Los días comienzan a pasar como si nada. No se siente el tiempo cuando están juntos, es como desaparecer, pero de la forma más preciosa posible.
Ese abril llovía bastante, y hacía frío todos los días porque estaba nublado. Se acompañaban a casa una parte del camino y Changbin siempre le prestaba su suéter, porque Hyunjin lo olvidaba en casa. Se lo dejaba y al día siguiente el menor lo regresaba impregnado de su dulce aroma a caramelos, pintura y flores de cerezo. Changbin no podía evitar quedarse dormido en mitad de las clases, siendo así, utilizando la prenda como almohada. Olía tan bonito que resultaba más efectivo aquel hechizo que cualquier canción de cuna. Y Hyunjin le sonreía al notarlo dormitar. Su risita enternecía a su compañero de escritorio, haciéndolo sonreír también, como si acabase de descubrirlo haciendo travesuras.
Cuando estaban juntos, había demasiado silencio. Quizás Changbin no era en realidad un chico de palabras, ¿cierto? Era un chico de leer, eso es todo. De leer incluso aquello carente de idioma, pero de sobrado lenguaje. Y Hwang Hyunjin era expresivo, sin más. No tenía ninguna clase de filtro: su cuerpo reaccionaba al mundo, su rostro no podía ocultar la alegría o el enojo. Hyunjin era un chico de colores, con un alma iridiscente, unos ojos casi eternos, labios suaves y adictivo tacto.
Pasaban mucho tiempo haciendo nada. Se sentaban en el césped, se miraban, sonreían y luego se besaban. Eran sencillos, tranquilos, pacientes con el silencio carente de incomodidad. Tiempo perfecto para conocer mejor aquello que con palabras no eran capaces de expresar.
Fueron a muchos lugares también: muchos parques de los que recogieron muchas flores; muchas bibliotecas, muchas cafeterías llenas de pinturas azules.
— Cuando comience la universidad, creo que buscaré empleo en un bar karaoke — le contaba Hyunjin. Changbin no sospechaba anteriormente que su novio quisiera trabajar, pero asiente, pensando que será una buena idea.
— Tienes que llamarme siempre cuando termine tu turno, ¿bueno?
— Ay, ¿por qué? Quizás termino demasiado tarde, cuando ya estés durmiendo...
— Justamente por eso, Hwang Hyunjin: si vas a terminar tarde, iré por ti todos los días. Puede ser peligroso que andes por ahí afuera solo tan tarde.
— No tienes por qué preocuparte. Te mandaré un mensaje siempre al llegar a casa.
— Me llamas cuando termine tu turno — le repite. Changbin tiene claro lo que quiere. — O iré todas las noches a cantar y a dejarte propina hasta que termines y nos iremos juntos a casa.
— No es mala idea.
— ¿Me has escuchado cantar? — se ríe burlón.
— No, pero...
— No quieres hacerlo, en serio.
— De hecho, sí: ahora tengo curiosidad.
— También tengo curiosidad respecto a algo.
— ¿Qué es?
— Tu casa, Hyunie. Nunca he ido ahí.
— Ah... Bueno, vivo en un departamento con mi madre y mi padre, aunque él siempre está viajando. No es muy grande, en realidad... Comparado con tu casa, seguramente...
— Ey, mi casa no es grande.
— Eso deben pensar todos los ricos.
— No soy rico, Hyunjin.
— Déjame diferir con eso — ríe coquetamente, lamiendo sus labios después de forma leve y sutil. Changbin se ríe también por ello, regalándole un pico en la comisura izquierda de su boca. — Muy rico, Binnie.
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𝚁𝚊𝚖𝚎́ ¡! hyunsung → changjin ⚠︎
Novela Juvenil"... Algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo... " El punto de partida es lo que menos se esperaba: el chico listo le pide ayuda a Hyunjin para su examen de plásticas y entonces su definición del caos y lo hermoso se distorsiona con cada palabr...