𝐀𝐂𝐓𝐒 ┃ ❝Mi vida se divide en actos, y de todos esos, el nuestro es el que más aprecio❞
La vida de un pequeño niño, Park Sunghoon, da un giro cuando su madre obsesionada con la inmortalidad lo usa para salvarse a ella misma. Su vida ya no será la...
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Sunghoon se encontraba en la escuela, en su escritorio, leyendo un libro que encontró entre las cosas viejas de su papá. Había visto muchas cosas, incluso libros en otros idiomas. Pero le interesó uno en especial, tanto que lo tomó y lo había empezado a leer la noche anterior. No lo leyó más porque quería llegar temprano a la escuela y sentarse a tranquilamente a enterrarse en la historia de cuatro asesinados cardenales bajo el nombre de una antigua hermandad enemiga del Vaticano. Sí, un libro muy interesante. Sunghoon lo creyó aburrido al principio, pero a medida que seguía leyendo los cortos capítulos, quería saber cómo averiguarían todo sobre los asesinatos.
Pero su paz duró hasta el capítulo 13, cuando un recipiente se mostró en su mesa. Alzó los ojos lentamente, y se encontró a Na Seoyul, la chica de sus sueños, y la cual estaba destinado a amar. Tenía una sonrisa gentil en su rostro, con las manos en la correas de la mochila. Tomó el separador y lo puso en la página donde estaba, y cerró el libro para mirarla completamente.
— Hola, Sunghoon — saludó la chica.
— Hola, Na Seoyul. ¿Qué traes ahí? — devolvió el saludo y señaló el recipiente. Tenía una tapa, así que no lo veía.
— Ayer mi mamá hizo panes con mantequilla de ajo. Ella y yo no pudimos terminarlos, así que estoy compartiendo con todo el salón. Solo me sobra eso, y te encontré a ti primero — explicó, acercando el recipiente. Sunghoon lo abrió y vio, efectivamente, dos panes calientes con mantequilla de ajo derritiéndose —. ¿Sí te gusta el ajo? No lo sabía...
— De hecho, me gusta mucho — asintió y tomó uno. Lo probó y estaba bueno —. Está bueno. Dile a tu madre que gracias y que cocina bien — lo guardó y sacudió sus manos. Tomó el libro, esperando que Seoyul se fuera y pudiera continuar leyendo, pero todavía seguía ahí —. ¿Pasa algo?
— No, nada — pareció despertar de un trance —. Le diré a mi madre — asintió con una sonrisa, la cual Sunghoon notó que era falsa, y se fue.
Frunció el ceño y dirigió su mirada al libro. Pero, repasando las palabras de Seoyul, algo no cabía. Además de que no sonaba genuina la historia de que le habían sobrado panes, no pasó por algo el ''ella y yo no pudimos terminarlos''. ¿Qué pasó con su padre?
No mentiría, en serio pensó en un montón de excusas antes de preguntarse... ¿Tenía padre?
¿Acaso de aquello tenía que salvarla? ¿Del dolor de no tener padre? No lo sabía. Quería poder ayudarla con su vida, pero no sabía nada de ella.
El timbre sonó, haciendo a muchos alumnos entrar al salón. Sunghoon esperó comiendo pan de ajo mientras leía el libro a que sus amigos llegaran y a que el maestro comenzara la clase.
— ¿Qué comes? — preguntó Jake, dejando su mochila a su lado y sacando un cuaderno y un bolígrafo.
— Me dieron pan con mantequilla de ajo — comentó dándole uno.
— Dejará mal olor en tu boca — le informó con una expresión de disgusto.
— Traje chicles de menta.
— Sabiendo eso, dame pan — tomó el chico el pan del recipiente y comió. Sunghoon rio levemente y se paró de su silla para darle su recipiente a Seoyul.
La chica volvió a sonreír incómodamente, pero Sunghoon no dijo nada. Volvió a su silla al mismo tiempo que el maestro entraba y pedía silencio. Llegó a su asiento justo a tiempo para pedir atención ya que diría un anuncio importante.
— Alumnos, tenemos a alguien nuevo — se empezaron a oír voces entre murmullos —. Él es Nishimura Riki, quien se unió tarde debido a complicaciones de traslado. Démosle la bienvenida y las tareas para ayudarlo a integrarse entre ustedes.
— Hola — el chico hizo una reverencia —. Me llamo Riki, pero me decían Niki antes. Un placer.
El maestro indicó al chico que se sentara al final, donde había una mesa vacía, al lado de la mesa de Sunghoon y Jake.
Seoyul, al escuchar el apellido, miró al chico. Él tenía, por coincidencia, el mismo rostro y apellido que Nishimura Nishiro. ¿A este chico se refería con su ''familia''?
El chico llamado Riki -de apodo Niki- se sentó en su lugar, esperando instrucciones del maestro. Era un chico alto, de ojos pequeños, facciones japonesas, cabello negro y ropa casual.
Riki sintió un picoteo en su brazo a los minutos de sentarse, a lo que miró a su compañero pálido dándole un papel. Lo tomó con curiosidad y lo abrió.
''+1 2** *** ****
Este en mi número. Te puedo mandar las tareas.
Por cierto, soy Sunoo. ¡Un gusto, Niki!''
Decía en el papel, con un dibujo de un zorro feliz.
Niki alzó la vista feliz de tener un amigo nuevo, buscando al dichoso Sunoo. Vio a un chico a lo lejos, con ojos de zorro. Supuso que era él.
Guardó el papel en su estuche y siguió prestando atención a la clase.
Nishiro le había dicho a Niki antes de dejarlo en la escuela que, estaban en una zona algo poblada de vampiros, y que algunos tratarían de descubrir de qué familia era, pero él no debía decir nada. Se enseñó a siempre negar cualquier cosa, aún cuando no podía negar la verdad.
Creyó que podría reconocer a los vampiros de solo verlos, pero no había visto ninguno desde que entró al salón. Hasta que un olor a metal le llegó a la nariz. Giró la cabeza en busca de eso, pero solo vio a un chico de su fila beber agua de tu termo.
Aunque, creyó ver sus ojos dilatar al beber ''agua''. Luego, le dio el termo a su compañero de mesa, y este actuó igual.
Niki sonrió. Había ido a al escuela en busca de amigo vampiros principalmente. Y lo había logrado.
Su padre le dijo que le mantuviera alejado de los vampiros, que muchos buscarían su mal, pero no le creía mucho. Nishiro era alguien muy paranoico. Su audacia fue heredada de su madre por suerte.
ㅡ Ya los encontré ㅡ musitó en su mano, satisfecho de haber encontrado a los mosquitos chupa sangre en la escuela fácilmente.