šššš ā āMi vida se divide en actos, y de todos esos, el nuestro es el que mĆ”s aprecioā
La vida de un pequeƱo niƱo, Park Sunghoon, da un giro cuando su madre obsesionada con la inmortalidad lo usa para salvarse a ella misma. Su vida ya no serƔ la...
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Jaehyun manejaba una van de tres filas de asientos, para ocho personas contando al conductor. A Jaehyun le había comunicado que debía estar en la escuela de Sunghoon a las 6:00 am para recoger a sus alumnos correspondientes. Su hijo estaba en un asiento de atrás durmiendo por la hora en la que se levantó.
Cuando llegaron al destino, Jaehyun fue a la parte de atrás para acomodar mejor las maletas. Estarían tres días de viaje, los alumnos haciendo proyectos y aprendiendo y él supervisando. Fácil.
Sunghoon sintió movimiento a su lado después de un rato, y un peso en su hombro. Abrió los ojos lentamente para ver a su amigo Jake en su hombro durmiendo, y a Sunoo intentando no reír mientras tiraba fotos. Sunghoon se tapó la cara y cerró los ojos de nuevo.
Al rato, volvió a escuchar lo que parecían risas, pero las ignoró. Podía jurar que eran los otros chicos riendo. Y tal vez tirando fotos.
Abrió los ojos solo para ver y comprobar, viendo que ellos reían más fuerte.
Giró la cabeza hacia Jake confundido, viendo de qué reían. El chico tenía su boca abierta y había empezado a babear sobre él.
— ¡Qué asco, Jake! — lo empujó lejos de él y buscó con qué limpiar su baba. Los chicos estallaron en risas mientras el dormilón abría los ojos confundido del susto.
— ¡Llevas mucho así! — comentó Heeseung con risas. Sunoo empezó a aplaudir de la risa.
— ¿Por qué no me dijeron? Qué malos amigos, en serio — exclamó molesto mientras limpiaba con una servilleta y gel antibacterial la baba de su ropa. Por suerte tenía un suéter y una camisa debajo.
— ¿Sabes? Aún huele a baba — comentó Jay hacia la mancha del suéter de Sunghoon.
— Esa mancha se ve sospechosa.
— Mejor me quito el suéter — dijo, haciendo ademanes para salir de la van. Puso sus pies en la tierra y alzó el suéter para quitárselo. Sintió el frío de la mañana en su piel, así que se apresuró a bajar la tela de su camisa.
— Hola — escuchó frente a él. Alzó la vista, para encontrarse con Seoyul, con un sonrojo en sus mejillas y un abrigo —. Estás enseñando carne, ¿sabías? — señaló su torso.
Sunghoon vio que la camisa estaba arriba, dejando ver su abdomen. Se apresuró a acomodar la camisa nervioso.
— Gracias, no lo había visto — dijo a la chica. Ella se acercó a la parte de atrás y conoció al padre de Sunghoon.
— Hola, señor Park — hizo una reverencia —. Soy Na Seoyul, una de los alumnos encargados a su cargo. Un placer — levantó la cabeza, viendo a un joven padre sonriendo hacia ella.
— Soy Jaehyun, un placer, Na Seoyul — sonrió. Miró a Sunghoon, queriendo una comprobación de sus sospechas, y el chico asintió tímido —. ¿Tienes el permiso firmado por tus padres? — preguntó, siguiendo el protocolo que se le dio.