22: elefante rosa

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— Deberías cortarte el cabello, Jisung — le dice su padre a la hora de la cena. Normalmente, el hombre insiste mucho en comer juntos. Es ahí donde se encuentra el mayor problema que tiene con su padre: sabe que todo es un desastre, pero sigue fingiendo que no pasa nada y lo único que le parece caótico es él.

— No está tan largo...

— Te ves como un delincuente. Se supone que somos una familia reservada, con gusto exquisito en el arte, pero no sabes ni el nombre de un solo poeta.

— Uy, pues apenas me vengo enterando de lo que se supone que somos...

— No quiero que te sientas atacado, ¿lo sabes? Solo busco lo mejor para ti — Jisung guarda sus manos por debajo de la mesa, sobre sus muslos, nervioso. No quiere que su padre lo mire temblar, y por lo mismo aparta la mirada, centrándose en su plato de comida casi intacto. Se siente incómodo. — Y, hablando de lo mejor para ti, ¿ya pensaste en lo que vas a estudiar cuando salgas del instituto? Te quedan unos meses nada más.

— Ya lo pensé... Sí... — su voz se va haciendo cada vez más fina, más pequeña, más ligera. Contraria a la de su padre que resulta incluso intimidante. No le gusta estar cerca de él: siente que le dará un infarto por todos los nervios que no quiere mostrarle.

— ¿Y bien? ¿Consideraste las opciones que te di?

— Yo... Es que no quiero estudiar, papá...

— ¿Hum? ¿Vas a tomarte un año? Entonces te buscaremos cursos para que no pierdas el tiempo. Quizás puedes aprender a tocar el violín, o puedo prepararte una lista de museos para visitar.

— No, papá... Es que yo... — siente que no respira. Jamás ha sido tan honesto como desea serlo ahora. Claro que entendería el desentendimiento de su padre al decirle, pero en el fondo de su corazón tiene una pizca de esperanza. La radiante ilusión de ser apoyado en algo que espera no parezca un juego. — Yo... Quiero cantar...

El señor Han guarda silencio. Jisung sabe que ha dejado de comer, quizás lo está mirando, pero no puede comprobarlo: está asustado. Su respiración se acelera y una lágrima resbala por su mejilla cuando el hombre se levanta, recogiendo los platos de ambos para llevarlos a la cocina.

— Así que... Tu plan es convertirte en un idol — es una conclusión que sale casi violenta por su boca, como si le golpease a Jisung justo en las costillas, impidiéndole respirar. Ya no hay aire a su alrededor.

— Hum... No exactamente... Solo quiero...

— Ese tipo de sueños son una pérdida de tiempo, Hannie — de pronto su tono es un poco más dulce, como si le estuviese hablando a un niño pequeño. — Si querías cantar, me hubieras dicho cuando eras pequeño. Pude conseguirte algún profesor de ópera, pero ya es muy tarde para ti. Ni siquiera sabes cantar.

— Ujum... — es lo único que su garganta puede reproducir sin ponerse a sollozar. Quizás su padre ya sabe que está llorando, simplemente por el hecho del miedo que le daba contarle sus sueños, pero sollozar ya era demasiado.

— Deberías ir a la universidad, ¿bueno? Hay muchas carreras que puedes estudiar, pero no quiero que cantes.

— Está bien...

— Te prepararé una lista de universidades para que investigues, tú no te preocupes por eso: sé que puede parecer tedioso.

— Sí... Gracias, yo...

— Ve a tu habitación, está bien.

Jisung se levanta de la mesa con miedo a caer. Camina tan rápido hasta la habitación que a su padre incluso le parece adorable, cuando lo único que es, quizás, sea miserable.

𝚁𝚊𝚖𝚎́ ¡! hyunsung → changjin ⚠︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora