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En un soleado día de verano, Kenma decidió llevar a su esposa TN y a su hijo a la playa para disfrutar de un día relajante. Mientras TN y el pequeño exploraban la orilla, Kenma se dirigió a la heladería cercana para comprar helados y refrescarse.
Mientras Kenma esperaba en la fila, observó las opciones de sabores con atención. Optó por una variedad de helados, asegurándose de elegir los favoritos de TN y su hijo. Una vez que tuvo los conos en mano, regresó a la playa, buscando a su familia.
Cuando se acercaba, notó a un hombre desconocido que parecía entablar una conversación animada con TN. Los gestos amigables y las risas resonaban en el aire. Aunque Kenma intentó mantener la calma, no pudo evitar sentir una ligera incomodidad.
Kenma: *internamente* Es solo una conversación casual. No hay nada de qué preocuparse.
Sin embargo, a medida que se acercaba, notó un tono más coqueto en las palabras del hombre. La incomodidad de Kenma creció, y sus cejas se fruncieron levemente. Al llegar junto a ellos, ofreció los helados a su esposa y su hijo.
Kenma: Aquí tienes, TN. ¿Qué sabor querías?
TN: Gracias, Kenma. Chocolate para mí, ¿verdad, cariño?
El desconocido, al notar la presencia de Kenma, cambió su actitud rápidamente, despidiéndose de manera educada y alejándose.
Desconocido: Bueno, fue un placer charlar contigo. Hasta luego.
