la casa o quizá ver una serie que nunca había terminado. Al tiempo que habría la despensa, alguien la cerraba.

—Tu desayuno está listo, querida —me dejó saber Leticia.

—Ya tu madre me ha informado de que has estado comiendo mucha fibra. La miré un poco inquieta y asentí sentándome a su lado.

—¿Es un día precioso, no crees? - Decía mirando hacia la ventana al mismo tiempo que me observaba, haciendo un gesto fuera de lo normal.

—Sí, parece que sí— dije.

—¿Qué te parece si vamos al campo a jugar Golf? —preguntó enseguida.

—Creo que prefiero quedarme —respondí.

—No, nada de eso, hace mucho tiempo no pasamos el día juntas, no sé qué te gusta y qué no, venga, aprovechemos. — Reitero alegremente, esperando mi respuesta.

—Y ¿mi abuelo?—pregunté.

—Está muy ocupado ahora—respondió.

—Lo consultaré con las salchichas —dije, dejando ver una sonrisa de medio labio.

Minutos más tarde.

Me quedé embeleca en el espejo, acababa de sacar de la maleta el reloj de bolsillo, y no lograba entender lo que pasaba. De un momento a otro dejó de funcionar, se había detenido por completo, no sabría con exactitud qué era lo que tenía. Meses después de la fatalidad, lo llevé a reparar, pero todas decían lo mismo, "Que no se podía hacer nada más a pesar de que lo revisasen", el reloj era muy antiguo, y aunque le encontrasen el problema, alguna pieza, no estaría en esos lugares, a no ser que a estas alturas existiera una relojería de ese año que conservara relojes antiguos.

Desde entonces, lo llevó conmigo a todos lados, aunque no marcase el tiempo. Era todo lo que tenía de mi padre; tenía la esperanza de que volviera a la vida, al igual que mi padre lo hiciera. Lo guardé en mi chaleco y salí de la habitación para irnos al campo.

— Ev, toma esta gorra, ya sabes el sol – dijo mi abuela con gran sonrisa. Salimos enseguida, en dirección al auto.

—¿Cuál será su siguiente aventura, señora Leticia?—preguntó Bernon con tono amable.

—Me quedaré con el Golf por ahora, será la tradición de la familia. —respondió convencida.

—¿Qué opinas? - Reitero Bernon con gracia.

—No diré nada. —Respondi con determinación, al mismo tiempo, los escuchaba divertirse y sonreía.

—Nos desviaremos un poco, pasaremos por Melina.—Expresó Leticia.

—¿No decías que irías sola? —pregunté.

—Para el golf se necesitan más jugadores —respondió sin dejar de sonreír.

— Ok — dije moviendo la cabeza de un lado a otro. El lugar estaba ocupado por muchas personas juntas, me quedé observando mientras salíamos del coche.

— No tienes cara de haberlo jugado antes. — intervino Lena en mis pensamientos.

—Así es— dije. Añadiendo: ¿Te han obligado a venir hoy también? —pregunté haciendo énfasis al día anterior.

—No. No me ves la cara de querer jugar, soy la mejor haciéndolo —respondió con presunción.

—Sí, claro. —dije.

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