Georgia

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Melanie

Rory irrumpió en la sala con la angustia pintada en su rostro, y el silencio que siguió se volvió casi insoportable. Mis ojos, llenos de expectación y miedo, se movieron entre Carter e Ethan, ambos con expresiones que reflejaban la gravedad de la situación.

—¡No la encuentro, chicos! —exclamó Rory, su voz temblorosa resonando en la habitación—. ¡El coche estaba encendido y abierto, pero Leah no está en ninguna parte!

La noticia golpeó como un puñetazo en el estómago. Carter pasó por mi lado para intentar llegar hacia su amigo y, al parecer, tranquilizarle, pero Ethan reaccionó de inmediato, apartando a Rory con un gesto brusco y acusador.

—¡Ni se te ocurra tocarlo! —espetó Ethan, sus ojos destilando desconfianza hacia Carter—. ¿Le has hecho algo a Leah?

—¿Qué dices, Ethan? —soltó Rory confundido mirándolo.

Carter, en un intento de calmar los ánimos, alzó una mano con gesto pacificador.

—Tranquilo, tranquilo... 

Él dio unos pasos hacia atrás volviendo a ponerse a mi lado. Me miró con una media sonrisa y yo desvié la mirada hacia Rory, que estaba a punto de llorar, estaba realmente asustado y preocupado por su novia, ¿quién no lo estaría? Incluso yo, aunque nos hubiéramos distanciado, era mi amiga. Pensé que estaría fuera de todo esto, Carter lo había dicho. 

—Este loco nos ha metido a todos aquí, ¿algo sabrá?

—¿Qué? Pero si Carter... —Ethan le interrumpió.

—¿Sabes quien es?

—Nunca le pondría una mano encima a Leah —soltó Carter para defenderse—, las tengo reservadas para otra persona. 

Volví a mirarle, me dedicaba una de sus mejores sonrisas pícaras e incluso llegué a ruborizarme. Los cuatro nos quedamos callados, pero pude escuchar una queja por parte de Ethan, que se giró dándonos na espalda para ponerle a su amigo una mano en cada hombro e intentar que se estuviera quieto, daba vueltas por toda la habitación intentando poner su cabeza en orden.

—Rory, explícame con calma, ¿cuándo la viste por última vez?

La sala se llenó de una tensión asfixiante, y por un momento, las disputas personales quedaron en un segundo plano, opacadas por la incertidumbre de la desaparición de Leah. Las miradas cruzadas entre los tres hombres reflejaban la urgencia de encontrar respuestas.

Rory, con los ojos vidriosos y la voz entrecortada por la angustia, intentaba explicar la secuencia de eventos que lo llevó a descubrir que Leah había desaparecido. Su mirada se alternaba entre Carter y Ethan, buscando una respuesta en sus rostros, pero ambos estaban atrincherados en sus respectivas versiones de la historia.

Ethan, con la furia reflejada en sus ojos, se acercó a Rory, insistiendo en que Carter era el responsable de todo el caos que estábamos viviendo. Carter, por su parte, mantenía la calma aparente, tratando de convencer a Rory de su inocencia.

—No tengo razón alguna para hacerle daño a Leah. Rory, ¿crees que yo haría algo así? —intervino Carter, con un tono que buscaba persuadir más que imponer.

Rory, en medio de la confusión y el dolor, titubeó. La incertidumbre lo consumía, y no sabía a quién creer. Ethan insistía en que Carter estaba detrás de todo, mientras que Carter argumentaba que Ethan simplemente estaba celoso de nuestra relación.

—¡No entiendo nada! —exclamó Rory, enfrentándose a Carter—. Pero no puedo creer que Carter tenga algo que ver en la desaparición de Leah.

Ethan no dejó pasar la oportunidad para reforzar sus acusaciones.

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