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"Tu sonrisa fue la cura de mi alma; tus ojos, esos fueron el fuego que consumió cada palpitar de mi corazón convirtiéndolo en ave Fénix, quemándose para renacer solamente en ti; porque en ti nací y en ti he de morir, acogido de tus brazos, dulce amor." 

—Park Jimin, tiempo para comer; ¡ve a la camioneta! Ahí te servirán el almuerzo, después deben prepararte para la siguiente escena.

Jimin asintió, se hallaba agotado, su maquilladora se acercó para limpiar su rostro, quitándole el arnés y las armas de fuego que llevaba en su costado, dejando sólo su camisa azul de botones y su chaleco negro, salpicado de sangre falsa.

—Espera en la camioneta, tu chef personal decidió traer tus alimentos.

Aquella indicación lo tomó desprevenido, —Oh, Seokjin debería estar aquí, pero su día de descanso es sagrado.— Se lamentó subiendo a la camioneta, la cual estaba adecuada como una habitación de lujo, para que él descansara.

—No soy Seokjin pero si te sirve de algo...

Jimin se levantó de su sofá, sus ojos brillaron y su corazón se enloqueció de alegría al encontrarlo en aquel sitio. Yoongi se hallaba en el fondo de la camioneta con su comida servida, —¡Yoongi! Exclamó aún en shock. 

El chico de cabellos negros iba vestido con una sudadera, la gorra ocultaba su rostro, los lentes oscuros que escondían sus ojos, lo hacían ver demasiado atractivo; se acercó y lo abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en su cuello, inhalando su delicioso aroma.

—Extrañé verte ayer... Jiminie, no se como explicarlo, solamente sé que quiero estar contigo aunque sea por un instante.

—Y yo—, respondió el actor besando sus labios delgados, sin poder resistir a tenerlos tan cerca;  acomodando los cabellos negros de su chico mientras una mariposa azul revoloteó a su alrededor. —Yo soy muy feliz contigo aquí...

—¿Por qué siempre están donde tú estás? Preguntó Min sonriendo por las mariposas, mientras volvía a degustar sus suaves y abultados labios.

—No lo sé, murmuró Jimin sintiendo su pecho incendiarse, feliz al saber que su chico veía las mariposas que surgían de su propia sonrisa, que mostraba las encías.

—Lamento que sólo sean minutos los que te vea, murmuró pegado a sus labios, el chico rubio con tristeza, señalando a su personal que andaba de un lado a otro en la grabación.

—Aún este pequeño instante es perfecto, respondió el arquitecto con seriedad y dulzura en sus ojos. Se observaron con ansias, perdiéndose en un beso profundo que les supo a brillos de alas de mariposas, aquellas que nadie veía, nadie más que ellos cuando sonreían.

Los días de Jimin se habían saturado, el sueño se adueñaba de su cuerpo al llegar cansado por las noches a su hogar, aún así sonreía de manera preciosa mientras bostezaba del cansancio, pensando en los ojos bellos que le hacían feliz desde hacía tiempo.

Sus sonrisas se volvían suspiros, recordando su hora de almuerzo en su camioneta, donde Yoongi le visitaba todos los días, llevándole deliciosa comida hecha por él, y en el proceso comiéndose sus labios, su boca que tanto adoraba, sintiendo su corazón inmenso por tenerlo a su lado un momento del día.

Amaba que se preocupara por llevarle todo a tiempo, su bebida favorita, un pequeño postre y el toque final después de su último beso...

—Adiós mi dulce melocotón...

Aquello lo derretía, Jimin no podía dejar de sonreír, su amor le había hecho olvidar lo prohibido, su posición en todo aquello y el peligro al que se exponía en aquellos instantes tras el telón, tras la puerta, en su pequeña camioneta; sólo existían los dos, dos mundos salidos de órbita, que adoraban seguirse en secreto.

Lights, camera and secret love! (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora