Ep 48

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— ¿Eso es todo? — Preguntó el hombre que había narrado primero su historia — ¿Tan grave es lo que hiciste que lo escondes de nosotros? No puedo creer que me juzgaras mientras ocultas tus pecados para victimizarte

— ¡No me compares contigo!

— Abre los ojos, ¡vinimos del infierno! ¿Piensas que alguno de aquí se va a creer tu historia de santa?

— Él tiene un punto — Intervino el chico — Todos aquí cometimos pecados, cuéntanos el tuyo — Propuso con una sonrisa y es que, viéndolo de esa manera, se había emocionado por las posibilidades de que aquella historia se hiciera más interesante

— El único pecado que cometí, fue haber aceptado llevarlo de regreso. Era demasiado inocente, creyó que el paso del tiempo había quitado algo de la maldad que se acumulaba en ese agujero, pero fue todo lo contrario

— No es suficiente — Esta vez, fui yo quien habló, y es que vi en la discusión la oportunidad que estaba buscando. Si era acertada, quizá ni Víctor ni yo tendríamos que ensuciarnos las manos — Para ir al infierno, necesitas algo más grave

Tras ser acorralada, la chica tuvo que responder.

— Yo... No lo sabía, pero... Él tenía otra enfermedad — Habló con seriedad, aunque quizá ocultaba los sentimientos reales que iban detrás de la continuación de su historia — Necesitaba de sus medicinas, así que... cuando nos fuimos del pueblo, él perdió la oportunidad de recuperarse.

— ¿Lo mataste? — Soltó entre risas Víctor, pues al igual que yo, esperaba que hubiese sido la perdición de alguien, pero no la del amigo autista

— Eres peor que yo — Habló el hombre con tranquilidad a pesar de conocer el peso de su provocación

— ¡Ya quisieras que alguien te quitara el puesto de rata antisocial! — Gritó la mujer y el primer empujón que tanto esperé, se dio.

Los demás espectadores intentaban ponerse en alguna posición, pero era difícil, pues contrario a lo que el hombre había dicho, ellos dos, eran iguales.

Tomé el brazo del chico y lo alejé de ambos, solo por si acaso. Era probable que esos dos acabaran con nuestras sospechas. Si uno mataba al otro, entonces nosotros nos encargaríamos de convertir el asesino en un traidor frente al resto. Esa era la idea, pero viendo lo mucho que Víctor disfrutaba la lucha de aquellas dos fuentes, me preocupaba que olvidara lo importante.

Nadie se entrometía en la discusión, eran indiferentes ante lo que sucedía. De mente y corazón fríos, así eran aquellos que nos acompañaban y así era como necesitábamos que fueran, pues cuando las palabras se convirtieron en golpes, nadie hizo más que esquivar lo que viniera hacia ellos.

— ¿Quién crees que gane? — Pregunté al chico una vez nos alejamos hacia las paredes de la cueva

— Probablemente la chica — Respondió sin pensarlo — Ese tipo es demasiado débil, no de cuerpo, sino de mente. Como dije antes, no hará nada por sí mismo, aunque sea el único que pueda

Comenzaba a sentir cierta tensión en Víctor, me preguntaba si alguna vez había sentido algo similar en su vida como millonario mimado, ¿acaso me había mentido y ocultaba algo más importante? De alguna manera, sentía que sus argumentos no podían ser de una persona rebelde como la que él me había mostrado, era más de alguien que había sufrido por un largo tiempo...

— ¿Lo ves? — Habló de repente el chico sacándome de mis pensamientos — La chica es fuerte, pero impulsiva, si se hubiese esforzado un poco, no habría acabo de esa manera tan humillante

La pelea había acabado más rápido de lo imaginado, bastó un momento de descuido para que la chica lo arrodillara y pusiera su mano hirviendo sobre la cabeza del hombre. Lo hizo lento mientras el hombre se retorcía de dolor, poco a poco fue mostrando su cráneo a la vez que los gritos se iban acabando, dejando unos pequeños suspiros que se confundían con el quemar de su piel. La chica había asegurado ser diferente y víctima de la maldad humana, pero al final, soltó todo lo que llevaba dentro, dejando ver que estaba a la par.

Los demás actuaron con normalidad, no les había sorprendido ni un poco lo presenciado, así que, antes de que siguieran adelante, tuve que intervenir.

— Parece que ya no tenemos que buscar más — Hablé en voz alta para que todos alcanzaran a escucharme — Hemos encontrado al traidor.

Miré fijamente a la chica para que todos entendieran mi comentario, pero haber iniciado el ataque no hizo que los otros me siguieran, es más, continuaron manteniéndose inmóviles.

— ¿Yo? No traicioné a nadie — Dijo casi entre risas

— ¿Segura? Lo mataste — Señalé las cenizas del que alguna vez fue un hombre

— ¿Y qué? Eso no es traición, ya escuchaste las instrucciones, no pasa nada si asesinamos inocentes

— Tú lo has dicho, era inocente y aun así, lo mataste

— Igual no importa

— Nos separamos de los otros para seguir este camino, eso nos convierte en un equipo y acabas de matar a uno de los nuestros.

— Tonterías — Dijo la chica enojada

— Me siento un poco inseguro – Se unió Víctor — Lo mataste solo por contar su historia, ¿Qué pasa si quieres hacer lo mismo con nosotros?

De algo estaba segura y es que Víctor era mucho mejor que yo para provocar. Una vez sus palabras fueron lanzadas, los demás comenzaron a dudar.

— Si creen que es la traidora, ¿por qué no la matan? — Preguntó uno de los presentes

— No me interesa el premio — Hablé rápidamente para no causar desconfianza

— A mí tampoco — Finalizó Víctor con la misma intención

Puntos SuspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora