Capítulo 15: Una noche inesperada.

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Eva.

Después, de un largo rato buscándolo en Google; aquí estaba, en su perfil, tenía su cuenta privada, no sabía, si en realidad era él, solo con ver una foto, de un chico, cerca de una piscina; aunque tuviese su mismo nombre, tampoco quería darle seguir, ni nada de eso, no debía ser tan inoportuna; era un chico estirado. La verdad, no tenía idea porque lo estaba Googleando.

El móvil vibró de inmediato. Era Lena, me pedía que abriera la ventana de mi recámara. Cerré la laptop antes, no quería un sermón. ¿De por qué quería saber sobre ese chico? Cuando la verdad no lo hacía, no habría de importarme en lo absoluto.

Alce la cortina y allí estaba colgada de la ventana y una bolsa en sus manos.

—¿Por qué no has tocado el timbre?—pregunté de momento.

—No pasa nada, échate para atrás —respondió. Enseguida se puso de pie, pasándome una bolsa gris con estampados.

— Iremos a una fiesta esta noche. —dijo.

—¿He escuchado bien? — dije.

—Venga, no lo volveré a decir —dijo sin siquiera mirarme a los ojos.

— ¿Nosotras a una fiesta?—pregunté, sin creerlo.

—Melina cree que es buena idea que vayamos, ha estado reprochándolo toda la mañana. — Menciono.

—¿Es tan importante como para qué aceptaras? —pregunté, tomando la bolsa.

—Dejaré de ponerme, esos atuendos ridículos, si consigo que vayas conmigo—dijo entonces, colocando sus ojos en blanco.

—Estoy indispuesta —dije, después de meter la mano en la bolsa y observar de reojo de lo que se trataba.

—Te lo ha mandado Melina. De esos atuendos me he librado —recalcó. Era un vestido plateado con lentejuelas, esos de revista, sin escote en sus hombros, estaba realmente precioso; sin embargo, no me hacía mucho la idea de verme allí, por más que me hiciese ilusiones no querría echarlo a perder, no venía bien con mi estilo, no me sentiría cómoda llevándolo en mi piel.

—Pasó —dije después de recorrerlo con mis ojos y salir de la burbuja en la que había entrado.

—¿Le has dicho a tu madre que no duermes bien y que te medicas lo suficiente como para dormir a un elefante? – preguntó, enseguida, haciendo un intento por convencerme.

— ¿Cómo es que sabes eso?

—Tienes que tener cuidado donde dejas tus escritos.

—No tiene por qué, saberlo. Y no creas, que con eso iré contigo —dije.

—No suelo pedirle nada a nadie, y no pienso suplicarte que vayas, tendré que seguir soportando el olor a tintorería en los vestidos y los comentarios majaderos.

Y tú, seguirás escondida en estas cuatro paredes; hasta que encuentres algo bueno que hacer con tu vida. — Cuestionó dándose la vuelta.

— Eva, querida. Theo, está abajo. —musito. Oh, Lena, no sabía que estabas en casa, no recuerdo abrirte la puerta —dijo mi abuela amablemente, apareciendo, en mi recámara.

—He entrado por la ve...

—¿Ha entrado por la cocina? Dije enseguida.

—¡Ah, claro que sí! Me ha dicho Theo, que tienen una fiesta esta noche. ¿Por qué no me lo habías dicho, sabes qué te pondrás?—preguntó ansiosa.

—Lo había olvidado, pero ya está. —respondí, con una sonrisa nada creíble.

—Perfecto, no dejen esperando mucho a ese muchacho. —advirtió.

Simplemente EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora