Día 5: Alterando el destino

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⚠️Crack tomado en serio xD 

Se deslizó entre puntillas por los grandes pasillos de aquel gran palacio, su hermano detrás de ella. Ambos iban lo más silenciosos posibles, cubiertos de pies a cabeza con algunas capas para evitar que sus rasgos más característicos fueran notorios.

Ella estaba relativamente segura, sacando sus ojos, podía pasar fácilmente por alguien cualquiera ¿pero su hermano? ¿su pequeño hermanito, quién había salido igual a su abuelo? Si lo llegaban a ver sin la capucha todo el plan se iría a la reverenda mierda y, seguramente, se crearían otros problemas, problemas realmente serios de los cuales no quería pensar.

¿A quién quería engañar? ¡Ya estaban en problemas! ¡Sus padres, tíos, abuelos y rey los iban a matar en cuanto volvieran a su tiempo! Pero es que... ¡Es que no podían dejar que pasara lo que sabían que iba a pasar gracias a historias que habían oído y leído a lo largo de los años junto a la última que había narrado su abuelo un tanto ebrio! ¡Era inimaginable que ellos teniendo un poco de poder para cambiar el destino – poder que sacaron de uno de los manuscritos de la tía Isis (Y ahora ella tenía que preguntarse ¿qué hacía la tía Isis con un manuscrito de ese tipo?) – no hicieran nada para hacerlo!

Tampoco es que iban a cambiar TODO el destino de todos los seres en Egipto, solo querían suavizar los de sus padres y los de sus abuelos, nada más que eso.

Luego se irían a su tiempo y que fuera lo que tuviera que ser.

Sabían perfectamente que estaban en riesgo de cambiar todo lo habido y por haber mas ¿qué importaba? En el mejor de los casos, tendrían un papá que no sufrió maltrato infantil, ni abusos, ni manipulaciones, ni depresión. Un papá que a veces, en determinados días en específico, no se perdería en su propia mente; también tendrían un abuelo que no sufrió semejante trauma como lo era una violación, un abuelo que no pasaría por todas las tragedias que vivió, por todas las traiciones y vejaciones y una abuela que no viviría en eterna culpa, desdicha y encerrada en su propia cabeza.

Tal vez también, así, su papá y su abuelo podrían pasar tiempo juntos de nuevo. Sabía que su abuelo lo deseaba con toda el alma, sin embargo, su progenitor siempre se alejaba, tratando de mantenerse a salvo, algo aprendido tras años de tortura por el loco verde ese.

Y ¿En el peor de los casos? En el peor de los casos, su línea de tiempo se borraría y ellos no existirían, por lo que no habría una pérdida en sí, dado que...bueno, no existirían, valga la redundancia, por lo que no sentirían nada.

Ese era un riesgo muy real que habían hablado con su hermano durante unos cuantos días. Un riesgo que, al final, decidieron correr porque ¿qué no harían por el hombre qué les dio la vida? Solo querían salvarlo de ser una marioneta, de ser herido, torturado y lastimado ¿era eso malo, acaso?

—Qebehut ¿cuánto más debemos caminar? —Puso los ojos en blanco ante la pregunta de su hermano. Era una bastante inocente, sino fuera por el hecho de que ¡ya era la doceava vez que preguntaba!

—Ya te dije que el tiempo que sea necesario, molesto. —de verdad que Anukis le sacaba canas verdes cuando lo deseaba, que era siempre.

—A este paso deambularemos por semanas, llegará el temido día, no podremos hacer nada y todo será en vano. —Un tic se formó en su ojo izquierdo. — Luego volveremos a nuestro tiempo y tendremos el peor castigo del mundo, ya sea a manos de nuestros padres o a manos de la gran Isis, a menos que la abuela intervenga por la paz, pero lo dudo, ya sabes como es, por lo tanto...

—¡Pero te puedes callar! —Le dio un pequeño zape en la cabeza solo para que se silenciara. ¿Pero qué clase de hermano tenía? ¿de dónde nació todo ese pesimismo? Eran dioses relacionados con lo mortuorio, pero hasta para ella el pesimismo era demasiado. —¡Calladito te ves más bonito!

El ruido de pasos interrumpió su micro pelea, rápidamente tuvieron que esconderse tras una pared.

