Capítulo 9

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Quinn

¿Es más fácil pedir perdón u otorgarlo?

Bueno, desde lo más profundo de mi ser, pienso que ninguno; Si vas a perdonar te encuentras en la situación de tener miedo de que, lo sea que haya hecho la persona, se repita nuevamente. Y si vas a pedir perdón, entonces caes en la situación de que la persona de la que esperas ese perdón no pueda olvidar, no pueda volver a confiar en ti.

Así que perdonar y pedir perdón no son tareas fáciles. Son muy difíciles y a veces es preferible olvidar que tienes que hacer algunas de las dos. A veces, es mejor dejar todo lo complicado atrás y seguir adelante como si nada hubiera pasado.

Yo no haría eso.

Respirando profundamente y recordando la semana incómoda que había tenido con mi hermana, abrí la puerta de la cafetería con una energía y mentalidad como las que usan los soldados cuando están a punto de ir hacia tierras enemigas. Mi valentía junto con mi seguridad desaparecieron un poco en cuanto estuve completamente dentro de aquella selva a la que estuve evitando durante un tiempo. Pues muchos me voltearon a ver sin disimular un poco de su asombro.

Decidí ignorarlos y busqué con la mirada a mi hermana, no tardé en hallarla. Estaba en la última mesa del fondo con Tommy muy ajena a mi presencia.

Comencé a avanzar sintiendo las miradas de todos y solo pude dejar de pensar en ellos completamente cuando me encontré de pie frente a Blake y su novio. Este último fue el primero en notarme, cuando mi hermana vio que se había quedado callado se giró hacia mí y la sonrisa que tenía fue desapareciendo lentamente hasta quedar con los labios apretados en una dura línea.

—Hola—murmuré—.¿Puedo sentarme?.

Tommy casi abre la boca para de seguro decir que sí, pero cambió de opinión al último segundo y miró a mi hermana. Le estaba dejando la decisión a ella.

Blake sin despegar sus ojos de los míos asintió.

—Siempre.

Tomé asiento y luego miré significativamente a Tommy.

—Bueno...—empezó él poniéndose de pie y mirándonos a ambas—, tengo que ir a la práctica. Nos vemos más tarde.

—Buena suerte—le dijo Blake sonriéndole y él se inclinó para darle un corto beso en los labios.

—Igualmente—le respondió Tommy, luego me miró a mí y me guiño un ojo—. Nos vemos cuñada preciosa.

Debido a la situación me aguanté las ganas de amenazarlo con respecto a volver a llamarme así y lo despedí con un gesto. Cuando por fin desapareció un silencio horrible se instaló entre Blake y yo.

Al igual que estando en casa la mudez solo logró que la molesta sensación de incomodidad y de extrañeza aumentara. Eso pasaba más que todo a la hora de cenar y desayunar, ya que era cuando no podíamos escapar de la otra—porque de resto nos ignorábamos mutuamente—. Mis padres tuvieron el gesto de fingir que no se daban cuenta, aunque algo me decía que no sería así por mucho tiempo. Por lo que se volvieron otro motivo para arreglar la situación.

Sin dejar transcurrir más tiempo, dije lo que ya no podía guardar más:

—Lo siento.

Blake me miró sorprendida, ya que casi nunca yo llevaba la iniciativa de estas cosas, pero de inmediato borró la expresión sacudiendo la cabeza y desviando la mirada.

No tardó en volver a fijar sus ojos en mí y entonces también lo soltó.

—Yo igual lo siento.

Pasé una mano por encima de la mesa y la acerqué a la suya. Al instante una sonrisa apareció en los rostros de cada una.

Dylan y QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora