capítulo 17

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Si Alicia se hubiese cansado de correr tras el conejo blanco no hubiese caído en la madriguera. Ni descubierto el país de las maravillas. Ni descubierto quién era ella. Fue por eso que seguí corriendo. No detuve ese beso. Al contrario, le seguía cada movimiento sin perder el ritmo de los carnosos labios de Aegan.

-Cassandra esto no está bien-separo sus labios de los míos pero sin alejarse.

-Lo se, y no quiero irme.

-¿Irte?

-Le ofrecieron un trabajo a Jack en Estados Unidos. Pero debido al maldito papel que dice que estamos comprometidos debo mudarme también.

-¡Quedate! Escápate y vente conmigo al templo. Prometo que te cuidare y te he demostrado que puedes confiar en mí.-la verdad no recordaba cuando pero el amor que tenía solo le indicaba a mi cabeza que asintiera.

La verdad no era mala idea. Volverme la...amiga con derechos de un monstruo bipolar era una oferta que sin duda no podía rechazar. ¡Venga ya! Volvamos a la puta realidad. Aegan podía llegar a ser muy bueno, pero y qué. Eso no me aseguraba que fuera así por el resto de mi vida. Me había criado en una cuna de oro como suelen decir para que de la nada que quedara sola en el mundo. No lo hacía por el dinero, para nada, no era una niña de mami y papi cómo todos los adolescentes de mi edad en mi posición social, sin embargo era consciente de que no sabría sobrevivir sola. Si por "casualidad" Aegan decidía dejarme que por desgracia lo veía posible no tendría a donde ir porque inmediatamente que me separé de Jack las puertas de mi casa estarán cerradas para mi. Annie ya no estaba y no tenía más amigos. Considere seriamente la idea de irme con Jack ahora con la cabeza fría.

Me levanté de golpe interrumpiendo el momento. Si, había roto el hechizo pero antes que nada debía ser realista.

-¿Que pasa?-pregunto Aegan, el pobre ya estaba confundido.

-Aegan no puedo, debo irme y seguir mi vida.

-Se que no quieres eso.

-Pero no es cuestión de lo que quiera, me gustas si. Pero debo ser realista y objetiva, creo que a veces nos debemos conformar con lo que nos ofrece la vida aunque no sé parezca a lo que deseamos.

-No espera, no estoy hablando con Cassandra. ¿Eres acaso la misma que huyó de la casa porque no quería casarse como una niña mimada? Pensé que tenias algo de madurez en el cerebro aunque me surgieron dudas cuando fuiste hasta el cementerio sola, le hablaste a un extraño y encima me seguiste sin conocerme.

-Si te conocia-reclame.

-¿De donde? Saber mi nombre no es conocer Cassandra. Me seguiste sabiendo solo que me llamaba Aegan. ¿Y si era alguien malo?¿Alguien que solo quería aprovecharse de ti?¡Responde!

-Si eres alguien malo. Sin sentimientos y que no le importan los sentimientos de los demas-sali corriendo del lugar para alejarme corriendo.

¿Que rayos pasaba con Aegan? Porque se había puesto así solo porque le dije que me marcharía. Joder que pasaba con mi vida.

/En la noche/

Me había pasado la tarde pensando en el. En Aegan claramente. Cada facción de su rostro lo recordaba como si fuese ahora. Y pensándolo solo conseguía formas nuevas de poder amar.

Jack ya estaba dormido y yo tumbada como adolescente en el sofá pensando en el.

De un momento para otro como toda rebelde que había demostrado, incluso a mi misma, en estas últimas semanas me levanté decididamente del mueble y salí a paso apurado.

¿En dirección a dónde? Si banda. Al templo.

La misma portada tétrica y decoración sacada de cuentos de terror me esperaba. Solo que esta vez ya la conocía. No era nueva para mi. Buscando el rostro de Aegan me introduje en el lugar pero me encontré otro también conocido.

–Sebastian—sonrei y el hizo lo mismo mientras tomaba mi mano besándola en una leve reverencia.

–Cassandra—una pausa incómoda precedida de...—¿Que te trae por aquí?

–¿Aegan está?—el asintió como si le molestase la pregunta—¿donde puedo encontrarlo?

–Esta arriba—señala las escaleras—cuidate lobita.

¿Lobita? Estos chicos son cada vez más raros. Avance y como aquella noche subí las escaleras. Me parecieron más extensos aún aquellos pasamanos de mármol y escalones de losa francesa.

Cuando llegue al último piso ya sofocada y agitada pude notar la perfecta figura de Aegan apoyado al barandal de uno de los balcones con un cigarrillo en su mano derecha.

–Aegan—grite acercándome a el. Dios que patética.

–¿Cassandra?¿Que haces aquí?—se giro y presionó el cigarrillo en un pequeño cenicero que tenía en el borde. Una vez apagado lo lanzó al aire que según me imaginacion y mis cálculos debieron caer en algún lugar del jardín trasero del gran caserón.

Necesito urgentemente el remedio para sacarme de la cabeza a este chico aunque después de lo que le diré será demasiado tarde.

Le iba a dejar saber a Aegan que es antes mis ojos un hombre perfecto. No hablo de que tenga una cara perfecta. Nisiquiera los ojos de un color envidiable, mucho menos cuerpo de revista ni la perfección de las películas. No tendrá una mirada de telenovela pero fue aquel que me supo esculcar el alma, leerla, rebuscarla y encontrarla en mis adentros.

Quizás esté sonando cursi pero creo sinceramente que esto es amor. Cuando lo veo en mi estómago revolotean miles de mariposas que como dijo morat...:"te cuento que me encuentro enamorado, y siento que esta vez es la correcta...te cuento para mi él es perfecto, con todos sus defectos y pecados".

–Cassandra...¿Me oyes?—yo sacudí mi cabeza volviendo a la realidad y el volvió a insistir—¿Que haces aquí?

–Aegan tengo algo que decirte...—lo mire de forma decidida y tome seriedad para parecer firme.

–Te escucho—se cruza de brazos haciéndolo más difícil.

–Quiero confesarte que me enamore de...—algo me interrumpe y maldigo una y otra vez el hecho de que tuviera que ser justo ahora.

–¿Cassandra?¿Que haces tú aquí?—sonaba algo enojada.

Un momento...esa voz...¡¿mamá?!

Luna De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora