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La noche del plan.

—Señor Lee, tengo noticias— informaba Hyunjin detrás de la puerta.

—Yang Jeongin está entrando a un bar exclusivo en el centro de Seúl, va sin guardaespaldas— siguió una vez que lo dejó pasar.

No fue difícil llegar, quedaba sólo a unas cuadras de su edificio. Cambió su traje por uno negro entallado y una camisa sin corbata que dejaba ver parte de su pecho -si quería que el plan funcionara tenía que seducirlo- y llegó al lugar media hora después que Yang.

Encontrarlo fue aún más fácil, era como mirar un reflector. Ya lo había visto en la revista de adolescentes que le mostró Christopher y en los informes que hizo Hwang cuando lo investigó, pero verlo en vivo y en directo era totalmente distinto. Ninguna foto de ninguna revista le hacía justicia a la imagen que veía en esos momentos.

Realmente entendía por qué Yang Jeongin se había ganado el corazón de todo el país. El niño era bonito, más que bonito. Una belleza sutil y agraciada, con rasgos finos pero memorables. Era imposible apartar la vista. Tenía una mirada filosa pero cálida, pómulos prominentes pero delicados, nariz pequeña y boquita en forma de corazón, su cabello rubio se veía suave y lo hacía ver aún más angelical y su figura era elegante, pero totalmente seductora, invitaba a pecar hasta al más creyente.

El bar donde estaban guardaba el derecho de admisión y dejaban ingresar a personas influyentes o del medio, yendo allí era imposible que alguien sacara una nota sobre el Idol "aunque sea no es tan tonto como para no saber dónde meterse" pensó mientras se acercaba.

Mientras más cerca estaba de él, podía notar sus ojos enrojecidos, como si hubiese estado llorando. Se notaba agotado y triste, y aún así seguía brillando como un sol ahí dentro. Lo veía balbucear mientras tomaba lo que supuso era un trago frutal y quiso escuchar lo que decía antes de poner en marcha su plan de seducción.

—Te maldigo Choi San, tres años de mi vida te di ¡TRES! Dios no puedo creer cómo fui tan imbécil, hasta le pagué el veterinario de su perro de mierda— se terminó su trago de una sola vez con una mueca de desagrado en su rostro —¡Otro más de estos!— le gritó al barman —¿Cómo no me di cuenta antes? Yo trabajando como un burro y aún así tomándome tiempo de dónde no tengo para ir a verlo y así me paga maldito hombre hermoso ¡Ay, cómo extrañaré esos músculos! ¿Cuál es el mal que yo he hecho?— y hundió la cara entre sus manos mientras sollozaba.

Talón de Aquiles. Listo.

—Hay otros músculos, cariño ¿Puedo invitarte el próximo trago?

Y así su plan funcionó a la perfección. Yang se había emborrachado mientras le contaba toda la historia con su ahora ex, historia a la que Minho le prestó cero atención, sólo miraba su reloj para ver la hora a la que llegaría Christopher con una cámara escondida.

Después de tener que bailar con el niño algunas canciones, Lee Minho con su mejor cara seductora, le prometió el cielo y las estrellas.

—Eres tan precioso Jeongin, Choi San es un completo imbécil, si estuvieses conmigo yo no te dejaría faltar nada…

—¿De-de verdad lo dices, señor Mingo?

—Es Minho, y sí bebé, yo te trataría como el príncipe que eres— se le revolvía el estómago de lo cursi que estaba siendo, pero la imágen de al fin poder hacer negocios y expandir su empresa lo incitaban a seguir —sólo tienes que decirme que sí, yo nunca te engañaría ni te dejaría solo, no lo mereces mi zorrito.

—Yo… sí, si quiero, además veo que tienes músculos también, eso me gusta mucho señor Mingo— balbuceaba mientras tocaba sus brazos por encima de la camisa.

—¿Firmarías algo para mí, bebé?

Bingo. Yang asintió medio atolondrado y mientras Christopher sacaba fotos y filmaba sin que nadie se diera cuenta, Jeongin firmó su sentencia.


🦊🐰

you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora