Día 23: mensaje en una botella

38 4 1
                                    

Desde que era pequeño ha oído la leyenda de los tritones y las sirenas, por supuesto que sí, considerando que él ha nacido y se ha criado alrededor de las cristalinas aguas del océano.

Es natural que los pueblerinos - los ancianos, especialmente- narren ese tipo de leyendas, siendo sus favoritas debido a lo fácil que sería creer en ellas. Después de todo, como habitantes de una isla mayormente alejada de la civilización ¿por qué sería raro creer en encuentros con seres mitológicos? seres tan hermosos con rasgos perfectos de la cintura para arriba y con rasgos de pescado desde la cintura para abajo.

No, no sería raro creer en ellas y, de hecho, cuando aun era un niño, esperaba encontrarse con algunos de esos seres de extrema belleza pese a las horribles advertencias que había sobre ellos.

Advertencias que dictaban que encontrarse con uno cara a cara sería sinónimo de muerte, pues estos tenían un canto mágico que obligaba a los tontos mortales a hundirse en las aguas, para luego ahogarse y ser devorados por tales bestias.

No iba a mentir y decir que eso no le aterraba, pero aun así, la curiosidad de un niño puede ser algo verdaderamente peligroso, por lo que a pesar de las advertencias de su madre, seguía yendo a las costas en búsqueda de esa mítica sirena o mítico tritón.

Por supuesto, nunca vio nada y conforme fue creciendo, la mera idea de creer en esas tonterías le pareció ridícula. Y es que ¿cómo es posible qué en todos los años que llevaba vivo, no se dieran graves casos de desapariciones misteriosas, considerando que esas sirenas y tritones se alimentaban de carne humana? ¿Cómo es que ninguna mujer jamás oyó el canto de uno de esos seres si se supone que solo afecta a los hombres? Y si solo afecta a los hombres adultos, ¿por qué ningún niño jamás oyó o vio nada?

Era lógico, entonces, creer que esas historias no eran más que eso, historias.

Historias interesantes, no iba a mentir, pero historias sin un gramo de verdad, al fin y al cabo.

Esa idea en su cabeza se fue la primera vez que vio a uno de esos seres de cerca.

➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣

La primera vez que él, Khnum, ve o, más bien, tiene contacto con uno de estos seres, fue durante una noche en la que salió a festejar porque, por fin, se había graduado como veterinario.

Había salido con algunos amigos y, por alguna extraña razón, se les ocurrió ir a las costas a pasar el rato, lo cual sonaba como una pésima idea considerando que en las noches la temperatura era horrible. Aun así, estaban algo ebrios y cuando alguien esta tomado, toda idea parece buena.

Sus amigos se quedaron en una ronda, charlando y divagando sobre lo que harían ahora que al fin habían conseguido el título y podían ejercer. Algunos se irían lejos de la isla y otros se quedarían a dar su granito de arena, ¿él? él por su parte no prestó atención a lo que estaban hablando, mirando al horizonte mientras pensaba que haría de su vida.

No podía irse de su hogar, no podía abandonar a su madre que estaba enferma ni permitir que se perdiera la casa que su padre luchó tanto por construir, mas la idea de irse era tan tentadora...

Con un suspiro, bebió un poco de su botella con cerveza antes de oír un pequeño canto que llamó su atención.

Levantó su cabeza e ignorando a sus compañeros, empezó a caminar por la orilla, buscando de donde podría provenir ese extraño canto. La voz era melancólica, suave, y repleta de anhelo; era hermosa, realmente hermosa pero ¿quién cantaba? Dio algunas vueltas, moviéndose alrededor, hasta que finalmente vio a lo lejos - muy a lo lejos - un conjunto de rocas y sobre ellas, una sombra oscura.

╰┈⫸𝐃é𝐣à 𝐕𝐮⫷┈┈╯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora