Capítulo 30. Piper se prepara para dar guerra.

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¡Qué dolor, qué dolor, qué pena! Poco importa si la canción es o no así... mucho menos importa si desentono o quede mal. Y probablemente todo se deba a que los pocos vasos de cerveza que tomé ya llegaron a mi cabeza.

Comenzaba a cantar y bailar de un modo extraño, como si tuviese algún tipo de síndrome motor o algo así, y me reía de mí misma con cada paso que daba, mientras atravesaba la sala de la casa de Loreley donde era la fiesta. Ella estaba en algún sitio de ahí haciendo karaoke con Matt y Fred, distrayéndose después de pelear un rato con su madre que quería quedarse en la fiesta.

Los intentos de Loreley no dieron resultado, y su madre se quedó en la casa con su joven novio que deambulaba por ahí, un poco más ebrio que yo, y demasiado torpe. Crucé a Nairi sentada en el sillón, sonriéndole a un chico, y le guiñé un ojo aunque ella no me vio. Veía tantas personas que hasta dudé si realmente vi a Ana, la hermana de Loreley, pero probablemente haya sido un espejismo ya que últimamente donde sea que su madre estaba, ella desaparecía.

Es una lástima, Ana es una de las personas más divertidas que he conocido en una fiesta. Eso sí, reconozco al par de amigos suyos de los cuales nunca recuerdo el nombre, y que siempre dudo si son o no pareja.

Entre el amontonamiento identifico a un Douglas risueño en la travesía de ganar algún que otro corazón. Sonrío y busco a Logan, hasta que recuerdo que él me odia, volviéndome triste. Maldito sea él y sus caprichos. Extraño a mi mejor amigo, pero odio que sea un idiota en este tipo de peleas, sin dar el brazo a torcer.

Cruzándome de brazos con expresión molesta, identifico a una mujer pequeña de cabello corto y rubio, con ojos leoninos puestos en Aiden. Me tenso y voy directo hacia él, para abrazarlo con fervor.

— Santos cielos Mara, deja de intentar quitarme mi novio —me quejé mirándola con arrogancia—. ¿No te conformas con el pedazo de carne fresca que tienes como futuro marido? —agregué.

Mara me miró con sus ojos oscuros, tan diferentes a los ojos cristalinos de sus hijas. En lo único que Loreley y Ana se asemejaban a su madre era en la belleza exótica y exuberante; y las tres tenían un humor similar, aunque Ana suele ser la más centrada.

— No querida, ya estoy pensando seriamente en cambiarlo por el tuyo —me dijo con una sonrisa maliciosa.

Puse los ojos en blanco, sabiendo bien que no cambiaría a su juguete actual por nada del mundo; varias veces intentamos engancharla con otros hombres, y ella se negó. Nadie puede reprocharnos que no hiciéramos algo al respecto.

— Mara me preguntaba desde hacía cuánto tiempo nos conocemos —dijo Aiden en mi oído, haciéndome erizar la piel y dándome ideas para el futuro de esa noche.

— Sabes cuánto me gustan las historias de amor —canturreó Mara, apretándome las mejillas como si estuviesen hechas de masilla. Me quejé como una niña y ella me sonrió con dulzura, haciéndome sentir querida—. Los dejo tortolitos, voy a buscar a mi chico —me guiñó un ojo con provocación y se alejó, encontrándose con un moreno alto y corpulento, que si no fuese porque sabíamos su edad, nadie supondría que era tan joven.

Que puedo decir...al menos es mayor de edad.

— ¿Soy el único que piensa que él tiene un complejo de Edipo sin resolver? —preguntó Aiden, con la mirada puesta en el mismo lugar que yo.

— Nop —respondí, volviéndome a él para besarlo—. ¿Te dije lo hermoso que estás, y cuánto te amo? —le pregunté.

— Si, pero necesito que lo digas más seguido, mi ego debe mantenerse inflado de alguna forma —sonrió de lado, con sus ojos oscurecidos por la luz. Lo abracé por el cuello y me acerqué a su oído para hablarle suavemente y él me apretó con más fuerza— Qué te parece si nos vamos de la fiesta y... —comentó, y negué entre risas arrastrándolo más al centro para obligarlo a bailar.

Sin Anestesia (SA #1) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora