Melanie

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Melanie

Para. No está bien. Sal corriendo. Acaba con esto ya.

Y en ese momento fue en el que me di cuenta de que ya había perdido la cordura del todo. Mi mente no iba al compás de mi cuerpo, ni viceversa. Y como único estímulo, Carter. Que continuaba explorando con sus manos, cada caricia aumentaba la intensidad de la conexión que se formaba entre nosotros. Conexión que tenía como protagonista su habilidad para erizar mi piel y mi poco autocontrol cuando se trataba de él. Cada roce de sus labios en mi piel desnuda me hacía olvidar en donde estaba y sobre todo, con quien.

La luz parpadeante de la sala me concedía una imagen fugaz de él a mis pies, en el momento en sus labios se posaron sobre mi piel desnuda mi reacción fue la de cerrar los ojos y disfrutar de aquel instante. Deseo reprimido, susurros ocultos y miradas cargadas de significado. Me presionó las caderas, me movió a su antojo. Y de un momento a otro sus huellas desaparecieron de mi cuerpo. Me di unos segundos antes de abrir los ojos, anticipando el frente a frente, pero con lo único que me encontré fue con su reflejo. Para mi desgracia no sólo con el suyo, sino con el mío propio.

Me encontraba frente a mi peor versión, desgastada, consumida... Carter, con su toque seguro y dominante, me estaba forzando a confrontar la realidad que me rodeaba, sin tener que decirme nada.

―¿Qué ves, Melanie...? ―dijo Carter, su aliento caliente rozando mi oído mientras su mano permanecía en mi cintura, trazando aquella "X" que lo había comenzado todo.

La "X" de la cual ya solo quedaban restos, la lluvia y sus besos la había ido consumiendo poco a poco. Al igual que a mi energía. Mi aspecto era lamentable, Quería dejar de mirarme, apartar la vista. El maquillaje corrido, el cabello desordenado y empapado, el barro en mi ropa... era la imagen de una noche desenfrenada. Aparté la vista, cerré los ojos, queriendo escapar de esa imagen. Pero Carter alzó su mano, sujetando mi barbilla firme, impidiéndome eludir la verdad. Entonces, con un gesto leve pero decisivo, inclinó mi rostro hacia el espejo, forzándome a encarar mi propia realidad.

―Esto es lo que eres, Melanie. No puedes seguir huyendo de ti misma ―murmuró Carter, su voz cargada de una extraña mezcla de deseo y desafío.

Una lágrima solitaria escapó de mis ojos y siguió el rastro de mi mejilla hasta perderse en el caos de mi reflejo. La confrontación con mi propia imagen, deteriorada y vulnerable, desencadenó una mezcla de emociones que se reflejaban en los ojos de Carter.

―¿Y qué soy según tú, Carter? ―mi voz estaba a punto de romperse, todo dependería de la respuesta que me diera.

―Eres Melanie, una chica arrogante, malcriada y egoísta... ―le miré con ira, sabiendo que si fuera mentira lo que decía no me afectaría tanto―. Que va de dura, pero en realidad es tan frágil que tan solo una horas me han hecho falta para poner tu mundo patas arriba.

―Entonces, ¿sólo he sido tu juguete?

Su mano aún sostenía mi barbilla, me dejé llevar por la leve presión que ejerció para girarme la cara y encontrarme cara a cara, a escasos milímetros de su boca. Sólo la diferencia de altura nos distanciaba. Distancia que terminó a elevar mi barbilla hacia él, me perdí en sus ojos verdes, iluminados por la luz parpadeante del techo.

―Eres mi mayor obsesión.

Un silencio denso y pesado se instaló entre nosotros, solo interrumpido por la sincronizada danza de la luz y nuestras respiraciones compartidas. Aquella confesión me tomó por sorpresa, no por el contenido, era más que obvio que Carter se había obsesionado conmigo, que su comportamiento no era el de una persona en sus cabales, pero que me lo dijera directamente y de la manera que lo hizo... Me temblaban las piernas sólo de escucharle.

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