Ep 21

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Caminaba entre la multitud, no era un buen momento para nadie, pero por extraño que pareciera, me divertía. En una situación tan peligrosa para todos, me estaba divirtiendo, y no era solo por la sensación de libertad que me prestaba el juego, sino que, de verdad me gustaba ser un maligno, jugar a esconderme y camuflarme entre todos. Me gustaba fingir que era normal y, por lo tanto, era parte de ellos.

No sé en qué momento había llegado al cementerio, seguí el flujo de personas pavoridas y acabé siendo guiada al barrio más pacífico de la humanidad. Caminaba danzante mientras observaba a mi alrededor, y ahí fue que, entre tantas personas, me tropecé con la peor de todas.

— Lo siento — Me disculpé sin estar segura de que el choque hubiese sido mi culpa

El chico fijó su vista en la mía y dejó ver su parecido a la parca, y no me refería al viejo cascarrabias que desconfiaba de mí todo el tiempo, sino al chico lindo que, aunque duro, me ayudó a escapar de la mansión de la reina Roja.

— Creí que había inventado este rostro, ¿Cómo supiste con exactitud a quién había visto en ti? — Hablé absorbida por la imagen que me resultaba tan familiar, y es que aún no comprendía por qué me causaba tantas emociones.

— ¿Qué haces? — El chico tomó mi mano decidida a tocarlo y luego noté como sus labios se iban elevando hasta finalizar con una expresión de pura burla — ¿Amor a primera vista?

— ¿Quién es ella? — Habló el chico que lo acompañaba

— No sé... ¿Una loca? — Respondió a su amigo sin despegar su vista de la mía y por supuesto, sin soltar mi mano — Dice que inventó mi rostro — Rio — ¿Quieres que sea tuyo cariño? Eso podemos arreglarlo, conozco un buen lugar

El chico hablaba cada vez con más burla hasta que pude ver el punto al que quería llegar. Una vez más, sería acosada por un hombre.

— Suéltame — Halé mi brazo provocando que el chico me soltara — Eres un imbécil, vete al diablo — Me dejé llevar por mis emociones y sinceramente, ya no me interesaba saber si era John o no

— Ay vamos, ¿Ahora te harás la difícil? — Comenzó el amigo del chico para unirse al ataque que más odiaba en el mundo

— Tranquilo, ella es para mí — El chico sonrió

— Estás loco

Dije mis palabras e intenté irme, pero mi camino fue atajado por el brazo intencionalmente puesto frente a mí.

— Vamos chiquita, sé que quieres. No te hagas de rogar — Ahora su burla se desvaneció abriendo paso a una total y escalofriante seriedad — Es aburrido.

Mi cerebro no pudo soltar una respuesta, todo en mí se apagó, pues lo único que veía era el recuerdo de sus palabras. ¿Acaso todos los acosadores eran iguales? Siempre expulsaban las mismas descaradas palabras, asumen que la mujer quiere y al obligarla, dicen que lo disfrutó, pero ya estaba muerta, ¿Cómo podía mi alma pasar por la misma situación que mi cuerpo? Es obvio que los canallas nunca cambian y ese chico tan altanero solo podía ser una cosa, un maligno.

Ninguna persona normal lograría ese nivel de cinismo, lo más probable es que viniera del mismísimo infierno y cómo las demás fuentes, se estaba aprovechando de eso.

— Me voy — Logré mantener la mirada y expresar mi fuerza. Demostrar que seguiría defendiendo todo lo que quedaba de mí

— ¿A dónde vas linda? Todo es un desastre, si vienes conmigo te protegeré muy cariñosamente — El chico no dejaba de sonreír y eso alteraba más mis emociones

— No quiero hablar con un muerto que anhela los placeres de un vivo — Dije y el chico se estremeció — Eres patético

Estaba en lo correcto, el chico era un maligno y no dudó en demostrarlo cuando mis palabras alcanzaron sus oídos para provocarlo. Él me empujó e hizo que chocará contra la pared, el estruendo resonó y quebrajó los cimientos, ahora, la persona más asustada era el amigo del chico, fue fácil derivar que no sabía el verdadero ser de con quién andaba. Podía ver el terror en su mirada, y más, cuando decidió huir abandonándome con el maligno que me estrangulaba y levantaba con una sola mano. Mostraba a todos los presentes la fuerza que había obtenido, me hacía pensar que no le interesaba si alguien lo descubría, así que sería difícil escapar de él.

— Sabes muchos detalles sobre lo que soy — Mi cuello estaba siendo estrujado con fuerza — Significa que tú eres uno de nosotros... Mira nada más, qué vergüenza, estás que te mueres

— Seguimos siendo humanos, idiota — Mis palabras salían con dificultad, ya que él tenía razón, si seguía así, moriría en cualquier momento

— ¿Humanos? — Habló entre risas y carcajadas mientras el público que nos observaba comenzaba a desaparecer por su propia seguridad — Ya no somos esa basura, somos superiores, ¡Yo soy superior! ¡¿Cómo te atreves a decir que soy un simple humano?!

No se me ocurría una idea para deshacerme de la mano que me estrangulaba, si tan solo tuviera mis pies sobre la tierra, intentaría forcejear, pero al permanecer levantada por la fuerza descomunal de la bestia, me hallaba perdida e inevitablemente aterrada.

Cerré mis ojos cuando la presión se subió a mi cabeza, estaba en la etapa de aceptación, de saber que el cachorro tenía razón y yo... No lo iba a lograr a mi manera, pero, aunque atacara como la parca lo pidió, sería imposible que lograra defenderme cuando no sabía cómo superar mi propia debilidad.

Mis ojos cerrados asomaron la oscuridad del exterior y en ese instante, cuando todo se veía perdido, caí en un golpe que me dejó aturdida hasta que el ladrido más anhelado alcanzó mis oídos.

Puntos SuspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora