Capítulo 15

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Quinn

Papá y mamá aún no habían llegado cuando Dylan aparcó en la acera frente a mi casa. Por alguna razón, me quedé mirando hacia la cochera, dentro estaba mi coche y junto con él, una parte de la vieja Quinn.

Me pregunté cómo reaccionarían mis padres cuando se enterasen de que falté a la escuela y de que arrastre a Dylan conmigo. Pensé en las reacciones de todos si se enteraran de que nos besamos y que estuve pegada a él como una garrapata toda la tarde como si lo necesitara para vivir.

Siendo totalmente sincera, no podía dejar darle vueltas a ese beso, a esas risas o a la increíble naturalidad que creamos en poco tiempo para tocarnos como si lleváramos años en una relación; Y le había prometido que no acabaría, que seguiríamos en ello, pero la verdad es que aunque le aseguré eso. Todo aquello también iba más allá de mí.

Mucho más allá.

—Quinn—la voz de Dylan me hizo salir de mis cavilaciones—. ¿Va todo bien?

Lo miré directo a los ojos, los cuales con la iluminación que teníamos se veían de un azul un poco más oscuro. Las facciones de Dylan estaban tan relajadas que lo hacían parecer un chico de 15 años, aunque—además de la altura y su un cuerpo bien trabajado, debo admitir—había algo en él que dejaba claro que no era un niño y que tenía suficiente o puede que más madurez que la mayoría a nuestra edad.

—Va todo bien—medio mentí, medio dije la verdad—. Es solo que estoy algo cansada.

Su mano viajó a mi mejilla y yo me acuné en ella cerrando los ojos. Para cuando volví a abrirlo Dylan se había quitado el cinturón y estaba bastante inclinado—por no decir encorvado— hacia mí.

No pude evitar reírme y quitar su mano de mi mejilla para tomarla entre las mías.

—No es bueno para tu espalda que ahora te acerques así a mí.

—¿Y eso por qué?—ladeó la cabeza—. A mí lo que me hace mal es que ahora estés tan lejos.

—Mides como tres metros—le dije y empecé a empujarlo hacia su asiento—por eso es malo para tu espalda...

Con agilidad y rapidez me tomó de la cintura y me sentó sobre su regazo, tuve que poner mis manos en sus hombros.

—¿Qué haces?—le pregunté nerviosa ante el tacto de sus manos.

—Así los dos estamos cómodos, ¿no?

«Si nos llegaran a ver»

Me incliné y pegué mis labios a los suyos. Él me hizo abrir la boca y sentí una gran corriente eléctrica recorrerme cuando metió su lengua y empezó a jugar con la mía.

Era perfecto.

—Fue un gran día—le dije separándome un poco—Espero repetirlo pronto.

Sus ojos brillaron.

—Cuando desees.

Y volvió a besarme.

Dylan besaba de forma delicada y salvaje a la vez. Sus labios me acariciaban y succionaban de una manera única y especial. Me dejaba sin aliento.

—Ya es hora de irme—dije entre un suspiro echándome para atrás.

Se lamió los labios y asintió creo que a regañadientes.

—Ya te veré mañana, ternurita.

Puse los ojos en blanco.

—Sigo odiando ese apodo.

—Y yo sigo amándolo.

No repliqué, sólo me salió una risa tonta y bajé del auto.

Cuando entré a casa y cerré la puerta detrás de mí, fue como si una gran cantidad de adrenalina saliera de mi cuerpo para alertarme o hacerme caer en cuenta de todo lo que había sucedido. De todo lo que yo había permitido que sucediera.

Sacudí la cabeza y salí corriendo escaleras arriba en dirección al ático.

Necesitaba hablar con Blake, necesitaba a mi hermana.

Cuando llegué a la puerta no me molesté en tocar, solo entré como si nada. Blake estaba sentada en el piso recortando unas fotos y pegándolas a un álbum, ella alzó la vista casi al segundo de verme entrar.

Tenía el cabello atado en una coleta desordenada y llevaba puestas sus horribles gafas que le habían recetado hacía ya casi dos años. Me miró con confusión, pero no tardó en ver a través de mí, porque de inmediato soltó la tijera, se quitó las gafas y se puso de pie para acercarse.

—¿Quinn?—dijo cautelosa— ¿Qué pasa?

Me estaba comenzando a doler mucho la cabeza y sentía que mis ojos comenzaban a cristalizarse sin razón. No quería llorar, ni siquiera era una situación que requiriera que yo llorase.

—No deberías estar forzando la muñeca—comenté en un estúpido esfuerzo de querer mostrarme fuerte.

Blake se miró la mano y luego volvió a observarme con esos ojos escrutadores.

—Yo no soy lo importante aquí, así que ahora puedes decirme que pasa.

Suspiré y desvié la mirada.

—¿Recuerdas que hace menos de un año me dijiste que no hiciera las cosas sin pensar?

Volví la vista a mi hermana, ella asintió lentamente.

—Pues esa vez te hice caso—negué—. Pero en esta ocasión no pude, no pude Blake. Lo siento.

Las lágrimas empezaron a caer y no sé cómo, ella lo supo.

—Dylan, ¿no es así?—solo escuchar su nombre me dolió mucho más. Asentí—. Ay, hermanita.

Blake se aproximó y nos envolvimos en un gran abrazo, uno que yo necesitaba mucho. Me sentía la peor persona del mundo. Una vez más estaba lastimándolo y lo empeoraba todo el hecho de que él ni enterado estaba.

—No debería estar llorando así—murmuré y me separé un poco de Blake para poder mirarla a la cara—. Tendría que estar siendo una adulta y afrontar las cosas...

—Quinn...

—Parezco una tonta niña pequeña llorando asustada por un monstruo que ella creó. Uno que solo está en su mente, que solo ella puede hacer desaparecer.

Todo era mi culpa.

Blake me regaló una pequeña sonrisa que era algo triste.

—En el fondo todos somos niños pequeños muy asustados, Quinn.

—Eso apesta.

—Lo sé.

La volvía a abrazar.

De seguro era obra de mi mala suerte de que cuando por fin empezaba a volver a sentirme yo todo se tratara de un edificio de cimientos inexistentes. Y esos cimientos eran cosas y... personas, que todavía no podía dejar atrás.

Pero cuando se trata de nuestra propia felicidad no nos importa el egoísmo.

En un momento Blake subió sus manos y tomó mi rostro entre sus manos para alejarme y analizarme unos segundos. Mi llanto había cesado.

—¿Él lo sabe?—preguntó en un susurro.

—No, Dylan no...

Me interrumpió.

—No estoy hablando de Dylan.

Cerré los ojos un segundo antes de responderle.

—No, él no lo sabe.


Nota de autora:

He vuelto de entre los muertos solo para hacerlos sufrir con el final de este capítulo.

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Pd: mientras escribo esto estoy escuchando You belong with me (Taylor's Version)

Dylan y QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora