Dos pasos fueron dados aquel día, pero no por la misma persona, y sin saberlo, se habían salvado uno al otro, cuando muchos no pudieron...
...
Me adelanté como lo hicieron todos, estaba frente al barranco y solo necesitaba dar un paso más para caer y terminar con ese sufrimiento poco sutil, pero cuando iba a hacerlo, Víctor tomó ventaja y estando a punto de caer, reaccioné para evitarlo. Algo dentro de mí, quiso impedirlo, lo tomé del hombro y lo sostuve para impedir su avance, en ese momento, como el romper de un cascarón, todos despertaron. No había notado que no era la única bajo aquella tortura, las demás fuentes suplicaban igual que yo por un final, y muchas de ellas lo consiguieron porque sin que nadie lograra impedirlo, se lanzaron al abismo.
El chico se giró para observarme y yo llevé mi vista a la suya, me preguntaba si me veía igual que él de demacrado, cansado y depresivo, ambos teníamos ojos pesarosos, pero nos aliviábamos de haber dejado ese sufrimiento atrás.
Luego, una corriente recorrió mi cuerpo desde la espalda hasta la cabeza, me dolía como si algo enorme y pesado se posicionara en ella y me oprimiera para chocarme contra el suelo, y sin despegar la vista de Víctor, logré atisbar un ojo del tamaño de su cabeza tras de él. Parpadeaba y me miraba directamente, reaccioné a la defensiva y moví al chico de aquel lugar desplazándonos hacia el medio de la multitud, pero en ese momento, todo pasó a ser una pequeña isla, no había un escape más que la muerte, si queríamos huir, debíamos saltar al precipicio.
— ¡Hay más de uno! — Gritaron a nuestras espaldas
Todos actuamos al unísono buscando aquel ojo extra, pero para nuestra mala suerte, no era uno, ni dos, eran demasiados para contar, de diferente tamaño y ubicación, emitían una sensación extraña y asquerosa que junto al miedo que se acumulaba, nos hacía encoger a todos. Nadie quería saltar, pero tampoco deseábamos quedarnos allí.
— Tranquilos — Se emitió un sonido de procedencia inexacta — El juego acaba aquí, ahora tenemos algo más interesante para hacer, así que salten
Nadie se movió
— Les dije que salten
Una vez más, nadie movió un solo dedo y, ¿cómo hacerlo? Aprovechaba la oportunidad para burlarse de nosotros
— Si no saltan, los mataré aquí mismo
Con ese ultimátum, todos comenzamos a dudar. ¿Qué era más conveniente, morir a manos de aquella cosa (expresión con poco acierto) o saltar al barranco y morir de todos modos? De cualquier manera, era nuestra elección y el chico lo sabía.
— Saltemos — Dijo mientras me tomaba del brazo para arrastrarme con él al abismo
— ¿Estás loco? ¿Desde cuándo confías así de fácil?
— Dijo que nos matará y la única salida que veo, está allí abajo — Comentó mirándome a los ojos — No me dejaré morir ahora, no después de todo lo que he hecho
... y así, sin más, saltó al precipicio.
— Ese chico... — Me giré rápidamente por el sonido de aquella voz — Qué inteligente es
Un ojo del tamaño de un balón de fútbol se acercó a mí flotando y sin hacer más que mirarme, reprodujo un comentario curioso y es que, con ello, me dejó claro que sabía quiénes éramos, los rebeldes, los desertores...
— Pobre muchacho, si mueres aquí se llevará toda la culpa
Entonces, considerando la posibilidad de que fuese una trampa especial para nosotros, entendí que quedarme no era conveniente, así que salté y caí una larga distancia. Giraba en el aire y tropezaba contra paredes de roca, no pasó mucho tiempo para que el fondo se presentara con oscuridad, la luz se iba desapareciendo y cuando mis ojos no pudieron ver nada más, choqué.
Un fuerte estallido se produjo y creí que todo había acabado. Mi cuerpo dolía de una forma intensa, era como si cada una de las partes de mi cuerpo se hubiese roto y esparcido en distintos lugares, pero cómo saberlo, no alcanzaba a ver nada o quizá era que mi cerebro había estallado también. No podía moverme y si intentaba levantarme, dolía aún más. Fue un momento de perseverante agonía, había sido preferible desaparecer como polvo. Unos instantes después, se escucharon más estallidos acompañados de gritos, valientes que decidieron saltar o tal vez, aquel ser acabó obligando a los que no lo hicieron por voluntad propia.
— Hola mis niños
Fue entonces cuando regresamos, en un instante todo había cambiado, el lugar, la situación, las personas e incluso, nosotros mismos. Luego de tanto dolor, no podía haber nada peor, aunque, mirándonos fijamente, Víctor y yo sabíamos que sí lo había y que probablemente, era lo que nos esperaba, después de todo, este era un juego y nosotros éramos sus fichas más divertidas.
— Tomen asiento — Alguien dijo y nos transportó a unas mesitas individuales.
El lugar era un campo abierto, en él no existía más que las mesas en las que fuimos acomodados las fuentes que habían saltado, porque sí, comenzaba a notar el descenso de participantes. Las mesitas tenían ancladas unas sombrillas sobre ellas para impedir el paso del sol que ardía y se hacía presente cada vez más, el calor era extremo y para acompañarlo, como un método de cortesía, nos habían dejado a cada uno una jarra con lo que parecía ser jugo de limón. Algo provocativo en el momento, pero al ver que nadie tomaba el vaso para servirse un trago, me hacía pensar que no era la única que sospechaba de su contenido.
— Demasiado amable para venir de los dioses — Dije para mis adentros, aunque no pareció ser de esa manera
— Eso es grosero — Dijo el niño que estaba a mi lado, alguien a quien no habría notado de no haber sido por su escandaloso comentario — ¿La escuchaste padre? — Decía el niño mientras corría hacia un chico de no más de veinte años, o al menos eso aparentaba
— La he escuchado y es... interesante
Confundida intenté procesar lo que sucedía y aunque no era la primera vez que maldecía a los dioses, ahora me habían escuchado, eso sumaba puntos en mi contra y qué poco desfavorable era cuando ya me tenían entre ceja y ceja, por otro lado, el chico sentado en una mesa a poca distancia de la mía, me hacía señas para que me callara o dejara de hacer estupideces que nos metieran en un problema mayor, eso me hizo pensar en lo jodida que estaba, y es que la apariencia de esos dos niños, me daba mala espina, siempre he dicho que los cuerpos pequeños albergan una gran maldad, me pregunto, ¿De qué tamaño será su envase?
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Puntos Suspensivos
FantasíaAlgunas vidas son arruinadas por las acciones de otras personas. Acorraladas por no tener más opciones, acaban cometiendo pecados que los condenan de por vida y... de por muerte. Al ser escuchado el llamado humano, se es contemplada la idea por ser...