Capítulo 16

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Dylan


—¿Cómo te ha ido en la escuela?


Así empezó mi día, con ya las repetitivas ganas de mi padre de querer comunicarse conmigo de cualquier forma. No era que no apreciara el gesto, pero se me hacía tan difícil hablarle de mi vida o tener una relación tan estrecha con él cuando pasé años intentando abrirme y nunca me hizo caso.

Aun así me esforcé en sonreír un poco y levantar la vista del plato de cereales para mirarlo.

—Me ha ido bien.

Me sonrió de una manera casi falsa y se rascó el puente de la nariz antes de volver hablar con un tono, no de enfado, sino más bien de decepción.

—¿Tan bien qué por eso faltaste ayer?—entreabrí los labios con sorpresa y luego volví a cerrarlos—. No puedo creerlo, Dylan—dijo papá negando—, en serio que no puedo.

Mi mente empezó a maquinar un sin fin de mentiras a medias que me salvaran, pero no encontré ninguna. ¿Para qué mentir? De cualquier modo él me castigaría, de cualquier modo yo me enojaría.

—¿Cómo lo supiste?—fue lo único que pudo salir de mi boca.

Dave se mostraba inexpresivo, calmo.

—Al parecer la señora Brown sigue estando bastante pendiente de tus actividades—hizo una pausa—. Y de las de Quinn también.

Ante eso último me quedé totalmente paralizado y entonces una sensación extraña me invadió: Arrepentimiento. Debí haberle dicho que no cuando dijo que faltáramos a clases, o quizás solo debí decirle que podíamos salir luego de ellas. Ahora ambos estábamos en un gran lío.

No podía salpicarla en esto a pesar de todo, porque ella me había pedido que nadie se enterase aún de lo que acabábamos de comenzar entre nosotros y si se lo contaba a mi padre, ya podría empezar a despedirme de Quinn.

Decidí mentir.

Fruncí el ceño y miré a papá con extrañeza.

—¿Ella también faltó ayer?


—No finjas que no lo sabías, Dylan.

—No estoy fingiendo—le aseguré—. Si, no fui a la escuela ayer, pero te juro que Quinn nunca estuvo conmigo.


Otra mentira.

—¿Lo dices en serio?—sonreí internamente al ver que dudaba de él mismo


—Lo digo en serio. Es más, no la he visto desde el fin de semana.

Se me hizo el minuto más largo del mundo mientras él permanecía en silencio, solo analizándome a mí y a mi respuesta detenidamente. Nunca le había mentido, ¿ocultado cosas? Si, pero jamás mentido; Ahora me doy cuenta de que estaba haciendo mal, muy mal.

Al final papá soltó un sonoro suspiró y desvió la mirada hacia cualquier cosa que no fuera yo.

—Te creo.

—Gracias...

Se volvió hacia mí y levantó su mano cortando mis palabras.

—Pero, igual estás castigado—asentí—. Será de la escuela a casa, ¿entendido?

—Entendido.


Seguido de eso él continuó mirándome de una manera muy rara.

—¿Algo más?—le pregunté.

—¿Cómo es tu relación con Quinn?

Me encogí de hombros con indiferencia.

—Somos amigos.

Dylan y QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora