Capítulo 6. Resaca

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Hay de distintos tipos; las hay literal y también metafóricas. En este preciso instante estoy padeciendo una literal. De esas que te agarran cuando te has bebido hasta el agua de floreros. Sientes que no eres más que un pedazo de carne sin vitalidad, tu cabeza te pesa el doble y hasta el mínimo ruido es desencadenante para que sufras por toda la eternidad.

En simples palabras: es el efecto del karma de ser un bebedor aficionado. Es horrible y denigrante.

Me acomodé en el calor de mi cama, negada a abrir los ojos y a levantarme para volver a mi vida. Mi cuerpo, mi mente y hasta mi alma dolía. Respirando hondo, intenté rememorar la noche anterior pero tenía un gran borrón al respecto. «Mientras que no haya hecho ninguna locura» pensé acomodándome en la cama, y extrañamente sentí un calor que me hizo estremecer. Pero no en el sentido bueno...

Abrí los ojos y la claridad me apuñaló. Salvaguardando mi vista con mis manos hice el esfuerzo de mirar donde me encontraba. Y puedo asegurar que la sensación de despertarme en una habitación que no es mía es lo peor que te puede pasar. Retuve la respiración y mis ojos se posaron en la persona en la cama junto a mí, que por cierto, no podía ver.

«Mierda. Mierda. Mierda. Mierda» exclamé mentalmente. Me levanté de la cama con el mayor cuidado del mundo para verme vestida con mi ropa interior negra. «Genial Piper, posiblemente tuviste sexo tras tanto tiempo y no lo recuerdas» me dije con malhumor, pero enseguida me llené de vergüenza. Yo no soy de hacer ese tipo de cosas... aunque un par de veces intenté, pero no pude.

Busqué mi ropa tirada en el suelo y me vestí. Deseaba irme de allí, pero de repente comenzó a sonar un móvil y me di cuenta que era el mío. «Un momento ideal, por cierto» pensé buscándolo desesperadamente en el suelo hasta que al fin lo encontré.

— Loreley no es un buen momento —hablé en voz baja mirando la habitación que me parecía extrañamente familiar.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde te metiste anoche? ¿Sabes que tenemos que trabajar a la tarde? —me preguntó, y sentí un fuerte dolor de cabeza ante tanta pregunta.

— Si te respondo júramelo que no te reirás y que no me lo recordarás por el resto de mi vida —le dije. La escuché reírse y puse los ojos en blanco... sí, era mucho pedir para ella.

— ¿Qué hiciste? —me preguntó. Eh... ojala pudiese saberlo.

— No lo sé —le respondí—. Desperté en una cama con alguien que no sé quién es —agregué caminando por la habitación para observar todo. De pronto, me detuve en una foto y mi mundo se detuvo—. Necesito salir de aquí, ¿puedes venir a buscarme? —le pregunté con urgencia.

— Pero ¿a dónde? Si me dijiste que no lo sabes —comentó, y yo tragué el nudo que sentía en mi garganta.

— En realidad, ahora sé donde estoy —dije intentando tomar la fuerza necesaria para girar y ver a la persona en la cama. Caminé unos pasos y lo observé. Mi corazón se estremeció y mis ojos lucharon contra las lágrimas— Estoy en casa de Dylan, mi ex —respondí viendo su pelo castaño algo largo contra la almohada. Él dormía tranquilo, con una mano contra su cara y la otra estirada.

— ¡Mierda! —exclamó Loreley, teniendo el mismo pensamiento que yo.

***

Dylan Morrison fue mi novio desde de la universidad hasta hace seis meses. Fuimos novios por algo más de cinco años. Toda una vida dirían varios, pero eso no le importó a él en el momento en que decidió que ésta relación no daba para más, según él.

Yo lo amaba, y aún lo amo, creo yo, pero el dolor que me provocó aún no se va. Sigue latente bajo mi fachada de bienestar. Dylan significó más de lo que él quiso. Fue mi primero en más de un sentido, y eso no se borra de un día para otro.

Sin Anestesia (SA #1) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora