Capítulo 19

14 3 0
                                    

Quinn

Estar en la mesa del abuelo con Blake era tan extraño.

La última vez que estuve en ese lugar fue con Dylan.

En ese momento mi hermana me observaba en silencio mientras yo admiraba, a través de la ventana, a las personas en la calle. Paseaban tranquilos como si nada les pesara o los detuviera como me sucedía a mí.

Suspiré intentando centrarme para iniciar la conversación con Blake, aunque una parte de mí seguía preguntándose para qué rayos le había pedido ir a esa cafetería. Dios, realmente estaba ya harta de todo. Cansada. Solo quería paz, solo paz.

Cerré los ojos un último instante antes de girarme hacia mi hermana y comenzar a hablar.

—Necesito arreglar algunas cosas en mi vida.

Y creo que con la palabra algunas, me quedaba corta.

Blake asintió lentamente al oírme.

—Estoy contigo—dijo en tono seguro—. Siempre estoy contigo.

Sonreí de medio lado antes de continuar:

—Lo primero será lo de Dylan y lo de...—me corté e hice una corta pausa—. Él será lo primero. Una vez resuelto eso podré centrarme.

Porque en primer lugar no creo que haya sido necesario que él apareciera en mi vida y yo metiera la pata hasta el fondo para darme cuenta de lo torcida que iba en mi camino.

Así que estaba decidido. Al día siguiente le diría todo e intentaría explicarle la situación lo mejor posible como para que no me odiara, aunque en su lugar yo lo haría. Joder, claro que me odiaría.

—¿Y cuándo o cómo lo harás?—Blake apretó los labios— Has dejado que esto se te salga de las manos.

—¿Y crees que no lo sé?—sacudí la cabeza—. Claro que lo sé, joder.

—¿Entonces?

Me moví inquieta en mi asiento.

—Mañana—respondí firme—, se lo diré mañana.

Blake negó casi de inmediato.

—No puede ser mañana.

Fruncí el ceño.

—¿Y por qué no?.

Me miró con reproche.

—¿Qué?

—¿Cómo que qué?—me encogí en mi asiento sintiéndome regañada—. Mañana es el primer partido de baloncesto del año, ya sabes, el que marca quién podría llegar a la final.

Justo cuando mi hermana terminó su oración nos trajeron nuestras hamburguesas y malteadas. Mientras Blake le agradecía a la camarera yo seguía analizando lo que había dicho.

Llegué a una sola conclusión.

—Te equivocas. Ese partido es la próxima semana.

—No, era la próxima semana—aclaró Blake—se canceló porque ese día también inicia el fútbol femenil.

—Pero...

—Pero tú has estado en las nubes, aunque te lo paso porque la fecha apenas la anunciaron.

Mi cerebro no tardó en darse cuenta del obstáculo que acababa de interponerse en mi plan. Sin duda lo mío era la maldita mala suerte persiguiéndome; ese juego sería el primero de Dylan con el equipo, con Tommy. No podía decirle nada, eso lo jodería a todo y a todos, no solo a él.

Dylan y QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora