Alguien más (47)

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Dámaso

-han encontrado a Nahia- es lo que dice Diego al entrar a la habitación en dónde me hospedó

-¿Dónde estaba?-

-Una casa propiedad de la mafia brasileña, pero parece que Nixon no velaba por ella-

-¿A dónde la llevaste?-

-acomodamos una de las bodegas para que ella esté ahí y no pueda escapar-

-Bien, cuando regresé hablaré con mi madre y veré qué hacer con ella-

-¿La matarás?- veo la preocupación en los ojos de mi amigo

-Aun no se que desicion tomaré - confieso -es mi hermana, y mamá quedará devastada si algo le pasa -

-¿Y Kala?- pregunta cambiando sabiamente el tema

-Esta en su habitación, no ha salido-

-¿Entonces ustedes...? ¿Qué? ¿Son o no son?-

Suspiro -es complicado - llevo mis manos a mi cabello -Los sentimientos siguen ahí pero ella no está dispuesta a que le arme otro escenario como la vez pasada-

-Se sabe que ella no soportaria tu actitud de bastardo-

-Eres un idiota, ¡Apóyame!-

-y te apoyo, todas las noches rezo para que te valla bonito- se ríe

Pongo mis ojos en blanco ante su ridícula actitud y recuerdo que tengo que ir a la iglesia; ya Dios hizo su parte ahora me toca a mí.

-Le quiero pedir matrimonio - suelto de la nada

Escucho que jadea y lo veo a medio camino a la cocina

-No jodas- abre la boca en sorpresa - No jodas - repite

-Ya lo tenía planeado, quería esperar un poco porque se podía ver apresurado pero....-

-No- me corta -¿Estás loco?-

Enarco una ceja sin entender

-Si le pides matrimonio en estos momentos ¿Sabes cómo reaccionará?-

-¿Cómo?-

-Va a pensar que lo haces solo por tenerla a tu lado-

-Pero si la quiero a mi lado-

-¡No seas idiota! Me refiero que ella pensará que es una táctica de último recurso -

-Pero no es así -

Pasa una mano por su rostro -¿Y tú crees que se creerá eso?-

Lo pienso un poco y me doy cuenta que tiene razón

-Tienes razón -

Suspira en alivió

-aveces no sé si eres o muy listo o muy idiota-

Lo veo con mala cara y el suelta una carcajada

-¿Cómo piensas ganarte su perdón?-

-No se, quiero salir con ella pero no me puedo ni acercar porque me manda al diablo; y ya sabes cómo es la rubia, los regalos no la impresionan-

-¡Se sabe!- grita desde la cocina -eso lo comprobamos con el auto que le regalaste-

Eso me hace maldecir, ese auto fue personalizado para ella y me costó una pequeña fortuna. Y ella lo vendió sin importarle lo más mínimo.

A demás tenía un rastreador, así fue como me enteré que lo vendió, porque quise localizarla por el rastreador del auto y mi sorpresa fue grande al saber que le pertecia a alguien más.

Arma Blanca (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora