Es un mentiroso, lo dije. A medida crecemos nos llenamos de más responsabilidades y obligaciones que toman a nuestro tiempo prisionero de tal forma que te encuentras encerrado en la rutina diaria, y mueres por la cotidianidad. Es así, y quien se atreva a negarlo, merece un examen de colon.
Lo irónicamente odioso de la vida, es que cuando menos responsabilidades tenemos y más nos sobra el tiempo, no salimos por falta de dinero y edad. Que injusticia.
— Brindemos por las injusticias —dije levantando mi vaso de cerveza. Recibí miradas de espanto y reprobación.
— Creo yo —dijo Logan, mi otro mejor amigo, con cuidado—, que no eres quien para hablar de injusticias. Yo soy quien pasa más tiempo en los tribunales que tu —agregó. Movió su pelo rubio claro fuera de su rostro, y su mirada color verde avellana se posicionó en mí con firmeza—. Y déjame contar una injusticia: que los tribunales ocupen tiempo importante resolviendo los problemas mediáticos de la farándula y no los verdaderamente serios —agregó con puntualidad.
Él respiró hondo, frustrado, y bebió un largo trago de su vaso. Aún llevaba parte de su vestimenta de trabajo, del que solo habían sobrevivido los pantalones grises oscuros, la camisa azul un poco desabotonada, y la corbata floja.
— Por favor, a mi no me vengan con injusticias —se quejó Loreley—, mírate a ti: tú eres una injusticia andante, y por favor, despréndete más esa camisa —le dijo a Logan con fingida súplica.
Él se volvió arrogante, con una sonrisa divertida, y yo reí. Desde el momento en que lo había conocido, Loreley había caído en lo que yo llamo el efecto Logan: te vuelves torpe a su lado, cautivada por su aspecto y su personalidad, te enamoras de él hasta que descubres sus preferencias y te ahogas en la frustración. Pero ese efecto es solo en mujeres...
— Tranquila cariño, quizás algún día me atreva a ir por una de tu género —comentó guiñándole un ojo. Loreley resopló, probablemente con deseos de que eso ocurra en este preciso momento. Algo que no va a ocurrir. Nunca.
Logan y Loreley son mis mejores amigos. A ella la conozco desde el primer día de Universidad; congeniamos tan bien que nos volvimos inseparables y nos convertimos en compañeras en el hospital. Mientras que a Logan lo conozco desde la primaria. Éramos unos pequeños niños que no lograban identificarse con nadie más, en una sociedad que encasilla a todo. Yo tenía un comportamiento demasiado varonil para las mujeres aunque era demasiado sensible para los varones; mientras que Logan tenia la imagen y comportamiento perfecto para encajar pero tenía una personalidad liberal y anarquista, con ideales propios. Un día nos conocimos, y nos dimos cuenta que éramos demasiado compatibles como para intentar encajar con otros.
Así es como llevamos algo más de veinte años de amistad. Se podría decir que prácticamente somos un matrimonio.
— Querida, ¿vas a dejar que tu amiga me trate así? —preguntó Logan mirándome, y posando su brazo en el respaldar de mi silla. Yo reí y bebí un poco más. Ambos éramos tan compatibles que muchas veces creían que éramos pareja; una vez, yo también creí lo mismo pero me llevó un largo tiempo darme cuenta que no podía ser. Y si, el efecto Logan comenzó conmigo.
Como ya dije: brindemos por las injusticias.
— Cállate que tu querida ha estado toda la semana, el mes y espero que no sea el año entero baboseando por el doctor Sheslory —dijo ella. Logan me miró ofendido, y yo me sonrojé queriendo no ahogarme con la bebida.
— ¿Doctor Sheslory? —preguntó, sus ojos verdosos flamearon.
— Es la unión de Shepherd, Sloan y Avery —expliqué—, y no es para tanto —me defendí mirando seriamente a Loreley. Los ojos aguamarina de ella brillaron con diversión—. No sabemos quién es, pero es muy atractivo.
— Hmmm... ¿más que yo? —dijo y yo dudé— ¿Puntuación?
— Muy sobresaliente —respondí. Su boca se abrió y la volvió a cerrar; me causó mucha gracia que se viera como un pez sin agua.
— Yo tuve apenas un sobresaliente —se quejó indignado, y acomodándose en su silla le dio un vistazo al partido que pasaban en la televisión.
Los tres nos encontrábamos en la cocina de mi modesta casa, habíamos terminado de cenar hacía un tiempo pero éramos demasiados perezosos para ir a la pequeña sala. A esto ha llegado nuestra vida social, a pasar de juntarnos en bares a hacerlo en casas como los supuestamente adultos responsables que somos.
Logan se había molestado, lo sabía bien. Nunca lo había visto tan concentrado en las porristas del partido. Loreley me miró con una inquietante sonrisa, y disimuladamente se levantó llevando consigo algunas cosas hacia el lavabo. Retuve el deseo de gritar y poner los ojos en blanco. Así que suspiré resignada de mi sacrificio y me acerqué a abrazarlo.
— No te pongas celoso —dije dándole un ligero beso en la mejilla. Él no respondió, solo se acomodó en la silla con los brazos cruzados sobre su pecho. Imploré internamente tener más paciencia... porque la fuerza solo me daba ganas de matarlo—. ¿Qué tengo que hacer para que me perdones por la vil traición que he cometido? ¿Qué pena debo pagar su señoría? —pregunté dramáticamente, simulando llorar desconsoladamente sobre sus hombros.
Él lo pensó, y cruzando miradas con Loreley, me dijo:
— El tribunal y el jurado, aquí presente, la encuentran culpable de alta traición, y como tal, la sentencian a tener que cocinarnos durante dos meses —sentenció... literalmente.
Me horroricé ante eso. «¿Cocinar yo?» Era como pedir, no sé, que a Picasso lo sentencien a escribir, y que a Borges lo obliguen a pintar, y que intenten sacar la muestra de un quiste con aguja gruesa siendo que es con aguja fina.
— ¿Aguja fina? —preguntó Logan. Levanté mi mirada hacia él, y giré a todos lados.
— ¿Lo dije en voz alta? —pregunté, y él asintió. «Mierda, ¿Qué me pasa que no puedo mantener las palabras en mi mente?»— ¿La sentencia no puede ser de menos tiempo? —pregunté. Él negó. Hice una cara triste, implorando misericordia, perdón y todo lo necesario. No era que odiara cocinar... aunque en verdad lo odiaba, solo que no cocinaba tan bien o eso creía yo—. Está bien —sollocé derrotada.
Escuché a Loreley festejar triunfal y percibí la sonrisa de Logan. Él me dio un beso en la frente.
— ¿Puedo pedir algo yo? —pregunté en voz baja. Logan posó su cabeza sobre la mía, permitiéndome el dialogo—. Podríamos salir de esta casa, necesito vida social —susurré. Logan rió y le silbó a Loreley.
— Nunca te negaría eso querida —respondió.
Me alejé de él y ensayé mi baile de festejo, era algo así como un movimiento descoordinado de cada parte del cuerpo, sin sentido y sin utilidad pero que me gustaba hacerlo.
Porque aunque no tengas vida social, esta bueno engañarte que la tienes.
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Sin Anestesia (SA #1) [Finalizada]
ChickLitSinopsis Piper es realista, desubicada, y mordaz; Aiden es centrado, arrogante e inteligente; Logan es liberal, autodidacta y sincero; Loreley es práctica, romántica y gruñona; Ellos simplemente viven en un mundo complicado... sin anestesia. Todos l...