Carter
Podía ver la duda en sus ojos marrones, pero yo bien sabía que escogería la opción correcta. No como en la casa encantada cuando eligió a su amiga antes que a mi. Aunque bien sé que lo hizo porque era lo que debía y no lo que deseaba. Se le veía en la mirada, en cómo reaccionaba su cuerpo, sólo que aún no lo quería admitir. Solo necesitaba un impulso, algo que la hiciera despertar del todo. Tenía que jugar mi última carta antes de que se me escapara de las manos para siempre, no podía dejar que saliese del parque aún.
Con mi mano aún en su cuello y sus ojos cerrados me di unos segundos para apreciar sus facciones, como las gotas de lluvia acariciaba su piel allí donde yo soñaba con hacerlo. Era hermosa y la quería para mi. A pesar de la obsesión que yo padecía, se podía ver claramente que podría ser la perdición de cualquier hombre que la mirase.
—Deja que me vaya...
Aquel leve susurro me despertó de mi ensoñamiento. ¿Cómo iba a dejarla marcha si era casi mía? Ya la había despojado de todo cuanto la ataba al exterior. ¿Qué más tenía que hacer, Melanie? Volvió a abrir los ojos, intenté dar con la respuesta a esa pregunta en ellos, pero no me transmitían nada útil, sólo alimentaba mis ganas de ella.
—No puedo —dije cortante la pura verdad a lo cual me respondió inmediatamente con con un resoplido que me frustró.
—¿Y qué es lo que quieres, Carter? —ya comenzaba a elevar la voz.
—Dije que te haría pagar lo que me hiciste.
Me alejó de ella con un empujón en mi pecho, si no fuese por la diferencia de altura hubiera notado su fuerza. Estaba enfadada, el estado de ánimo que más me gustaba de ella, reflejaba quien realmente era. Se pasó las manos por el pelo empapado por la lluvia, podía sentir sus desesperación. Anduvo unos cuantos pasos sin rumbo, temía que se fuera corriendo, pero sabía que no lo haría.
—Estoy cansada de esto, Carter.
—¿De qué exactamente?
—De tu juego —se quedó pensativa durante unos segundos hasta que me encaró con una sonrisa irónica en su cara que me hizo hervir la sangre—. ¿Sabes? Creo que hasta tú lo estás, ya no sabes lo que quieres, por eso me tienes dando vueltas sin rumbo.
Intenté razonar lo que decía, pero no era capaz de llegar a su punto de vista, o más bien no quería admitir que tenía toda la razón del mundo. Ella me había vuelto loco.
—No sé a qué te refieres.
—¿Que no? —caminó hacia mi señalándome con el dedo, enfadada—. Has perdido las riendas del juego que tú mismo has inventado hasta tal punto que ahora hablas de amor hacia la locura, ¿me vas a decir ahora que te has enamorado de mi?
—Podría llegar a caer en el engaño que es el amor sí.
Se rio con ironía, haciendo que la frustración creciera dentro de mi. ¿Se reía? ¿Por qué lo hacía todo tan difícil? Se quejaba de mis métodos, pero ella no era capaz de poner nada de su parte.
—¡Estás loco! -me gritó, abriéndose de brazos exasperada—. ¿Qué puedes llegar a amarme?¿Tú te oyes?
—¿Tan poco te valoras como para pensar que alguien no podría amarte?Me dejó sin respuesta durante un tiempo y volvió a sonreír, comenzó a caminar en mi dirección y yo espere con paciencia su cercanía, pero pasó por mi lado, ignorándome y quedando frente a la casa encantada como si esta le estuviera hablando. Era enigmática, al menos la imagen que yo me había hecho de ella lo era.
—Ahí dentro, Carter.
—¿Qué hay ahí dentro? —pregunté sin tener ni idea de lo que estaba diciendo.
—Lo que creía tener y tú me has quitado... Amor, amistad, lealtad... —suspiró y sus palabras eran casi inaudibles por culpa del chapotear de la lluvia.
—Yo no te he quitado nada Melanie, te he hecho abrir los ojos.
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Impulso
Teen FictionEn la noche de Halloween, Melanie se adentra con aires de superioridad en el parque de atracciones TerrorVille, desafiando los límites del miedo. Lo que comienza como un juego pronto se transforma cuando un enigmático empleado enmascarado la enfrent...