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Debería haberle hecho caso a su mamá cuando le dijo que estudiara abogacía como el resto de la familia, tendría que haber escuchado a sus amigos cuando dijeron que ser Idol no iba con él, debió haber escuchado a San cuando le pidió que dejara de intentar con el canto y se concentrara en otras cosas. De esa manera no estaría a punto de entrar a un galpón donde seguramente habría cuerpos en descomposición y cadenas para atarlo. Lee Minho debía estar cabreado con él, y si lo que decían las noticias era cierto y Minho estaba en la mafia, este sería su final.

—Abre— le dijo el mayor luego de lanzarle unas llaves, con dos cajas en sus brazos y tres a sus pies.

Quizás exageró en demasía, porque el galpón le pareció normal. Ciertamente no había cuerpos en descomposición ni cadenas ¡Pero podrían estar escondidos! No iba a bajar la guardia aún. Minho ingresó tras él y prendió algunas luces. El lugar estaba vacío, un poco sucio quizás por el desuso y aún con las luces amarillentas encendidas, seguía sumido en una gran oscuridad.

—Ponte estos anteojos— siguió el mayor y le extendió unos anteojos de seguridad parecidos a los que se usan en la construcción.

No iba a contradecir a Minho, no ahora. Así que hizo lo que le pidió y se quedó aguardando nuevas instrucciones.

—Ven aquí al centro y toma ésto.

Jeongin siguió sus pasos y extendió sus manos para tomar ¿Un plato?

—Arrójalo— siguió el mayor. A este punto Jeongin no hablaba porque todo era tan confuso que le estaba costando conectar dos neuronas. ¿Minho le estaba pidiendo que arroje un plato?

—Pero...

—Pero nada— lo interrumpió poniéndose también sus anteojos —Tíralo. Con fuerza.

Y Jeongin lo hizo. Así como lo había hecho la noche anterior en su departamento. Y de igual manera fue liberador.

—Tira otro.

—Señor Lee... ¿Por qué estamos haciendo esto?

Minho le extendió otro plato y fulminándolo con la mirada repitió —Tira otro. No me gusta repetir lo que digo.

Y Jeongin lo hizo. Con miedo, pero lo hizo.

—¡Hazlo más fuerte!

—Pe-pero señor Lee...

—¡HAZLO! Mira mi cara en cada uno de esos platos y destrúyelos.

Tragó en seco y siguió la instrucción, destruyendo aún con más fuerza el plato de porcelana en sus manos.

—No nos iremos hasta que no tires las cinco cajas de platos y aunque lo hagas, no nos iremos hasta que me digas algo. ¡Dime algo, Jeongin! Grítame lo que quieras gritarme, es tu única oportunidad.

Jeongin tomó otro plato y aunque quiso gritar, su garganta apretada se lo impedía. Sentía sus ojos picar, llenándose de lágrimas. Su pecho dolía y su respiración se estaba volviendo pesada.

—Arruinaste mi vida...— dijo casi en un susurro —¡La arruinaste!— y estrelló el plato con todas sus fuerzas en la pared.

—¡¿Sabes cuánto me costó?!— y arrojó otro.

—¡Tuve que tragarme las palabras de todo el mundo! ¡Día tras día! Diciéndome que no valía la pena, que nunca lo iba a lograr.

Por cada frase tiraba un plato, cada vez más fuerte. Las vendas se habían zafado de sus manos y sus nudillos volvían a sangrar por la fuerza utilizada.

—¿Y sabes qué, imbécil? ¡Lo hice! Y me costó sudor y sangre llegar hasta donde estoy hoy.

Minho lo miraba con incredulidad, sabía que Jeongin estaba enojado pero ¿Tanto? ¿Dónde había quedado el ángel de la nación? Dejó que siguiera despotricando en su monólogo de bronca.

—Me quedé sin amigos ¡Porque ninguno creía en mí! Mis padres se decepcionaron tanto de que no fuese abogado. ¡Mi maldito novio se acostó con otro a pesar de que me hacía lugares en mi agenda a diario para que no se sintiera dejado de lado!

El ruido de la porcelana estrellándose contra la pared y los sollozos del menor llenaban el lugar.

—¡Ahora hablo con mis padres una vez al mes! ¡Siguen creyendo que esta mierda no va a durar! ¡Y tienen toda la maldita razón! ¡Tú me lo arruinaste!

Veía el cuerpo de Jeongin temblar en espasmos mientras abría otra caja y seguía sacando platos.

—¡Nadie me quiere en su maldito programa! ¡Cancelaron el lanzamiento de la única puta canción que me dejaron escribir! ¡Y es todo tu culpa!

El pecho de Lee Minho se encogió ¿De verdad había pasado eso? No entendía la razón, sólo era un Idol con pareja.

—Dices que esto también me beneficia ¡NO LO HACE! La única maldita razón por la que sigo en la empresa es porque tú lo pediste ¡Se desharán de mí una vez que esto termine!

—¿Por qué harían eso?— se atrevió a preguntar. Jeongin se dió vuelta y quemándolo con sus iris rojos y la cara llena de lágrimas caminó los pasos que lo separaban del mayor.

—¡¿Por qué crees?! Un Idol gay con pareja y encima ¡Tú!— pegó en su pecho con su dedo —Es algo que no se ha visto, nadie lo dejará pasar después de esto.

La cara enrojecida de Yang, gritándole en la cara, era algo que no se esperaba ver.

—¡No puedo comer!— siguió —¡No puedo dormir! Esto era lo único que tenía y perdí demasiadas cosas en el camino ¡Ahora no valgo nada! ¡Eres un egoísta! ¡Podrías haber elegido a alguien más! ¿Por qué yo? ¿Qué tan patético me ví a tus ojos para hacerme esto?

Minho vió su cuerpecito delgado girar para buscar más platos.

—¡¿Con qué cara volveré a enfrentarme con mis padres?! Ni siquiera puedo atender sus llamadas, no podría con sus palabras de decepción ¡Y ahora mi ex cree que soy tu puta!

Los sollozos eran cada vez más fuertes y el mayor creía que en cualquier momento Jeongin colapsaría, así que fue acercándose con cautela a su espalda.

—¡Y a tí no te importa porque no eres tú el que sale perdiendo! ¡Rompí todos mis cuadros! Oh dios, mis cuadros...

La realización le llegó como un balde de agua fría. Jeongin miró sus manos, sus huesos sobresaliendo en sus muñecas, sus nudillos destrozados y sangrantes. ¿Qué había hecho? No le bastó con la destrucción de su presente que tuvo que seguir destruyendo todo a su paso y a sí mismo en el proceso. ¿Qué dirían Jaebeom y Youngjae? Ellos amaban sus cuadros ¿Lo mirarían con decepción también? Eran lo único que le quedaba, no podían... no podían dejarlo, no ahora. No ahora cuando sentía que todo bajo él se estaba derrumbando.

Su visión se volvió borrosa y comenzó a rasguñar su pecho en busca de aire. No podía respirar, necesitaba respirar. No podía.

—Shh, tranquilo, respira conmigo.

Estaba en el piso envuelto en los brazos de Minho quien le pedía copiar su respiración. El aroma masculino lo envolvió y lo distrajo lo suficiente para poder escuchar las instrucciones y seguirlas.

—¿Estás mejor ahora? ¿Puedes respirar?

Y volvió a hundirse en el pecho del mayor, llorando como un niño pequeño, aferrado a su camisa mientras los brazos contrarios lo rodeaban.

Siguió así, descargando todo su llanto.

Envuelto en los brazos y el calor de la persona que arruinó su vida.















weno ahora sí mañana sigo



you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora