𝐀𝐂𝐓𝐒 ┃ ❝Mi vida se divide en actos, y de todos esos, el nuestro es el que más aprecio❞
La vida de un pequeño niño, Park Sunghoon, da un giro cuando su madre obsesionada con la inmortalidad lo usa para salvarse a ella misma. Su vida ya no será la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
| ︶꒦꒷♡꒷꒦︶ |
— ¡Jay, para! ¡Sunoo se está poniendo morado! — gritó Jake deteniendo a Jay de ahorcar a Sunoo en la pared.
Llegó hasta él para apartarlo bruscamente, mientras Sunoo tosía y agarraba su garganta.
— Jay, ¿pero qué pasó? ¿Por qué estrangulabas al bebé? — se acercó a Sunoo para poner una mano en su espalda.
— ¡Este maldito! — se acercó de nuevo, pero se detuvo por el brazo de Jake.
— Lo que sea que quieras hacerle, no — se agachó para ver cómo estaba Sunoo, por suerte, estaba volviendo a su color natural —. Sunnie, ¿qué pasó?
El chico tosió más para alzar la mirada, estaba sudando y tenía lágrimas en los ojos, sus labios casi sin color y el cabello pegado a la frente, con una mirada de ayuda y terror. En su cuello se empezaban a marcar unos dedos rojos.
— Su.. — su voz se oyó quebrada, se intentó aclarar la garganta para volver a intentar hablar — Sunghoon bebió sangre de nuevo.
Jake se paralizó en su lugar. Habían quedado con Jaehyun que él no podía ingerir una pizca de sangre, que debían mantenerla lejos de él. ¿Qué pasará si se entera?
— ¿Cómo...? — las palabras quedaron en su boca.
— Mi error — desvió la mirada, esperando que también intentaran matarlo —. Le ofrecí un alcohol leve, pero olvidé que era el mismo vaso donde tenía sangre.
— ¡Es tu culpa, Sunoo! — exclamó Jay, golpeando una pared del enojo — ¡Teníamos un solo trabajo! ¡Que Sunghoon no bebiera sangre, y se la ofreces!
— Jay, no es la forma... — intentó calmarlo Jake, pero Jay no lo dejó intentarlo.
— Cállate, Shim. No puedes negar que Sunoo tiene la culpa de esto.
— Admito que tengo la culpa, pero empeorará si sigues culpándome — dijo Sunoo, levantándose del suelo donde estaba tosiendo, se acercó a Jay lentamente.
— ¿Cómo dices, malcriado?
— Que te pongas tus pantalones de adulto, si es que lo eres y arreglemos esto. Hasta un niño de cinco años sabe que intentar matarme no es lo mejor. ¿Qué querías? ¿Tener un Sunghoon que bebió sangre y un cadáver? — escupió aquellas palabras, ganando un empujón de Jay contra la pared — Oh, se me olvidaba. No eres un hyung, ¡solo un chico grande que cree saber todo!
— ¡Y tú un niño que cree haber sufrido! ¿Crees que eres el único que lloró esos días? ¡Absolutamente todos lloramos y sufrimos, Sunoo! ¡Deja de querer que alguien te añoñe! — lo empujó de nuevo, haciendo que Sunoo chocara bruscamente contra la pared, dando en su cabeza.
Se llevó una mano a la cabeza, viendo que se dio muy fuerte con el cuadro de la pared. Su mano tenía algo de sangre. Pero no le importaba, debía arreglar su error y no dejarse ver débil ante Jay.
— Debí dejar que tu guitarra se quedara en esa casa — susurró con rencor, mirando fijamente a los ojos a Jay, para irse de aquel pasillo donde había buscado ayuda de su hyung, encontrando un desconocido que intentó matarlo por su error.
Jay miró al suelo, sintiendo a Jake caminar hacia él.
— Debes arreglar esto después, pero antes, busquemos a Sunghoon — musitó Jake, animándolo a hacer lo correcto.
Jay asintió, subieron las escaleras, abriendo cada puerta de la casa. Agradecían que esa parte de la casa estuviera vacía, porque sería peor encontrar a Sunghoon en un estado... inestable, y que haya personas cerca, muchos cuellos disponibles.
Jay y Jake ni siquiera querían pensar en esa situación.
Fue en una puerta cerrada con llave, la cual estaba ahí, que encontraron al pobre chico, en un estado raro de locura. Estaba en el piso tirado, mirando con una sonrisa al techo, con ambos brazos extendidos detrás de él, con una pierna alzada y la cabeza hacia atrás.
Al parecer no había escuchado la puerta abrirse. Jay se acercó sigilosamente hacia Sunghoon, mientras Jake cerraba la puerta en caso de que saliera corriendo como loco adicto en busca de cuellos que morder.
— Sunghoon... — musitó Jay, recibiendo la mirada del chico, la cual lucía perdida. Sus ojos rojos y la sonrisa decían que claramente había bebido sangre, pero algo más tenía, seguro el efecto del alcohol.
Sunghoon lo examinó con la mirada, para reír. Volvió a mirar al techo, pero su mirada se entristeció, y cuando pensaba levantarse de su lugar, se desmayó.
Jay se apresuró a alcanzarlo antes de darse con el suelo. Jake se apresuró a ir donde ellos.
— ¿Qué le pasó? — cuestionó nervioso.
— No sé, pero Jaehyun no puede verlo así — razonó Jay, levantándolo para ponerlo en un sofá.
— ¿Y cómo hacemos eso? Es su hijo, no lo podemos dejar aquí y ya.
— Claro que sí, pero necesitamos ayuda de los demás —lo miró. Jake esperó oír su grandioso plan —. Le diremos a Jaehyun que Sunghoon quiso quedarse a dormir aquí, lo convencimos de hacerlo. Al ser tan liberal, lo dejará. Le explicaremos a Sunghoon la historia y haremos una coartada en caso de necesitarla.
— ¿Y quién irá a mentirle en la cara a Jaehyun? — se cruzó de brazos.
— ¿Quién es el mejor mentiroso de nosotros? — con una sonrisa, caminó hacia fuera, seguido de Jake.