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Melanie

21.00

Seguimos a aquella chica a través de la caseta. No era para nada como semejaba desde fuera. Fue de las pocas veces que sentí la adrenalina en el cuerpo, si quitábamos las veces que me había encontrado con aquel tipo. Me preguntaba si seguiría allí fuera cuando saliese, después del numerito que presenció con Bryce como protagonista, esperaba que él moviese la siguiente ficha. Con aquello ya se había convertido en un juego a dos bandas, a partir del cual no me apenada que Bryce se hubiera convertido en un daño colateral. 

Los pasillos de aquella caseta eran estrechos, apenas podíamos ir unos detrás de otros sin golpear las cabezas contra los faroles que había colgados. Faroles que poco labor hacían, por no decir nulo. Sólo discernía que la persona que iba delante era Bryce porque seguía agarrándome de la mano, no me había soltado desde que dejamos el exterior.

—¡Ya casi hemos llegado! —la voz de aquella mujer era tan estridente y gritaba tanto que me hacía doler los oídos—. Espero que estéis listos para participar en el juego tan especial que hemos escogido esta noche.

De pronto, todas las luces se apagaron. Dejamos atrás el pasillo y no sabía dónde nos encontrábamos, solo que ya había espacio suficiente para poder juntarnos unos con otros. En ese momento creo que todos estábamos asustados a niveles extremos. A oscuras, en un lugar que desconocíamos, junto a una mujer que no podíamos ni ver y con las posibilidades de acabar raptados al máximo. No habíamos escogido bien nuestras opciones y pronto descubriríamos lo que nos costaría aquello. Lo que me costaría a mi.

—¿De qué va esto?¿Eh? —la voz de Ethan denotaba lo enfadado que estaba, giré la cabeza del susto al escucharlo justo a mi lado.
—¡Oh! Tranquilos, estamos ultimando los últimos detalles.

A Bryce le sudaban las manos. No le veía, pero era evidente lo nervioso que estaba. En contraste conmigo, la mayor curiosidad que había sentido en mi vida se apoderaba de mi. Me sentía como una niña pequeña en una tienda de juguetes. Si la luz estuviese apagada, claro. Sin embargo, tan pronto escuché los gritos de Georgia, Leah y Rory a pleno pulmón, la curiosidad de volvió miedo real. 

—¡Suéltameee!
—¡Quítame las manos de encima, cabrón! —entre palabra y palabra se notaba cómo Rory forcejeaba con alguien.

La siguiente fui yo. Sentí como me despojaban del agarre de Bryce para cogerme de la cintura y tirar de mi hacia atrás, casi pierdo el equilibrio de no ser porque alguien me sostuvo contra su cuerpo. Lo último que sentí fue el frío de un material metálico alrededor de mis muñecas. Cuando escuché gritar y forcejear a Ethan ya no era adrenalina, ni curiosidad lo que me recorría el cuerpo... El terror se apoderó de mí en el momento que encendieron las luces de nuevo y vi a todos mis amigos atados por las muñecas con cadenas. Georgia lloraba y Rory intentaba zafarse de las cadenas sin éxito. Ethan me miraba sorprendido, como si yo tuviese respuestas a aquello y Bryce parecía sumergido al completo en sus pensamientos, no levantaba la mirada del suelo, temí porque se desmayase allí mismo.
Quise llegar hasta Leah, era la que más cerca estaba de mi, pero me paré en seco cuando me di cuenta, además de que la cadena no me alcanzaba, de que la superficie sobre la que estaba no era estable, sino una plataforma de madera que no transmitía mucha confianza.

—Yo que tú no haría eso —la mujer disfrazada de muñeco se puso en medio del círculo que formábamos los cautivos, sonriendo como una loca—. No te preocupes, Melanie —pronunció mi nombre exageradamente, supuse que para que me centrase en el hecho de que aquella persona que conocía hace apenas cinco minutos sabía mi nombre sin habérselo dicho siquiera.

No quise darle pie a que jugase aún más conmigo, así que preferí quedarme callada y observar qué hacía a continuación.
Se acercó a Georgia y quise salir a defenderla, pero era inútil. La plataforma crujió y todos escuchamos como caía polvillo y arena a saber donde bajo mis pies. La mujer se sacó un pañuelo del bolsillo y se lo tendió a Georgia, a lo cual ella no respondió y le torció la cara gimoteando como una niña pequeña.

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