Día 7: Aquella canción

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Gracias, gracias por sus comentarios, los amo uwu.
Advertencia: Mención de Mpreg
Necesitaba algo lindo de papá Seth y Anubis *se suena la nariz*

El cuerpo de un recién nacido es tan pequeño, tan frágil...no podía creer lo frágil que era y el miedo que le provocaba la mera idea de simplemente tocarlo. ¿Y si lo lastimaba? ¿Y si se le caía? ¿Qué tal qué no le gustaba sus brazos? ¿Lloraría a todo pulmón por su descontento? Lo que menos deseaba era que su hijo llorara por infelicidad. No, él quería hacerlo siempre feliz, verlo siempre sonreír contento, travieso...él solo quería lo mejor para él.

Observó a través de la incubadora mientras la enfermera preparaba todo lo necesario para que él pudiera sostener a Anubis por primera vez en semanas.

El embarazo había sido muy difícil para él.

Al principio, como un matrimonio, habían esperado que Neftis fuera quien llevara al bebé, sin embargo, esa idea cambió cuando, tras varios intentos fallidos y muchos estudios, se enteraron que era infértil. Entonces los ojos se posaron sobre él – quien poseía el gen portador– y aceptó con facilidad, porque realmente quería un hijo con su amada y porque la misma estaba entusiasmada con la idea, independientemente de que el niño no estuviera relacionado biológicamente con ella.

Pasar por el proceso de las inyecciones, de escoger donantes fue agotador. Se tuvo que pinchar mil veces, ir a mil citas, tener mil ecografías y luego tuvieron que elegir quien sería el "padre" biológico de su futuro niño. Fue arduo y trabajoso, pero lo lograron.

Luego vino el infierno.

Los primeros meses sufrió lo normal – pies hinchados, náuseas – nada preocupante. Pero a comienzos del segundo trimestre, desarrolló una preclamsia difícil de controlar, una que lo mandó directo al reposo absoluto, aunque no sirvió de mucho, porque a sus treinta semanas la preclamsia evolucionó a eclampsia, llevando su presión arterial por los cielos, lo que provocó que tuvieran que practicarle una cesaría de emergencia a pesar de que el bebé no llegaba a las cuarenta semanas dentro de él.

Fue completamente aterrador verse en la camilla mientras lo transportaban rápidamente al quirófano, incluso cuando su esposa tomaba su mano con fuerza. Fue desgarrador cuando, al sacar finalmente al bebé, lo que escuchó no fue un llanto desmedido, sino apenas gemiditos que parecían los de un gatito recién nacido; Anubis era muy pequeño, sus pulmones aún no se desarrollaban por completo, por lo que fue necesario llevarlo a neonatología rápidamente.

Horrible no describe como se sintió cuando lo llevaron a la sala de recuperación en donde había otros como él que si tenían la fortuna de que sus hijos nacieran en el momento acorde. Dormir fue imposible mientras imaginaba lo que su hijo podía estar pasando y no ayudaba en nada el llanto de bebés sanos a su alrededor que le recordaban que a él le faltaba algo.

Cuando llegó la hora de irse del hospital y volver sin Anubis fue...no, no hay palabras para expresarlo. Tenían todo preparado para la llegada de un bebé llorón y habían vuelto con los brazos completamente vacíos.

Desolador, doloroso y deprimente. Esos tres sentimientos se acercaban, un poco, a explicar todo lo que estaba sintiendo.

Cuando visitaron por primera vez a su bebé, una pequeña lágrima escapó de él al notar la cantidad de tubos y sondas que rodeaban a su recién nacido. Como pudo aguanto el llanto a la par que posaba su mano cerca de la del infante, viendo lo pequeñita que era, totalmente diminuta.

A partir de ese momento, los viajes al hospital se hicieron constantes. Todos los días iba a verlo y todos los días colocaba su mano cerca de la pequeña, como tratando de hacerle entender a su hijo que estaba allí, con él, por mucho que no pudiera retenerlo. Él no lo iba a abandonar, ellos no lo iban a abandonar.

Pero la visita de hoy sería una diferente, porque, por primera vez, podría cargar a Anubis.

Estaba extremadamente nervioso por ello.

—A ver papá, siéntese allí. —La amable enfermera señaló la silla cercana a esa cuna de cristal de su hijo y él asintió, sentándose en ella. Las manos le temblaban ¿no era eso peligroso? —Anubis cada día toma más leche y se ve más despierto. En una semana se lo llevarán a casa, estoy segura de que su esposa y usted han de estar muy felices. — ¿Felices? Era poco. Neftis había vuelto a reorganizar toda la guardería para calmar su ansiedad y él...él estaba que no cabía en sí. —Aquí lo tiene.

Con sumo cuidado un bebé pequeñísimo – más que cualquier recién nacido que hubiera visto antes – fue colocado en sus brazos y...quien lloraba no era el bebé precisamente.

Anubis era diminuto, con una piel que se mostraba pálida y un cabello oscuro en su pequeña cabecita. Sus ojitos aún estaban cerrados, seguramente era su hora de dormir, y sus piecitos junto a sus manitos eran tan chiquititos...

Anubis era pequeñito, frágil, suave y tendría que protegerlo de todos y de todo. Y lo haría, protegería a su hijo de cualquier mal, siempre.

—Hola Anubis...—susurró, deteniéndose cuando de repente una pequeña radio dejó salir una canción de cuna por el parlante. El sonido era muy bajito, pero la nana le recordó a su madre, Nut y a la forma en la cual lo abrazaba cada vez que había una tormenta horrible; por mucho que se hiciera el valiente, a los cinco años, las tormentas le daban pánico.

Sonrió al recordar esos – pocos – buenos momentos, su vista regresando a su pequeño recién nacido.

Calla mi vida...no hay que llorar...—cantó igual que lo hacía la cantante de la radio, al igual que lo hizo su madre una vez. Abrazó más cerca el cálido cuerpecito, viendo fascinado un par de ojitos negros que lo miraban desenfocados. Soltó una risa, acomodándolo mejor. —Duerme y sueña feliz...

Los ojitos oscuros volvieron a cerrarse y Anubis regresó al mundo de los sueños.

Siempre tú debes mi arrullo llevar ...— y así como su progenitora lo había protegido en esas noches donde los rayos brillaban y los truenos retumbaban, él protegería a Anubis de todo mal. Siempre.

Nunca lo abandonaría, nunca lo dejaría atrás.

Porque era su hijo y ya lo amaba con todo lo que poseía.

Así yo estaré junto a ti

╰┈⫸𝐃é𝐣à 𝐕𝐮⫷┈┈╯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora