No sé cuánto tiempo pasó, pero para mí fue eterno. El chico sin moverse y yo sobre su espalda, diría que eso entraba en una de las escenas más vergonzosas de mi existencia y es que tanto silencio mientras me sostenía abrazada a un hombre, no era algo que solía hacer todos los días.
— ¿Te preguntas por qué te salvé y no te dejé caer? — Finalmente, el silencio se rompió con aquella pregunta
— ¿Tal vez...? — Fui cautelosa al responder, en llegado caso y el chico se estuviese arrepintiendo
— Es por eso
El chico observó hacia abajo y al seguir su mirada me encontré con un pueblo que empezaba a verse cada vez más claro. No diría que era antiguo, era más como los pueblos tercermundistas de la actualidad que yo viví, del mundo que pisé alguna vez. Para mí era fácil confundirme, los dioses se esforzaban mucho por hacernos sentir como en casa y ese lugar no tenía tanta fantasía y mezclas de épocas como en el anterior juego.
— ¿Es el siguiente nivel? — Pregunté mientras comenzaba a pensar en una forma de bajar y entrar a la nueva competencia
— No — El chico habló y como si fuera obvia la explicación, no me la dio hasta que hablé para fastidiarlo como él no dudaba en demostrarlo
— ¿No? Entonces, ¿Qué es ese lugar?
— ¿No se te ocurre nada? ¿Cómo llegaste hasta aquí?
— Habla de una vez, ¿Tan difícil es explicarme qué es eso y porque estamos aquí? — Expresé con rabia, pues la intriga del momento era demasiado para soportar
De pronto y sin dar una respuesta a mis insistencias, el chico giró su rostro y me observó atentamente. Pude ver lo aburrido que estaba por mis quejas y mientras más fijaba mi vista a la suya, más me arrepentía de haberle insistido tanto, ¿cómo pude olvidar que estaba sobre un monstruo?
Antes de poder zafarme, él me tomó de uno de mis brazos y tan fácil como me subió a su espalda, me bajó de ella. De nuevo, estaba colgando de su agarre mientras él me miraba con desprecio y superioridad.
— Eres una señora muy quejumbrosa
— ¿Se... Señora? — Me sentí ofendida por el nombramiento, a menos que estuviera casada, esa palabra solo podía ser mencionada ante una vejez notable. Yo no era tan mayor y si comparábamos apariencias, el chico tampoco se veía de 20 años
En cuanto mi tono regresó a la inconformidad, el chico hizo una mueca de fastidioso y antes de que pudiese predecir el movimiento, tomó impulso y me lanzó lejos y esta vez, nadie pudo evitar mi caída.
...
Caí entre muchos arbustos y arena, al parecer se trataba de una carretera de tierra, el lugar estaba desierto, así que nadie logró asistirme, porque aun estando superdotada por los beneficios de jugadora, seguía estando herida por los golpes de la bestia y si me atrevía a confesar, mi cuerpo no estaba en las mejores condiciones para ser arrojada a tal altura. Realmente me había dolido.
— Maldito imbécil... ¿Dónde se supone que estoy? — Murmuré dolida mientras me levantaba — ¿Acaso... Esta es su forma de sacarme del juego?
Según él, ese no era el siguiente nivel, por lo que, si continuaba allí, perdería la oportunidad de reencarnar, pero cómo saldría de esa situación, era obvio que me faltaba demasiada información y de seguro, lo necesario para regresar.
— ¡Desgraciado! — Grité al darme cuenta de que, si no encontraba una manera, lo perdería todo
Caminé buscando el pueblo de antes, creía que había una razón por la que el chico me había mostrado ese lugar, así que iba por ella. Necesitaba averiguar algo de toda la información faltante, no me iba a rendir tan fácil. Seguí la carretera en dirección contraria a la que fui arrojada, el sol calentaba y mis heridas ardían, eso, sin contar la tierra que, a causa del viento, me azotaba con intensidad. Estaba vuelta un asco, la caída me había llenado de arena por doquier y tanto mi andrajosa ropa como mi cuerpo, estaban manchados de sangre. Era un milagro que no me sentase a llorar sin esperanzas, quizá la compañía de John hizo que cambiara un poco mi actitud cobarde... John... ¿Dónde estás?
Ahora que el chico había huido y no solo eso, sino que se había revelado en mi contra, ya no tenía manera de encontrar al cachorro, me sentía triste porque por una vez, él era quien me necesitaba a mí y yo no podía hacer nada para corresponder todas las veces que me había salvado.
...
Luego de mucho caminar, encontré el pueblo de antes. Me adentré a la calle que separaba las casas unas de otras y comenzaron a aparecer unas cuantas personas. La situación fue distinta a los juegos, pues a pesar de mi estado, nadie se acercó a ayudarme o siquiera a preguntarme cómo estaba, solo me miraban con curiosidad y con tanta intensidad que me sentí incómoda. Seguí caminando pasando casa tras casa, era un pueblo pequeño y de casas de ladrillo sin terminar. A mi derecha lograba ver la carretera que transité y no se veía tan lejana como recordaba, quizá por la tortura de cada paso, se me hizo difícil darme cuenta de la verdadera distancia. También lograba ver un campo de poca hierba y muy lejos más allá, se alcanzaban a ver montañas con árboles y pinos frondosos.
Me detuve en la esquina del pueblo donde se formaba una nueva carretera desierta y con tanto cansancio y dolor me cuestionaba si debía seguir y a dónde. Las personas a mis espaldas no hacían más que susurrar alterando mis sentidos, estaba cansada y frustrada, ahora entendía la última expresión del chico, pues aseguraba verme igual que él.
— ¿Te gusta el lugar? — Alguien habló a mis espaldas — Bienvenida de nuevo...
Me giré para saber con exactitud quién hablaba, pero, aunque no me sorprendía, sí me inquietaba la sonrisa que el chico expresa al verme.
— Este es el mundo real... El de los vivos — Concluyó
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Puntos Suspensivos
FantasyAlgunas vidas son arruinadas por las acciones de otras personas. Acorraladas por no tener más opciones, acaban cometiendo pecados que los condenan de por vida y... de por muerte. Al ser escuchado el llamado humano, se es contemplada la idea por ser...