Día 11: Álbum de Fotos

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⚠️relacionado con el día 7 "aquella canción"
⚠️Época moderna

El timbre sonó fuertemente y tuvo que contener el deseo de gruñir. Sabía quién o, más bien, quienes eran los que estaban tocando con tanta insistencia.

Los amigos de Anubis, aquellos que no le agradaban para nada.

Y no, no tenía nada que ver con que fuera un padre celoso - ¡Que no lo era, maldita sea! y no, no importaba lo que dijera Isis y su esposa - o que uno de ellos fuera dos años mayor que su propio hijo, para nada, era que simplemente...no le gustaba que estuvieran tan cerca de su niño.

¿Qué clase de cosas le podrían estar diciendo? ¿o cómo lo guiarían en el camino? Vaya a saber en que andaban metidos la mitad de ellos. Además, tampoco era feliz con el hecho de que, era muy obvio, que dos de esos niños veían al suyo con algo más que afecto fraternal. Hasta ahora tenía la suerte de que Anubis ignoraba - ya sea por voluntad o no - los sentimientos del par, pero su corazón de padre le decía que eso no iba a durar para siempre y realmente quería aplazar todo lo que pudiera el temible día en que su pequeño entrara con uno de esos tipejos y dijera "Papá, él es mi novio."

Se estremeció ante la mera idea.

¡¿Su bebé con novio?! ¡¿Su Anubis qué apenas llegaba a los quince años?! ¡No, no, no! ¡Definitivamente no!

-¡Papá! ¿Podrías atender? ¡Aun necesito acabar este delineado! -mendigo niño que tenía que heredar su fascinación por el buen maquillaje.

-¿Se le ofrece algo más a mi rey? - preguntó irónico mientras caminaba hacia la entrada con todo el desgano del mundo. ¿Y si los dejaba esperando? Estaba seguro que en algún momento se cansarían y se irían.

-Nop. Te amo papá, ¡eres el mejor! - solo esas palabras fueron suficientes para que él hiciera lo que su niño quería. No podía evitarlo, le llenaban de un calorcito mágico en su pecho. Adoraba que Anubis aun se dirigiera a él por "papá" sin llevarse por esos horribles términos de "viejo" "padre" o quien sabe que más.

Los halagos a su persona eran muy bienvenidos, también.

Renuente abrió la puerta, viendo a tres adolescentes que lo veían desde sus máscaras, preparados ya para la fiesta de disfraces a la que llevarían a su hijo.

Más les valía a los tres cuidarlo como si fuera oro o enfrentarían su furia.

-¡Dulce o truco! -gritó el más osado, Upuaut si mal no estaba. El joven se veía bien con el traje de Scream, debía admitirlo, pero no lo suficiente como para que le agradara más. De hecho, era el que menos le agradaba porque intuía que era el primero en gritar "saltemos de un puente" solo por diversión.

-¡O pasan o cierro la puerta! - fue su respuesta en un tono más dulce y más peligroso. Eso funcionó para que los tres diablillos entraran rápidamente, acomodándose en su sala de estar; respirando hondo, cerró con llave, yendo de nuevo para adentro solo para ver que el mocoso de Anput se había sentado en su sillón favorito.

Ese era el segundo al que detestaba y la principal razón era los ojitos de cachorrito perdido que colocaba cada que Anubis entraba en escena. Era demasiado obvio que gustaba de su hijo, los regalos solo lo comprobaban.

-¿Y como ha estado, señor Savant? - Khnum podía ser la voz de la razón del grupito - o al menos eso creía - pero el hecho de que fuera mayor ya lo sacaba de su lista buena. Las miradas dulces que le daba a su niño no ayudaban en nada, otro enamorado que claramente disfrutaba de las atenciones que Anubis le daba.

Estaba haciendo la cuenta de cuanto tiempo tardaría en que el grupo tuviera una mini pelea.

-Estaba bien, pero luego llegaron y...

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