Capitulo 4

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Dylan

Sé que los primeros días en cualquier lugar o situación nunca son fáciles, pero joder, mi primer día comenzó muy mal. La suerte sin duda no era mi amiga.

El primer problema fue con mi director el cual me informó de una forma nada jovial que por lo que leyó de mi expediente se esperaba un mejor sentido de la puntualidad de mi parte—culpa de cierta persona debo agregar—.

Después a ese primer incidente se le agregan los dos idiotas que me tocaron de profesores en mis primeras dos clases y quiénes me miraban como si quisiesen desintegrarme; Lo peor fue cuando uno de ellos, el segundo que de seguro tenía más años que la escuela, se le ocurrió mencionar a mi madre diciéndome que debía de ser tan buen estudiante como lo fue ella. No entendí como se atrevió no solo a nombrarla, sino a compararme con ella.

Si no me levanté y lo lance por la ventana fue porque no soy tan impulsivo. Pero esperaba que alguien chocara el auto de ese hombre o que le hicieran cualquier cosa que lo hiciera sentir lo suficientemente mal.

Pero en fin, creo que lo único bueno que saqué de esas primeras horas fue haber conocido a alguien sumamente agradable y "normal". Sí, utilice comillas.

Su nombre era Tommy, se había sentado a mi lado y no dejaba de interrumpir al profesor todo el tiempo. Llevaba una chaqueta del equipo de baloncesto y lo que más llamo mi atención fue su cabello azul. No mentiré, al principio no dude que estuviera mal de la cabeza, pero cuando nos presentamos me di cuenta de que solo era un tonto inofensivo.

—Oye amigo—Me llamó cuando salíamos del aula, yo me giré saludándolo con un gesto de cabeza—Eres Dylan ¿no?

—Si—Respondí divertido, era muy extraño, musculoso, casi tan alto como yo. Y podría llegar a intimidar si no te dedicabas a analizarlo bien—Y tú eres el que no cerraba la boca.

Sonrío orgulloso—El mismo—Se llevó una mano al pecho, luego la bajo para encogerse de hombros—, pero también me puedes decir Tommy.

Negué divertido y caminé hasta mi casillero que quedaba justo al frente de aula del segundo mártir, Tommy me siguió y se paró dos casilleros por delante del mío, vi que abría uno de ellos y empezaba a guardar unos libros.

—¿Conoces a Quinn?—Preguntó de repente, yo cerré mi casillero y me giré para verlo con el ceño fruncido—¿Qué?—Cerró el suyo—Lo siento, es que las noticias vuelan aquí.

Si, ya me daba cuenta de eso.

—Si—Respondí—La conozco.

—Mmm—Murmuró—Es interesante.

—¿Interesante?—Repetí confuso—¿Por qué lo es?.

Pareció darse cuenta de que acaba de cometer un error y solo sacudió rápidamente la cabeza e hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

—No por nada, nos vemos en la cafetería.

Me dejó con la palabra en la boca y con muchas preguntas, ¿era idea mía o había actuado un tanto raro? De todas formas no lo seguí, no tenía muchas ganas de comer y mucho menos tenía ganas de ir a un lugar en el que, de seguro, todos se me quedarían viendo.

Así que aprovechando la ocasión de que todos los pasillos habían quedado desiertos, me decidí recorrerlos. Tenía que familiarizarme con el lugar y no era fácil hacerlo cuando había cientos de personas recorriéndolo, por lo que el momento me venía perfecto.

Mientras cruzaba los pasillos la imagen de mi madre llegó a mi mente. A ella le hubiese encantado volver a estar en el pueblo que la vio nacer y le hubiese gustado aún más saber que su hijo se encontraba recorriendo el lugar por el que ella también había caminado, incluso imagine—o más bien desee—poder llegar a casa cuando acabara el día y encontrármela en la cocina haciendo uno de sus pasteles de chocolate, la abrazaría y después ella me preguntaría cómo me fue...

Dylan y QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora