Dylan
Una de mis cosas favoritas siempre ha sido viajar en auto, no importa si es de piloto o de copiloto, siempre lo he disfrutado.
Pero ese día, ese preciso día hubiese dado todo por conducir yo, aunque si lo pienso mejor. De haber sido yo el que condujera tal vez no hubiese pasado nada de lo que sucedió esa noche.
Unos meses antes mi padre tuvo la idea de volver al que había sido mi pueblo natal y en serio me había parecido genial, era lo primero en lo que habíamos estado de acuerdo desde que mamá ya no estaba. Incluso faltando dos meses para dejar la ciudad, yo ya había pensado en lo que haría al llegar, recorrería todo para familiarizarme de nuevo y reconectar con mi yo de niño, pero mi plan de llegar temprano y recorrerlo se vio sumamente estropeado.
El viaje de camino a la que sería nuestra nueva casa había sido más que insoportable. Papá paraba en cada estación de servicio, restaurante de carretera, cafetería de mala muerte o esos extraños lugares turísticos en medio de la nada y por solo haber un auto tuve que aguantarme las ganas de encender la camioneta, irme y dejarlo allí tirado.
Veníamos de la ciudad y esta ni siquiera estaba tan lejos del pueblo, claro que por ciertas cosas ya mencionadas aun así llegamos tarde al que sería nuestro nuevo vecindario.
—Sé que querías llegar más temprano—Comenzó a decirme papá luego de que bajáramos el equipaje y las pocas cajas que habíamos traído en la parte trasera de la camioneta.
Yo me limite a entrar a la casa mientras cargaba dos cajas, fui a la sala de estar y las deje allí. Me incorporé para ir por las que faltaban, pero papá me detuvo poniéndome una mano en el pecho, di unos pasos hacia atrás suspirando pesadamente porque ya sabía lo que se venía.
—¿Ahora no vas a hablarme?—Preguntó.
—¿Y qué quieres que te digas?—Me encogí de hombros—Ahora lo único que quiero hacer es desempacar y dormir porque te recuerdo que mañana hay clases.
Eso era otra cosa, mi padre tuvo la gran idea de escoger el último día de las vacaciones de invierno para hacer la mudanza.
—Dylan yo solamente...
Por suerte el sonido del timbre lo interrumpió, pase por su lado y camine hacia la entrada. Me preguntaba quién podría ser ¿vecinos? ¿Algún vagabundo pidiendo limosna? Lo cierto es que fuese quien fuese tendría toda mi devoción por interrumpir esa conversación.
Abrí la puerta y me encontré con un hombre y una mujer, un matrimonio supuse. La mujer era pequeña y delgada, de cabello rubio y corto por los hombros; su esposo era robusto y alto, no tenía casi cabello, pero se podía visualizar una pequeña capa de un color castaño.
No supe el porqué, pero sin que me hablaran me agradaron y además, la mujer tenía un pastel en sus manos que a la vista se notaba que era de chocolate.
—Hola—Los saludé.
—Hola muchacho—Me dijo el hombre—Soy Billy—Se presentó—Nada de señor por favor.
—Por supuesto—Respondí divertido.
Él asintió y pasó a presentarme a su esposa.
—Oh, y ella es mi esposa Anne.
—Tampoco nada de señora—Dijo Anne.
—Es un placer conocerlos a ambos—Era hora de mi presentación—, Yo soy Dylan—Vi que mi papá se acercaba y como caminaba lento, cuando le faltaba poco para llegar a la puerta lo tome del brazo deteniéndolo a mi lado—Y él es mi padre, Dave.
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Dylan y Quinn
Teen FictionDylan y Quinn. Dos personas tan distintas y tan iguales a la vez que se complementaban a la perfección el uno con el otro. Aunque no estoy tan segura de que uno de ellos lo quisiera creer del todo. Hay veces en la vida que la cosas pueden llegar a s...