Quédate (19)

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Dámaso

-Te vez preciosa- digo sobre sus labios.

Me separó levemente y la observo de pies a cabeza. El rojo es su color, resalta su pálida piel y sus carnosos labios.

-En cambio usted parece un ladron-

Sonrió y la tomo nuevamente por la cintura -Parece que regresamos a las formalidades -

Una de mis manos viaja a su rostro y apartó unos rebeldes mechones que se acomodan en su frente.

-Es la costumbre-

Mis ojos la admiran en todo momento, este momento es tan natural, como si lleváramos una vida haciendo esto y no fuera solo unos días de conocernos.

Toma mi mano y jala de mi para llevarme a un comedor de mesa rectangular y sillas de madera. El apartamento es grande, demasiado para alguien que vive sola. Las paredes son azules con detalles blancos, la sala de estar está incluida con un juego de tres sofás, una pantalla gigante, algunos jarrones con plantas y mesitas de noche. No hay fotografías pero si algunas pinturas colgando de las paredes.

El comedor se conecta a la cocina, es amplio y en el mismo tomo que la sala de estar; una mesa de madera lisa con sillas a juego, tiene luces en el techo que no se comparan al enorme candelabro en mi casa. La estancia es minimalista y moderna; el apartamento de una mujer adinerada y soltera.

Me pide tomar asiento pero niego y la ayudo a llevar la comida a la mesa. Ya todo listo nos disponemos a comer.

-¿Ocupada?- pregunto para romper el silencio

-Si, salí a almorzar, también compré unos zapatos. ¿Y tú?-

Doy otro bocado de mi plato de comida y confirmo que Price es una grandiosa cocinera

-Algunos negocios....no muy legales que digamos-

No quiero involucrala con mi mundo, después de todo ella es abogada.

-Entiendo- sonríe y aun me sorprendo cuando sus sonrisas no son sarcásticas -Si no quieres, no debes dar detalles-

Tomo su mano encima de la mesa, es una acción que me está empezando a gustar.

Esto es nuevo para mí, nunca tuve citas, una novia y ese primer beso que todos idealizan. Y aunque no estemos aquí precisamente por una relación amorosa; se siente bien. El charlar, el contacto físico que no es necesariamente sexual, las sonrisas y los besos. He disfrutado estos pequeños momentos mucho más que alguna noche con cualquier mujer.

-Eres abogada, no quiero involucrarte en mis trabajos; sabes a qué me dedico-

De forma distraída juega con mis dedos -No eres un santo y yo tampoco soy una santa paloma. Pero no te presionaré si no quieres decirlo, respeto tu privacidad.-

Llevo su mano a mis labios y beso brevemente sus nudillos - Preparamos un pedido, lo exportaremos pronto-

-Ten cuidado, corres muchos riesgos -

La sensación de calidez me asalta de pronto; mis latidos se aceleran de un momento a otro. Caraspeo para que no me falle la voz

-¿Te preocupas por mi?- le pregunta está hecha con un tono burlón para no hacer notas la repentina emoción

Rueda los ojos - es ser humanitario- le resta importancia -Cuentame de ti, casi no conozco tu historia-

-Tampoco conozco sobre tu vida-

-en está ocasión, es tu turno, después hablo yo -

-que necia eres;- sonríe - ¿Por dónde empiezo?-

Arma Blanca (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora