Capítulo 32. Cambio de perspectiva |Final|

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No es fácil cambiar las mentalidades de las personas.

A veces, pareciera que es sencillo dejar todo atrás, comenzar de cero y dar rienda suelta a todo lo nuevo, pero no. Tenemos nuestras historias de vida, los sentimientos ya sean buenos o malos que nos persiguen y nos definen, y las mentalidades que por más que a veces intentemos modificar pueden perdurar.

No es fácil para nosotros mismos, así que para los demás tampoco es sencillo, y ni hablar de aquellas personas que intentan cambiar a los demás para hacerlos ideales a sus gustos... pobre de ellos. Realmente a esas personas no las entiendo, si están con una persona y la quieren, ¿por qué cambiarla?

¿Dónde está la aceptación?

Bueno, esa misma pregunta hizo mi querido hermano.

— ¡La aceptación se puede ir a la mierda! No me puedo olvidar de eso, soy rencorosa y punto —se quejó Piper. Levanté mis cejas para mirarla con soberbia, y ella me sonrió con ternura, porque sabía que solo bastaba una de sus miradas para hacerme caer en su embrujo.

La contemplé por unos momentos, y no dejé de maravillarme con su fresca belleza; su pelo negro caía ondulante sobre sus hombros, y sus ojos cafés brillaban fogosamente. Así era ella siempre: energía y luz.

— ¡Hola! ¿Pueden volver al planeta tierra y dejar de babear uno sobre el otro? —preguntó Logan llamando la atención, porque así es él, no soporta no ser el centro de todo. Afortunadamente, ya estaba acostumbrado a eso y lo único que aprendí en estos años fue simplemente omitir sus ataques de diva—. ¿Podemos volver con nuestra discusión? —preguntó, y Piper resopló molesta, sin que sus dedos dejaran de jugar con mi pelo.

— Odio a la Argent, y no voy a superar el hecho de que salga con mi hermano. Entre tantas mujeres en el hospital, ¿por qué ella? —preguntó sacada, porque sí, todos sabemos lo insoportable que es Argent y cuanto se detestaba con Piper.

— Ya pasó mucho tiempo del accidente, creo no les queda mucha vida a su relación —comentó Logan, acomodándose en la silla junto a nosotros, con la vista puesta en el salón de fiestas.

Entre los incontables invitados en la fiesta de casamiento de la mamá de Loreley, se encontraba Robert y Argent, bailando románticamente en el medio de la sala. Ellos parecían querer mostrarse sensuales y atractivos, porque algo que tienen en común es su gran ego, pero lo único que generaban era rechazo.

— En serio, ¿No se dan cuenta que no van siguiendo el tempo de la canción? —preguntó Piper con cara de horror. Necesité ocultar mi sonrisa tras mi mano; verla molesta y celosa era muy divertido, pero llegaba a verme riéndome, simplemente sería motivo para extirpar mis preciados genitales.

— Lo que dice Logan es verdad —insistí—, tras los exámenes de residencia, cada uno se vuelve a su ciudad o intentan hacer residencias de otras especialidades —le recordé por si acaso lo había olvidado, y por la mirada que dedicó, supe que lo recordaba a la perfección. Le besé la mejilla solo para que el enojo se escurriera de su cuerpo.

— Por lo que oí, tiene ofertas de trabajo en Estados Unidos —comentó Piper, con cierto recelo. Mi experiencia en EEUU me había ayudado a reconocer cuanto extrañaba Londres, a mi familia y a Piper.

— Y tú tienes un puesto fijo en el London Hospital Porth, y la posibilidad de hacer una futura residencia en neurología si es que realmente lo deseas —dije. Ella hizo una mueca de insatisfacción, pero sin embargo no dijo nada. Era normal estar temeroso, al inicio o en el transcurso de la carrera, pero lo importante era tener vocación, y eso Piper lo tenía de sobra. Todo lo que se proponía lo lograba, y así logró rendir bien para ser oficialmente una médico general.

Sin Anestesia (SA #1) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora