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—¿Están seguro de que quieren decirle a Agatha? —pregunta Carlos asustado hacia sus amigos que seguían caminando—. No me lo tomen a mal, pero a mí me da miedo cuando ella se molesta.
—Nunca la he visto enojada —admite Jay algo confundido por las reacciones que tenían sus amigos.
—Oh, créeme, no querrás verla —se apresura a responder Carlos mientras temblaba ligeramente—. Es una mezcla entre la madre de Mal y mi madre.
Jay detiene sus pasos de golpe comenzando a recordar la magnitud a la que llegaba la molestia de Maléfica y de Cruella de Vil, el castaño tiempo ligeramente e intenta olvidar la imagen que se proyectó en su cabeza.
—Estoy de acuerdo con Carlos, debemos de evitar una muerte segura siendo todos muy jóvenes —se apresura a decir Jay mientras quedaba a la par de su mejor amigo—. Creo que nosotros somos capaces de rescatar a Ben sin implicar a nadie más.
—En algún momento lo sabrá y será mejor que se entere por nosotros —recomienda Mal, siguiendo su caminar junto a Evie que intentaba no mostrarse molesta—. Además, ya estamos aquí.
Las dos hijas de villanas siguieron caminando hacia la habitación de Agatha, mientras que Jay y Carlos se quedaron de pie mirándose asustados.
—¡Chicos! —grita Evie, consiguiendo asustar a los dos que no dudaron en seguirlas.
Al momento en que todo el grupo estuvo enfrente de la puerta de la habitación de Agatha, ninguno se atrevió a tocar. Evie toma aire antes de asentir con seguridad y tocar con delicadeza la puerta.
—Adelante —habla Agatha en el interior de la habitación, sin siquiera dirigir su mirada hacia la puerta.
El grupo de amigos entra en silencio dándose cuenta de que Agatha se encontraba de pie frente a las pequeñas ventanas de su habitación, pero en donde apenas se podía apreciar un poco del que era parte del extenso mar que rodeaba a DunBroch.
—Aggie —habla Evie por todos, consiguiendo que la pelirroja por fin regresara a verlos.
Agatha analiza a sus amigos unos cuantos segundos hasta que sonrió aliviada, la princesa no duda en acercarse hacia Evie para abrazarla con fuerza, siendo correspondida por esta inmediatamente.
Mal le advierte a sus amigos con la mirada que se comporten ya que la pelirroja se mostraba bastante tranquila, aunque sus ojos ya no demostraban el mismo brillo de antes.
—Te extrañé mucho —admite Agatha en un susurro sin dejar de abrazar a su mejor amiga que no pudo evitar sonreír.
—Yo igual te extrañé —asegura Evie, acariciando con cuidado el largo cabello de su amiga que se obligó a no llorar.
