Ep 18

3 0 0
                                    

Salí del baño y todo era un desastre. Las personas corrían en una sola dirección y aunque sospechaba que algo así podría ocurrir, no creí que sería tan pronto, y observando la expresión de John, supe que él tampoco conocía la razón de tanto revuelo.

Las personas fluían como la corriente de un lago y meterse en ella sería muy peligroso. Sentí la necesidad de correr como todos lo hacían, pues, ¿Acaso no era obvio que existía alguna amenaza que los ahuyentaba a todos?

— ¿Crees que también deba correr? — Pregunté dispuesta a huir en el primer segundo que el perro dijese que era lo más conveniente

— ¿Por qué lo harías? — El perro cuestionó con un tono de fastidio en su voz — Los humanos aman seguir las masas

Finalizó sus palabras con el estallido de un arma. Sabía que la parca no sería herida, pero yo no era inmortal igual que él, así que corrí sin pensarlo dos veces adentrándome en las masas de las que había hablado el perro con tanto repudio.

— ¡Corre más rápido! — Escuché sin ver quién hablaba, pero aquel tono de voz tan frustrante lo conocía perfectamente bien como para reconocerlo entre el tumulto — Ya no eres humana, usa tus habilidades!

El perro corrió a tal velocidad que sobrepasó a todo aquel que se cruzara en frente, incluyéndome.

Creí que él estaba en contra de que huyese, ¿Tal es su descaro que ahora corre mucho más rápido que yo para esconderse? O tal era el peligro que sobrecargó de miedo al cachorro que se negaba a hacer parte de la masa de humanos débiles.

Corrí sin mirar hacia atrás. Ver lo que me perseguía no me ayudaría a no tenerle miedo, solo me provocaría una parálisis y al final, la pérdida del juego que me esforzaba por ganar. En un momento que no puedo recordar con exactitud, alguien empujó de mí para hacerse paso tirándome por las escaleras del centro comercial, caí rodando por cada escalón y en ellos fui perdiendo la conciencia.

Al despertar estaba sobre dos escalones que lastimaban mi columna. Rápidamente, me levanté con la curiosidad de averiguar qué pasaba. La razón por la que me habían empujado, y el motivo por el que todos, inclusive el cachorro que no le temía a nada, saliesen huyendo pavoridos.

Claro que por mi mente pasaron todo tipo de cosas horrorosas, por ello, caminé para ascender las escaleras con sumo cuidado y silencio. Quería llegar hasta el escalón que me permitiera una vista completa del exterior o al menos de las pistas que me llevaran a la razón exacta del temor de todos.

Mi vista no alcanzó a ningún objetivo, todo se mostraba solitario causando que mi adrenalina subiese. Me aproximé un poco más hasta salir de mi pequeño escondite bajo las escaleras y me adentré al centro comercial. Estaba loca por regresar, pero necesitaba saber qué pasaba para tener el plan más sensato de huida. Aunque por mi mente también se hallaba el deseo de encontrar a la parca que siempre aparecía en mi protección.

El lugar estuvo desolado hasta que la primera mancha de sangre apareció, estaba acercándome al baño del que había escapado y por lo visto, fue el lugar donde ocurrió toda la masacre.

Miré el pasillo en el que me encontraba chapoteando en sangre, cuerpos descuartizados y tirados al rededor. Nunca había visto tanta sangre en vida y era tanta que me parecía imposible, quizá un acto de película improbable, pero cada extremidad que mis pies esquivaba, aterraba y eliminaba la fantasía de que todo fuese falso o producto de mi imaginación.

— ¡¿Qué haces ahí?! — Escuché reconociendo la voz del parca, pero una vez giré en su búsqueda, no logré hallar al cachorro que susurraba en mi mente

— ¿Dónde estás? — Susurré con miedo, pues ante tal escena horrorosa, no podía alzar la voz

— ¡Vete! ¡Ahora!

No entendía dónde se escondía el animal de mi mente, pero sus órdenes eran directas. Correr me pareció la mejor opción ante la situación, de todas formas, ya no deseaba saber quién o qué había realizado la masacre. Me conformaba con saber que terminaría siendo un cuerpo más, si no huía como el perro razonable me pedía.

Me dirigía a toda velocidad hacia la puerta que recordaba y era la salida del centro comercial. Cuando de pronto, vi al perro salir de uno de los extremos para unirse en mi huida.

— ¿Dónde estabas? — Cuestioné sin dejar de correr

— Oculto, sin mis poderes soy igual a ustedes y si llegase a usarlos, sabrían que una parca de arriba se involucró en el juego.

Me detuve cuando estuve segura de haberme alejado lo suficiente del centro comercial y al hacerlo, entré en pánico.

— ¿Qué pasó ahí? — Pregunté al perro que se detuvo junto a mí

— Todo se salió de control. Al parecer las demás fuentes decidieron abusar de su poder, en vez de esconderlo

— Espera... Aquella masacre — Hablaba tan sorprendida al captar el origen de todo que sentí el temor de la idea — ¿Fueron las fuentes?

— Así es — El perro mantuvo la tranquilidad — No sé por qué te sorprendes tanto. Son fuentes del infierno, la maldad yace en ellos. Sabía que esto pasaría cuando descubrieran sus nuevas capacidades. Algo que tú también tienes, ¿Ya lo has pensado?

— ¿Qué? ¿Quieres que también mate personas? No quiero hacer eso, se supone que todo esto era un juego, ¿Cómo es que tengo que convertirme en una asesina para ganar?

— Es la forma más rápida de acabar con esto — Se expresó con frustración — Además, ¿Lo olvidas? ¡Tú ya eres una asesina!

— ¡No...! — Grité para defenderme, pero no podía. Él tenía razón.

Estaba enojada a causa de lo que el perro me proponía, aun sabiendo que era la forma más rápida de acabar con el juego, de que si acababa con todos no habría nadie que pudiese atraparme, de que... Si lo intentaba, lograría ganar, incluso si yo fuese la única en llegar a la cima.

Puntos SuspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora