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El desfile de modas fue precioso, Jeongin era invitado principal y llegó al lugar junto a Minho, pasaron una buena noche juntos. Mucha gente les preguntaba por los rumores o si estaban en pareja, los dos negaron, diciendo que habían preferido quedar como amigos. Y para Minho, lo eran. Jeongin, por su parte, prefería ignorar esa respuesta.

—¿Te parece si vemos una película? —preguntó Minho una vez que llegaron al hotel, estaban agotados pero Minho quería un momento de tranquilidad antes de dormir. Jeongin asintió, con el nerviosismo inundando su ser.

Al día siguiente volverían a Corea, y Minho no tenía idea de todo lo que Jeongin había planeado los últimos días. Era el cambio de su vida, era lo mejor por hacer. Lo mejor para su salud mental. Jeongin lo sabía, por más que doliera.

Se ducharon por separado, con Minho emocionado por charlar y compartir algo con Jeongin y con Jeongin con la cabeza en cualquier lugar. Era la última noche, quería tomar todo lo que pudiera.

No tardó, una vez que estuvieron acostados, en lanzarse a los labios de Minho. Lo besó con necesidad, tomando todo lo que estuviese a su alcance a su paso. Lo besó con fervor, con la esperanza de tatuarse en su piel esa sensación, el calor de sus manos contra su piel fría, los suspiros ahogados en la boca contraria.

—¿Estás ansioso, bonito? —susurró Minho en su boca, con Jeongin sentado a horcajadas en su regazo, con la ropa de dormir de los dos un poco desacomodada por el desespero.

—¿Podemos… por favor? —Jeongin lo necesitaba. Ya fuera para calmar sus pensamientos o para sentirse querido una vez más. No importaba la razón, en ese momento, Jeongin necesitaba de Minho.

Lo necesitaba para callar su cabeza, para aplastar toda su cordura, para revolucionar cada lugar que toque, para darle una última noche.

Lo necesitaba para cerrar ese ciclo y dejar su pasado atrás.

Para Minho fue extraña la forma en que Jeongin lo abordó. No lo habían hecho desde la última vez en casa de los Kim, hace semanas. No es que le molestara, pero no creyó que Jeongin quisiera tener una relación de ese tipo con él, por lo que ni siquiera dió una indicación de querer hacerlo. Que ahora Jeongin se subiera sobre él así, sin aviso, a besarlo como si quisiera tomar todo lo que le diese, era una invitación que no estaba dispuesto a rechazar.

—Claro que podemos —le respondió—, sólo dime lo que quieres. Ya sabes, como la última vez, pídelo y yo te lo daré.

—Fóllame —gimió Jeongin—, fóllame fuerte, con todo lo que tienes. Fóllame como si fuera la última vez.

Quizás Minho tendría que haberse detenido a pensar en sus palabras, a pensar en la razón de ser del pedido de Jeongin. Pero no pudo, no cuando Jeongin seguía frotándose contra él, retirando su camisa y la de Minho. Desesperado, tan ansioso, tan caliente sólo por y para él.

—Todo lo que me pidas, mi bonito bebé.

Y volvieron a besarse, con tanta urgencia como la primera vez. Jeongin era tan sensible, tan receptivo, volviéndose loco con cada toque y cada caricia. Y Minho amaba eso, amaba tenerlo así, tan honesto con sus reacciones. Minho quería fundirse con él, apretarlo tan fuerte contra sí que se volvieran uno.

Minho lo desvistió rápido y casi ni lo preparó, el desespero le ganaba a los dos.

—Por favor Min —jadeó Jeongin—, hazlo ahora, por favor.

Y Minho lo hizo, entró en él como si fuese el oxígeno que necesitaba para seguir viviendo. Con esa urgencia desgarradora que sentía en su pecho. No podía seguir un segundo más sin estar dentro de Jeongin.

Jeongin gritó, fue imposible no hacerlo con lo poco dilatado que estaba y con la rudeza con la que Minho embistió en él. Y era justo lo que necesitaba. Su cabeza pareció silenciarse y en ese momento sólo existía Minho. Minho apretando su cintura, Minho entrando en él con fuerza, Minho jadeando en su boca.

Tomó todo lo que pudo, apretó a Minho contra su cuerpo con toda la fuerza que tenía, tratando así de grabar su piel en su tacto.

Las lágrimas caían de los ojos de Jeongin mojando sus sienes. Mitad placer y mitad angustia. Iba a ser imposible grabar la piel tersa de Minho en su tacto.

Ojalá lo hubiésemos hecho más lento, pensó Jeongin. De esa forma hubiese tenido más tiempo para sentir su aroma, para acariciar ese torso con paciencia, besar ese rostro una y otra vez, para limpiarse las lágrimas y poder ver mejor la expresión de Minho cuando tuvo su orgasmo, gritando y explotando dentro de él. Pero ya no había arrepentimientos. Era lo último que iba a tomar.

Y lo iba a guardar como el mejor recuerdo.

Acostado, medio desnudo con Minho durmiendo a su lado, Jeongin pensó en lo fácil que sería quedarse así. Ignorar todo lo malo y quedarse simplemente así, en esa falsa realidad dónde él y Minho estaban bien y no había un trasfondo de dolor.

Pero no podía ignorar los hechos.

Sólo tenía que mantenerse fuerte y con su máscara de felicidad dos días más.

Su celular sonó, en la mesa de luz a su costado y como pudo, se alejó de Minho con cuidado de no despertarlo, sabiendo que la llamada era importante. Era Youngjae.

—¿Cómo está todo? —preguntó en un susurro, al lado de la ventana donde podía mirar toda la ciudad de París, cuando contestó.

—Tenías razón, San se iba a vengar.

—Bueno, era obvio. ¿Qué hizo?

Desde la última conversación con San, tenía el presentimiento de que iba a intentar cualquier cosa para que Jeongin al final tuviese que seguir sus indicaciones y las de sus padres.

—Hizo un posteo, con fotos y todo, revelando su antigua relación al público.

Jeongin suspiró. Si la gente no lo quería antes, ahora menos. La decisión que había tomado claramente era la mejor.

—Me lo esperaba —respondió.

—Los comentarios no son buenos, Innie…

—Sabes que no me importa eso ahora —lo interrumpió—, ya no tiene sentido. ¿Mi departamento?

—En orden.

—¿Lo demás?

—Viajas pasado mañana, tienes un día para acomodar las cosas. Apenas llegues de tu vuelo te buscaré para llevarte a la empresa.

Jeongin asintió, aunque Youngjae no pudiese verlo. Todo estaba en orden.

—Innie… ¿Estás seguro?

Lo pensó. Realmente nunca iba a estar seguro, o siquiera preparado. Pero si no daba el paso, nada iba a arreglarse en su vida. Se iba a hundir poco a poco, escondiéndose en los brazos de quién sea para no caer. E iba a caer de todos modos.

—Es lo que necesito. Nos vemos mañana, viajo en unas horas. Te quiero, ¿Lo sabes?

Nuevas lágrimas volvieron a deslizarse por sus mejillas, y por los sonidos que escuchó del otro lado de la línea, no era el único que estaba llorando.

—Lo sé, Innie. Yo también lo hago —contestó Youngjae con la voz quebrada—. Sin arrepentimientos, ¿Verdad?

Jeongin sonrió y volteó su cabeza para divisar a Minho, que a unos metros seguía durmiendo. Fue quizás, la sonrisa más agridulce de su vida.

—Hice todo lo que quería. Sin arrepentimientos.

Y se despidió de Youngjae, con la esperanza de que esa presión en su pecho en algún momento se convierta en un mal recuerdo.
























perdón es q se me pegó ese tema fantasmas de humbe y escribí escuchando esa canción la próxima traten d q se me pegue una más feliz

you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora