Extra 7

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Extra 7

Un cuento de amor

Tang Huaying caminó por el bosque de bambú. La fresca y pura brisa era gratificante. Podía entender por qué a Sheng Qing le había gustado tanto ese lugar y había deseado que su hijo creciera en un lugar así. Un lugar como ese era perfecto para que un niño creciera.

A ella le hubiera gustado que Jiu-er creciera en un sitio así y no como un pequeño esclavo maltratado del cual abusaron. Ella todavía no podía creer cuanta maldad había en el mundo como para destruir de esa manera a un niño tan pequeño. Su corazón dolía cada vez que pensaba en eso, sumergido en culpa por no poder cuidar de su pequeño hijo y evitarle tanto dolor. Incluso si el mismo Jiu-er no la culpaba por su desafortunado destino.

Pero ella no podía dejar de pensar en que si hubiera aceptado irse con Sheng Qing y no quedarse a pagar una deuda de vida, entonces su amado y su hijo no hubieran corrido suertes caóticas.

No te preocupes, ambos estarán bien, yo cuidaré de los dos.

Eso había dicho Sheng Qing, antes de despedirse por última vez de ella. Y luego, lo que recibió de él fue su cabeza cortada.

El dolor pinchó el corazón de Tang Huaying y sus ojos se humedecieron. Pero hizo retroceder el sentimiento y siguió caminando hasta una zona verde y tranquila. Los bambúes ahí eran altos y la brisa más fresca. Cerca se escuchaba un arroyo y los pájaros soltaban las hojas al montar vuelo.

Huaying saltó al árbol, trepando en él hasta alcanzar la manzana más roja y jugosa. Sheng Qing estaba en el suelo, cruzado de brazos y sonriendo al verla trepada como un mono al árbol. No dijo nada de eso al respecto, solo Huaying lo imaginó.

—Atrapa—dijo antes de lanzar la manzana.

Sheng Qing la atrapó sin problemas y la mordió. Huaying agarró una para ella y bajó de un salto, varias hojas cayendo con ella.

—Te doy la razón, este manzano tiene buenos frutos—rio Sheng Qing comenzando a caminar.

—Te lo dije—Huaying sonrió, comenzando a comer su manzana—. Soy buena encontrando estas cosas.

—¿Eres buena rastreadora de comida? Vaya, eso es un buen talento, creo que me gustaría tener ese don—sonrió Sheng Qing, bromeando con ella.

—No hablaba de comida, hablaba de todo en general—replicó ella picándole la frente en represalia—. ¿Acaso no te alimentas bien que siempre estás pensando en comer?

—Soy alguien muy activo, necesito energía para quemar constantemente, por eso debo comer todo el tiempo.

—Solo eres un glotón—Huaying rodó los ojos divertida, dándole un mordisco a su manzana.

Sheng Qing rio y replicó el ser un glotón con argumentos que solo lo hacían ver más glotón todavía. Huaying rio, divertida por la forma en que Sheng Qing argumentaba sin lógica todo lo que ella decía. Hasta que, al final, él tuvo que marcharse porque sino su shizun se preocuparía por él.

Huaying lo vio marcharse, su corazón esperando que Sheng Qing no se olvidara de ella y volviera a visitarla.

La hierba era tan fresca y mullida como se veía. Las rodillas de Huaying no sufrían de ningún daño al estar arrodillada sobre el suelo. El silencio era agradable, la tranquilidad flotando en el aire. Miró hacia el cielo, donde miles de hojas de bambú lo cubrían y no dejaban que el sol ingresara con libertad. Huaying cerró los ojos, dejando que la poca luz la iluminara y que la brisa refrescara su cuerpo.

Sistema de Redención del Villano Escoria (BINGJIU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora