Especial IV

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Durante años, la tripulación de Barba Negra había sido una de las más letales en los siete mares. Conocido y temido allí donde salpicara el agua salada, no cualquiera podía llevar aquel tipo de vida sin consecuencias.

Cuando Leslie había cumplido quince años, y su compromiso con un hombre veintidós años más mayor que ella fue establecido, en un desconsolado intentó de autoayuda, había huido de su casa y de Inglaterra. Llevándose consigo, eso sí, todas sus joyas, que utilizo como moneda de trueque. 

Había sobornado a un marinero francés para que la llevara hasta las costas del caribe, en un intento de comenzar de nuevo. La primera noche de aquel largo viaje, tuvo la oportunidad de descubrir lo buena que era con las armas de plomo, y rápidamente logró crearse un nombre a lo largo del Atlántico. 

La llamaban la novia de plomo, pues lo único que conservaba de su vida pasada era el anillo de compromiso. Había entrado a servir a Barba Negra para cubrir una deuda, pero realmente disfrutaba la vida pirata. Sucia y agresiva, era todo lo opuesto a la opulencia de su niñez, y lo adoraba.


Steve Harrington fue nombrado capitán un veinticinco de enero, al cumplir veinticinco años. Llevaba trabajando para la armada británica por varios años ya, y tenía unas excelentes recomendaciones de sus superiores.

Su primer viaje como capitán fue detenido por un ardiente fuego enemigo, y aunque los marineros llegaron a gritar Barba Negra en algún momento, no pudieron evitar lo suficientemente rápido. Piratas, sucios piratas, pero los más temidos.

Lo tomaron como rehén, y se plantearon durante varios días si pedir un rescate o venderles como esclavos. Insultado y humillado, no supo cuando fue que terminó cayendo rendido al sueño tras varios días interminables.

Despertó con el ruido de la mañana, y abrió los ojos lentamente. Una mujer le miraba, sentada a varios metros frente a él, bebiendo de una botella de vidrio marrón, con las piernas estiradas sobre el suelo, desnudas, tomando el sol. Le miraba seria, y Steve apartó su mirada avergonzado.

-¿Cual es tu nombre?- preguntó la chica sonriendo, tomando un trago de su botella. Steve no respondió, viendo como sus ojos marrones le recordaban al otoño que no creía llegar a ver de nuevo -Esta bien, no me lo digas, capitán- levantó la botella sobre su cabeza -¿Quieres?-.

Miró la botella con algo más de desesperación de la que quería mostrar. La pirata se acercó, y de rodillas frente a él, presionó la botella contra sus labios. Era agua, agua de lluvia posiblemente.

-¿Cuál es tu nombre?- volvió a preguntar alejando el agua de sus labios, sonriendo con la cabeza ladeada.

-¿Eres inglesa?- preguntó en respuesta. Su acento era un londinense puro, de clase alta si se permitía especular. Ella apretó los labios sin dejar de sonreír, y asintió -Capitán Steve Harrington- dijo tras unos segundos, en los que ninguno se había movido.

-Steve- respondió ella dejando que bebiera otro trago de su botella, que aceptó sin dudar -Puedes llamarme Leslie- el chico se atraganto, y Leslie sonrió más, apartándose un poco.

-¿La novia de plomo?- dijo entre toses. Ella le mostró su mano derecha, con el anillo brillando bajo el sol -¿Vas a matarme?-.

-No creo- respondió levantándose del todo, alejándose de él sin decir nada más. Steve se inclinó hacía delante, buscando verla alejarse, pero las cuerdas contra su pecho le impidieron lograrlo.


-Despierta querido- dijo Leslie mientras desataba las cuerdas. Steve despertó al sentir su cuerpo caer con libertad. Se levantó rápidamente, toda la tripulación de aquella nave de muerte estaba allí, y los prisioneros de la armada británica.

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⏰ Última actualización: Mar 03 ⏰

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