¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En el emocionante partido de vóley, Nishinoya estaba en su elemento, deslizándose por el suelo con agilidad y precisión, defendiendo cada bola que se aproximaba a su campo. Sus compañeros de equipo lo miraban con admiración mientras lideraba el equipo con su pasión y energía.
El partido llegó a su fin con una victoria para su equipo. Nishinoya, jadeante pero lleno de alegría, se dirigió hacia las gradas donde su hijo Azuka lo esperaba con ojos brillantes.
Azuka:¡Papá, eso estuvo increíble! Quiero ser como tú, ¡quiero ser un libero como el mejor del mundo!
Nishinoya sonrió con orgullo y le rascó la cabeza a su hijo.
Nishinoya. Gracias, Azuka. Ser un libero es un trabajo duro, pero si realmente lo quieres, te enseñaré todo lo que sé.
Azuka . Sí, papá! ¡Quiero aprender todo sobre el vóley y ser tan genial como tú!
Nishinoya le dedicó una mirada llena de determinación.
Nishinoya. Entonces, vamos a entrenar juntos, Azuka. Te enseñaré todos los trucos y técnicas para que puedas convertirte en un gran libero.
Y así, en ese momento especial entre padre e hijo, Nishinoya se comprometió a guiar a su hijo en su viaje para convertirse en un libero excepcional. La pasión por el vóley se transmitía de una generación a otra, y Nishinoya estaba emocionado por el futuro del deporte y por compartir cada momento de ese viaje con Azuka.
