Ep 28

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Abrí mis ojos antes de que las rocas acabasen de caer, el daño había sido grande, tanto que lo que era una casa, ahora era un enorme hoyo en el suelo. Sabía que una explosión así mataría a cualquiera, pero si yo seguía con vida, esa "cosa" también lo estaba. Me levanté con el dolor persistente en cada parte de mi cuerpo, me esforcé por no caer, por no rendirme en el primer derrame de sangre que mis heridas soltaron, pues debía salir de ahí lo más pronto posible y alejarme la mayor distancia permitida.

Corría como podía, pues incluso mis pies me hacían cojear y si sentía con cuidado, notaría el gran malestar de mi cuerpo que incluso podía obligarme a elegir entre una de piernas para descansar, pues así era, cojeaba en un pie, pero ambos estaban mal, si no me impidiese caminar, cojearía de ambos lados.

...

A mi derecha, en una gran multitud de desquiciados gritos, vi aparecer al chico que corría siendo perseguido. Usaba mi mismo truco, ponía obstáculos para que los demonios o persecutores, le dieran ventaja, ¿Cuál era la diferencia entre su plan y el mío? Bueno, lo que para mí eran casas que convertir en escombros, para él, eran humanos que convertir en bombas distractoras de sangre caliente y latiente. Logré incluso para mi infortunio, ver a los demonios destrozar a un joven, lo desmembraron con tanta facilidad que quise darme la vuelta y huir en sentido contrario.

Mientras yo temía que hubiese personas en las casas que destruía para mi beneficio, él lanzaba humanos como rocas al abismo y se asegura de que murieran para que él pudiera vivir en su lugar, y vaya que le funcionaba. Los demonios se entretenían con facilidad ante cada presa que les era arrojada y me estremecí, quise huir, pero no sabía dónde. Me detuve y exhalé cansada, probablemente caería rendida y moriría por cualquiera, la bestia o los demonios, moriría de una forma tan patética.

— Claro que eres patética, pero no puedes rendirte — Fueron las palabras que resonaron en mi mente y que reconocí de inmediato

— John, ¡¿Dónde estás?! — Quise gritar, pero estaba tan llena de lágrimas que mi voz falló.

No quise rendirme. Después de escuchar a mi amigo, supe que esa no era una forma digna de morir, me había esforzado tanto y necesitaba que valiese la pena. Me levanté del suelo al que mis piernas cansadas me habían anclado y caminé decidida a vivir, a luchar incansablemente por esa oportunidad que merecía, y aunque doliese, tenía que intentarlo, escapar y correr.

Mis piernas sangraban, el dolor me apuñalaba desde el exterior hasta mis nervios más sensibles, pero no me detuve, corrí cada vez más rápido y al final, logré recuperar la velocidad que como maligno podía tener. De ese modo, escuché los pasos ruidosos del monstruo a mis espaldas, pero no miré, no quise recordarme que mis intentos podrían acabar en nada, quería creer que ganaría, creerlo tanto que se hiciera realidad.

De pronto, el chico comenzó a gritar todo tipo de locuras para referirse a mí, "Señora" "Loca" "Desquiciada" "Mujer tonta" incluso llegué a escuchar un indispensable "Estúpida". Él, bajo tantos gritos y palabras poco prudentes, intentaba llamar mi atención. Tras conseguir su objetivo y sacarme de mis pensamientos, pude seguirlo con la mirada, estaba a punto de entrar a la misma carretera que yo transitaba y mientras corría, no dejaba de verme.

— ¡Por aquí! — Gritó y fue suficiente para que corriera hasta alcanzarlo

Sabía que debía huir, pero no tenía claro a dónde podría ir en ese mundo al que no le quedaba mucho tiempo de existencia, así que, cuando el chico me sugirió seguirlo, me pareció lo más cuerdo posible, o al menos eso creí en ese instante, pensé que necesitaba una dirección y ya la tenía, lo loco sería quedarme allí sin hacer nada.

Mi cuerpo aún me dolía y moverme era cada vez más difícil, afortunadamente la velocidad de ser un maligno prevalecía y pude usarla para llegar al chico tan pronto como él se adentró a la misma carretera que yo. Estuve a punto de preguntarle hacia dónde debía dirigirme ahora, pero él fue más rápido que mis palabras y se lanzó encima de mí, posicionándose en mi espalda como antes lo había hecho.

— ¡¿Qué haces?! — Me quejé, pues con tantas heridas, cargar el peso del chico, que, aunque liviano, seguía siendo una tortura en el estado en que me encontraba.

— ¡Corre hacia la luz! — Se apresuró a decir

No sabía a qué luz se refería y, aun así, no me detuve para bajarlo de mi cuerpo dolido, pues había tantas personas tras de él y por el hecho, tras de mí, que pararme siquiera a meditar el asunto, sería una total pérdida.

No tardó mucho para que la luz que el chico había mencionado fuera captada por mis ojos.

— ¿Qué es eso...? — Pregunté casi deslumbrada. Me sorprendía que fuese tan parecida a la del primer juego del que fui partícipe y considerar esa idea, me hizo dudar, ¿Realmente era seguro seguir esa luz?

— La salida — Noté la calma con la que el chico hablaba, era ese mismo tono que demostraba seguridad y control, o al menos, eso era lo que él consideraba — Estamos cerca, ya casi ganamos este juego

Aún tenía mis dudas sobre la luz, pero aquel comentario me dio un poco de esperanza, tal vez todo estaba a punto de acabar, aquel juego y aquellas persecuciones terminarían una vez llegara a ese resplandeciente final de carretera.

— ¿Qué carajos es eso? — El chico habló y en mi espalda sentí su rigidez

La curiosidad actuó antes que mi razonamiento, y así fue como volteé, la gran bestia nos estaba observando desde el gran agujero en el que había hecho explosión, y era extraño, pues no se movía ni un centímetro, solo nos observaba huir, se quedó quieto mientras los demás nos seguían y eso aumentó mis sospechas histéricas, ¿Acaso llegar a esa luz era más peligroso que ser atrapada por la bestia? ¿Por ello nos dejaba ir? ¿De verdad el chico sabía lo que hacía o todo era una trampa?

Estaba a punto de llegar a la luz que cegaba a los persecutores, pero que, por alguna razón, mis ojos no eran afectados. Podía ver con claridad a dónde había llegado. Si me atrevía a comparar, diría que se trataba de un muro infinito de luz propia. Sentía que quería tocarlo como si me atrajese de nuevo, pero también presentía que, si lo hacía, desaparecería en él... Y así fue, antes de que pudiera arrepentirme de haber llegado allí, el chico me lanzó hacia el muro de luz y desaparecí junto a él.

Puntos SuspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora