𝐀𝐂𝐓𝐒 ┃ ❝Mi vida se divide en actos, y de todos esos, el nuestro es el que más aprecio❞
La vida de un pequeño niño, Park Sunghoon, da un giro cuando su madre obsesionada con la inmortalidad lo usa para salvarse a ella misma. Su vida ya no será la...
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Abrió los ojos.
Lo primero que vio fue un techo, iluminado por el sol entrando por una ventana. Bajó la vista para ver que estaba en una cama, una muy grande. Estaba vestido con una camisa grande. ¿Cuánto pasó? Estaba en su cuarto jugando mientras su madre rezaba.
Apoyó sus manos en la cama para levantarse, se sentía bien por alguna razón. No había cenado, pero sentía fuerza en sus brazos.
Cuando se estrujó los ojos pudo ver que había crecido, sus piernas eran más largas, sus brazos, su cabello, todo.
Empezó a desesperarse al no entender qué pasaba, miró alrededor en busca de alguna explicación, mas solo encontró un cuarto bien organizado y una sospechosa nota en una mesita al lado de la cama.
Se apresuró a tomarla para leerla, esperando que explicara qué estaba pasando.
''Hola, niño Park.
Estás en mi casa, tranquilo. Pasó algo que te tengo que explicar cara a cara. Busca algo de ropa en el armario de tu izquierda, y baja a la cocina.
Jaehyun''.
Eso lo tranquilizó solo un poco, esperaba que ese Jaehyun no fuera alguien malo, y que supiera qué pasaba. Buscó el armario que le dijo, y solo se puso un pantalón que vio tirado. No quería sentirse muy cómodo en una casa ajena.
Abrió la puerta del cuarto, sintiéndose demasiado alto de la nada. Lo sorprendió una casa bastante grande, y con colores rojos vino y oro. Era muy elegante, parecía de la realeza.
Caminó a lo que parecía la cocina. Un olor delicioso a desayuno del rey lo deleitaba. Cuando entró, vio a un señor cocinando, mientras que otro estaba sentado en una pequeña mesa apartado leyendo el periódico.
Tocó la puerta de la cocina, para avisar su llegada, por alguna razón, sentía sus cuerdas vocales secas. Su madre siempre le daba un vaso de leche antes de dormir. Suponía que no lo hizo.
El mayor que estaba cocinando volteó a verlo inmediatamente, como si estuviera todo el día esperando una señal de él. El otro tipo solo se quedó leyendo mientras le daba una mirada juzgona.
— Hola, niño — intentó saludar con una sonrisa, para no hacerlo sentir incómodo.
— No creo que siga siendo un niño — musitó el otro tipo mientras bebía de su taza.
— Cállate, Hwan Woong — le dijo para mirarlo de nuevo, al chico adolescente que estaba frente a él, con una mirada curiosa —. Soy Jaehyun — se presentó mostrando su peculiar sonrisa.
— Hola, Jaehyun — saludó en voz baja, incluso él se sorprendió de la grave voz que había salido de su boca.
— Hola — asintió sin saber cómo comportarse —. ¿Quieres comer algo? Debes tener hambre.