Ambos abrieron en grande sus ojos cuando vieron como una figura conocida caminaba por los pasillos que anteriormente ellos recorrían. Una sonrisa se formó en sus labios al reconocer a su abuelo Seth.

Era más pequeño de lo que recordaba – o ellos eran demasiado altos – pero con el mismo caminar seguro y la misma sonrisa de travesura que le recordaba a los viejos tiempos, cuando aún era una niña y se sentaba en sus rodillas para oír sus historias de antiguas batallas y luchas. Aun poseía el mismo cabello rojo de siempre y ojos de rubí que desde niña le habían fascinado, tanto como le fascinaban los de su tío Imsety.

—Vaya...si me parezco a él. —Miró a su hermano de arriba abajo y asintió. Lo único que no era igual – aparte de la altura – era la mirada azulada que había heredado de su padre Khnum. — Perdí una apuesta con Duamutef. —Ni siquiera iba a preguntar a que se refería con eso. —¡Se esta alejando! ¡¿Qué hacemos?!

—¡Atraparlo! —Habían dialogado un gran rato sobre a quien contarle lo que pronto pasaría y habían decidido que su abuelito Seth era la mejor opción. Su papá era un niño pequeño aún, su ¿abuelastro? No existía, Isis jamás les creería por su propia cuenta y su abuela...bueno, ella tenía otro problema que debían arreglar.

Seth quedó como el ganador.

—¿Y cómo hacemos eso? —¡¿Es qué todo lo tenía qué pensar ella?!

—¡Usa tu poder para algo! —Anukis tenía, como ella, un control férreo sobre cualquier cuerpo de agua, eso a rasgos generales. A rasgos más específicos, ambos podían controlar un aspecto diferente de ese elemento; ella la purificación y su mellizo, la relajación.

Si su hermano se lo proponía, podría relajar lo suficiente a su abuelo para que durmiera y, más tarde, se viera abierto al diálogo. Mientras tanto, ella, usaría su dominio para mantenerlo quieto y que pudiera oírlos.

Con la mejor de las suertes el abuelo Seth les creería, con la peor de las suertes no y tendrían que huir. De todos modos, el efecto del hechizo no era eterno, si todo fallaba, solo debían esperar unas semanas y volverían sanos y salvos a casa.

No necesitaban de nadie para hacerlo.

Con ese pensamiento, se fue a acercar cuando vio que su mellizo ya no estaba a su lado. Parpadeó un momento, confundida, antes de ver hacia el pasillo donde pudo vislumbrar a su hermanito pequeño golpear con fuerza la cabeza de su abuelo, usando la bonita espada que este mismo le forjó.

El corazón se le fue al estómago y rápidamente corrió hacia ellos, usando su agua para hacer flotar al cuerpo ahora desmayado.

—¡¿Pero estas loco?! ¡Animal! —por si fuera poco, la capucha de Anukis se había caído, revelando su largo cabello rojo que caía como cascada por su espalda. Rápidamente hizo señas para que se cubriera, no fuera que ahora crearan el rumor de que el abuelo Seth tenía un hijo ilegitimo por allí.

—Usé la espada que estaba en mi poder. Para algo me la dio ¿verdad? —viendo una habitación cualquiera, se encargó de arrastrar al desmayado hacia allí, cerrando la puerta con fuerza.

Luego procedió a soltarlo con mucha delicadeza en el suelo, envolviéndolo en grandes tentáculos de agua para evitar que escapara. La arena mojada era más pesada.

—¡Me refería a usar tu poder para tranquilizarlo hasta dormirlo, no desmayarlo, reverendo idiota! — la tentación de ahorcarlo estaba allí.

—Distinto método, igual resultado— ...

Olvídense de su abuelo cuando despierte, de su familia, de la paradoja temporal, de alterar el destino...

Lo que la iba a matar era su hermano, definitivamente.

Si se lo preguntan, la espada que le dio Seth a su nieto es capaz de neutralizar a cualquier dios. Por eso fue tan fácil usarla para dejarlo fuera de combate (y porque lo tomaron por la guardia baja) ahora, cuando despierte...sera un verdadero drama xD

╰┈⫸𝐃é𝐣à 𝐕𝐮⫷┈┈╯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora