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Melanie

18:30

«Se espera que el huracán Magnolia toque la costa americana sobre la media noche, haciéndose paso a través de Filadelfia y remitiendo en el interior de Pensilvania, sin llegar a ser una emergencia grave en dicha región. Sin embargo pedimos a nuestros oyentes que se mantengan en casa durante esta noche, a pesar de las festividades. Ante todo, buenas noches y feliz Halloween a quien nos escuche. »

Mientras el locutor volvía a reanudar la música miré de reojo a mis amigos, por si captaba alguna mala reacción al haber escuchado la noticia. Bryce mantenía los ojos puestos en la carretera, aferrándose al volante como si le fuese la vida en ello, a juzgar por el blanco de sus nudillos, se moría de nervios. Al parecer mi invitación lo cogió por sorpresa, aunque realmente llevaba planeando aquello desde hacía un tiempo. Día antes ya me había fijado en él, y en su coche. Sólo hizo falta contonear las caderas de izquierda a derecha, pestañear lentamente y agarrarme de su brazo en el pasillo para conseguir que nos trajese a TerrorVille.

—Espero que no me hayas hecho maquillarme para nada, Mel.

Georgia se inclinó hacia delante para que yo fuese consciente de su mirada amenazadora. Le sonreí con burla y, con un toque suave en su frente, la empujé juguetonamente hacia atrás, obligándola a volver a su sitio, en los asientos traseros junto a Ethan. 

—¿Cómo para nada? —pregunto de manera retórica—. Para lucirte frente a Ethan.

Me golpea el hombro con tirria y ahogo una risa. Echo un ojo a mi mejor amiga que se pone roja al momento, le echa una mirada al susodicho muriéndose de vergüenza. Él, como siempre, mantenía su mirada perdida en la ventana, haciéndose el inalcanzable como siempre. Aunque ambos sabíamos que no lo era. Tal vez no debería haberle invitado a él también, pero era la única forma de convencerla a ella para que viniese. Por muy altiva y segura de sí misma que se mostrara, cuando Ethan entraba en su círculo de visión esa coraza desaparecía. ¿El problema? Que él no era capaz de verlo, o por lo contrario, lo ignoraba. Por mucho que yo, aquella noche, intentase que se fijara en ella, él no cesaba en sus intentos de cruzar sus ojos azules con los míos a través del retrovisor.

Horas antes estábamos en mi casa, inmersas en la búsqueda del atuendo perfecto. Queríamos destacar, salirnos de lo común. Ninguna de nosotras estaba dispuesta a caer en los clichés de Halloween: nada de vampiros con colmillos de plástico ni maquillajes inspirados en alguna película. Sin embargo, por más que recorríamos internet en busca de ideas, ninguna parecía lo suficientemente original. Hasta que, finalmente, encontramos el dúo perfecto, uno que encajaba a la perfección con nosotras: la pelirroja y la morena.

Elegí unos pantalones cargo negros que se ajustaban bien a mis piernas y un top oscuro que dejaba mi vientre al descubierto, dejando que mi melena rojo cobrizo cayera libremente sobre mis hombros. Con unas botas negras completando el conjunto y los accesorios adecuados, me transformé en la mejor versión de Kim Possible que Baywood había visto. A mi lado, Georgia encarnaba a Shego con una precisión impecable, vistiendo un mono verde y negro que paría su segunda piel.

Habíamos logrado el disfraz perfecto y la confirmación de ello llegó cuando, al salir de casa, los chicos que nos recogieron en el coche nos observaron a través de las ventanillas, recorriéndonos con la mirada de arriba abajo, atónitos. No había duda alguna: esa noche, éramos lo mejor que iban a ver. 

—No te preocupes, el huracán ni nos rozará. Y si lo hace... ¿más emoción no, Bryce? 

—Eh... sí, sí —balbucea—. Sino siempre podemos coger el coche y os llevo rápido a casa no os preocupéis.

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