Advertencia: Anubis x Isis, diferencia de edad (aunque todos son mayores de edad, pero por si las moscas)
Isis no pedía mucho de la vida o, bueno, al menos es eso lo que creía.
Lo único que había pedido, a parte de un trabajo estable, era un hombre amoroso que la amara y bonitos hijos que llenaran de risas y pasitos la futura casa en la que viviría con su pareja.
Eso no era mucho pedir ¿verdad?
Pues al parecer si lo era, puesto que ahora, a sus cuarenta y cuatro años, no tenía nada de lo que había deseado.
Se había casado muy joven con una persona a la cual había creído perfecta hasta que le demostró con creces lo equivocada que estaba en su idea. Osiris, su ex esposo, en su momento había sido su sueño ideal: alto, guapo, atento e inteligente, con ambición y una buena mente en su cabeza; él era todo lo que había pedido y no pudo sentirse más que afortunada cuando él la eligió a ella para formar una familia.
Él se había hecho cargo pronto de la empresa de su familia – dado que a ella mucho no le interesaba – además de haberle dado su tesoro más grande, su pequeño y brillante Horus.
Eran una familia perfecta los tres.
Perfecta y amorosa...
O al menos es lo que ella había creído.
Las cosas se pusieron muy feas conforme los años pasaron, lo suficiente para que pensara varias veces en divorciarse. Sin embargo, pese a que ese pensamiento era cada día más recurrente, ella seguía aferrándose obstinadamente al amor que creía sentir por su marido, impidiéndose a si misma el tomar las medidas necesarias para terminar un matrimonio que llevaba años muerto.
No fue hasta que Horus se declaró gay –haciendo que su marido explotara en cólera– que finalmente dio valientemente el paso necesario para terminar todo, pidiendo el divorcio en un día caluroso de verano que nunca olvidaría.
Por supuesto que Osiris se resistió un poco, pero al final, había firmado los papeles.
Entonces ella se volvió una mujer divorciada, con un hijo en la universidad y completamente sola, sin nadie que la amara románticamente, sin pequeñas risas en su frío departamento y sin la familia ideal que siempre había soñado desde que tuvo el conocimiento de lo que era casarse.
Quizás por todas esas cosas es que ella había aceptado la idea de Thot de visitar a una adivina, con la intención de saber que le deparaba el futuro.
Ella se consideraba joven aún, capaz de rehacer su vida con alguien que realmente la amara a ella, no a su – lamentablemente se dio cuenta muy tarde de esto – dinero ni herencia. ¿Era una tontería visitar a una mujer que decía "ver el futuro"? tal vez, pero ¿qué tenía qué perder? Dinero tenía a montones y no preguntaría nada que la llevara a sugestionarse, así que realmente no tenía nada que arriesgar.
Solo quería oír palabras de aliento, de esperanza; palabras que le dieran la seguridad de que lo que deparaba el destino era bueno después de haber perdido veinte años de su vida en un falso matrimonio.
Fue por eso que no dudó en entrar cuando la anciana la llamó desde dentro de su pequeña casa.
—El precio de ver el futuro son tres gotas de tu sangre. —la mujer mencionó a la par que sacaba de un envoltorio estéril una pequeña aguja que le recordaba mucho a la que solían usar para los tatuajes. Un escalofrío le recorrió al oír esas palabras, pero aun así no se dio media vuelta, sino que valientemente se sentó en una pequeña silla y tomó dicho objeto puntiagudo, pinchándose el dedo con una mueca.
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╰┈⫸𝐃é𝐣à 𝐕𝐮⫷┈┈╯
Fiksi Penggemar"¿Nunca has sentido...qué algo ya lo has vivido?" ⚠️Fictober 2023 ⚠️Las advertencias se añaden en cada capítulo. ⚠️Parejas variadas. ⚠️Os y/o drabbles no conectados