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Capítulo 33

Los sembradores de JianLan

—¡Liu Qingge! ¿Cuántas malditas veces debo decirte que te vayas de QingJing y dejes de enviarme animales muertos?—dijo Shen Jiu harto viendo la cabeza de una bestia demoniaca en la puerta de su casita de bambú.

Shen Fu, que lo seguía para ir por un pincel para practicar caligrafía, se escondió detrás de sus piernas al ver la gran cabeza monstruosa frente a su casa. El niño no había visto, hasta el momento, los regalos que Liu Qingge dejaba en QingJing. Cuando el trato había terminado, Shen había logrado, junto con algunos discípulos mayores, mantener las cabezas bestiales fuera de la vista del niño. Esta vez no habían podido.

—Es un Tigre Nevado Cola de Serpiente—dijo Liu Qingge tomando a la cosa por los cuernos—. Su cerebro es muy bueno para los meridianos. Si puedes cocinarlo sería beneficioso.

—Si lo beneficioso es su cerebro, entonces la próxima trae eso solo y no toda la cabeza—dijo Shen molesto, manteniendo a Shen Fu detrás de sus piernas para que no viera la grotesca escena—. ¿Acaso crees que es agradable ver una cabeza de ese tipo delante de la puerta de mi casa?

Liu Qingge ignoró a Shen Fu. Lo había conocido cuando el trato terminó y regresó a molestar a QingJing. Hasta ese momento solo había escuchado rumores de un niño, hijo de Shen Jiu y una prostituta del Pabellón Rojo Cálido, y solo al regresar pudo conocerlo. El niño se escondió detrás de Ling Yi al ver a Liu Qingge, intimidado por el hombre que viajaba montado en una espada. Aunque no fue agradable, Liu Qingge no trato mal a Shen Fu y le ofreció ir a BaiZhan cuando llegara a la edad ideal para cultivar.

Shen Jiu no estaba dispuesto a dejar ir a Fu-er al pico de los monos brutos.

—Puedes usar los cuernos y el pelo para algo. Sé que son útiles—Liu Qingge se encogió de hombros, sacó su espada y se subió a ella—. Volveré en unos días, quiero ver que tanto has avanzado en combate, shixiong.

Y se marchó antes de que Shen pudiera arrojarle la cabeza del Tigre Nevado Cola de Serpiente. Shen Fu permaneció detrás de sus piernas hasta que dos discípulos mayores quitaron la cabeza de delante de la puerta y la llevaron a la cocina para extraer el cerebro para la cena de esa noche del maestro.

—Vamos, tienes que practicar tu caligrafía, Fu-er.

Shen Fu asintió y al ya no estar la cabeza, avanzó alegremente hasta la casita de bambú.

No hacía mucho que había comenzado a enseñarle caligrafía a Shen Fu luego de verlo aburrido durante sus clases. Creyó que era mejor tenerlo haciendo algo que fuera a serle útil a que siguiera haciendo dibujos gastando tinta en vano.

Al entrar guardó el abanico y se sentó esperando a que Shen Fu regresara con sus pinceles y hojas para practicar. Lo primero que pensó en hacerle escribir fueron los números y su nombre. Los números del uno al tres, Shen Fu los había aprendido rápido. Los otros le costaban un poco y su nombre se había vuelto complicado. Shen pensó que sería difícil tener que enseñarle a un niño que apenas tenía cinco años, pero descubrió que no fue tan malo y que, al final, lo terminó disfrutando. Teniendo en cuenta que Shen Fu era todavía pequeño, usó pequeñas recompensas para que el niño tuviera avances más rápido. Aunque había funcionado en su mayor parte, no estaba funcionando con su nombre.

—Papá—llamó Fu-er sentándose frente a él esparciendo sus hojas y pinceles, algunas hojas ya escritas—, mira, hice tu nombre.

El número nueve estaba escrito en prácticamente una gran parte de la hoja que le había dado al niño para que practicara. El carácter estaba chueco y tenía exceso de tinta en algunas partes, pero al menos se entendía que era un nueve.

Sistema de Redención del Villano Escoria (BINGJIU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora