Lee Minho no se caracterizaba por ser alguien muy paciente, siempre tuvo lo que quiso cuando quiso. Estaba acostumbrado a ser el jefe y a que todos acataran sus órdenes sin chistar. No era de llamar dos veces para repetir una orden ni de perseguir a alguien para que se cumplieran sus deseos.
Lo que estaba pasando en ese momento distaba mucho de la vida cotidiana del empresario.
Había llamado a Yang tres veces ya, le había mandado mensajes. Su pedido fue claro: Restaurante del Centro a las 12:00 hs.
No era propio de él esperar a nadie, entonces no entendía por qué seguía sentado en esa mesa cuando ya habían pasado quince minutos de la hora acordada. Y sobre todo no entendía por qué el chiquillo no contestaba sus llamados.
Furioso se levantó de su silla y se dirigió al departamento del menor, todavía tenía las llaves de repuesto.
Iba decidido a confrontarlo, a amenazarlo con publicar las fotos y videos si se negaba a cooperar, iba a gritarle en la cara que dejara su inmadurez por un segundo e hiciera lo que tenía que hacer.
No esperó encontrarse con ese escenario.
Apenas entró por la puerta lo primero que vió fue un plato roto a sus pies, levantó la mirada y el pasillo de ingreso era aún peor. Lo primero que pensó fue que habían entrado a robar, pero se dió vuelta y la puerta no parecía rota, ni el edificio era inseguro, de hecho tenían una seguridad bastante elevada.
Caminó con cautela, vió aún más platos tirados en la cocina a su derecha y las plantas aromáticas que tanto le habían llamado la atención en su primera visita se encontraban esparcidas por el suelo.
¿Jeongin estará bien? Fue lo primero que pensó, no entendía qué estaba pasando a su alrededor.
Se le encogió el corazón al ingresar a la sala, realmente creía que Jeongin tenía un gran talento para la pintura y un poco le dolió encontrarse con todos sus cuadros rotos.
¿Qué carajo había pasado?
Jeongin yacía en el suelo, al lado de un lienzo que parecía haberse pintado con puños y patadas. Recién ahí se dió cuenta que había pintura por todos lados y al acercarse, a pesar de la oscuridad en la que se encontraba sumido el departamento, logró ver que el menor también estaba manchado con pintura.
Logró ver las botellas de alcohol alrededor de Yang y un poco entendió lo que había pasado. No era la primera vez que veía un ataque de ira, aunque era la primera vez que veía a alguien más tenerlos, siempre habían sido propios.
Bueno. Debía acomodar sus ideas para saber qué hacer a continuación. Primero debía comprobar que el chiquillo seguía respirando y si lo hacía, llevarlo a su habitación, parecía muy incómodo en el piso.
Seguía respirando, gracias a todos los cielos, si lo llegaban a culpar a él de asesino reviviría a Yang para asesinarlo de verdad.
Lo cargó en sus brazos y notó lo delgado que se encontraba, los huesos de la espalda de Yang se clavaban en su brazo y no entendía como un hombre adulto podía pesar tan poco. Al acostarlo se quedó mirándolo un rato, era la primera vez que lo veía así, tan pacífico. Le sorprendió ver sus pómulos aún más marcados, la palidez y las ojeras que adornaban sus ojos. Intentó sacarle el buzo que tenía manchas y al hacerlo pudo ver sus manos. A pesar de la pintura era notorio lo lastimados que estaban sus nudillos y sintió su estómago encogerse.
Él también había llegado a lastimarse en sus ataques, cuando la realidad se volvía negra y sentía que no podía más con su propia existencia.
Y entendía el sentimiento, lo que no entendía era por qué Jeongin.
Venía de buena familia, tenía fama, amigos y la gente lo amaba. ¿Cuáles eran sus razones?
Limpió sus nudillos con tranquilidad mientras el menor dormía, no quería que se infectaran por la pintura. Las desinfectó y vendó sus huesudas manos antes de retirarse de la habitación.
Cuando estuvo por cruzar la puerta de salida no pudo hacerlo.
¿Y si Jeongin vomitaba y se ahogaba? O peor, ¿si moría ahí mismo y el acusado era él?
Volvió sus pasos y se dispuso a acomodar lo que pudo, barrió los platos rotos y limpió las manchas de pintura, sacó los lienzos rotos al balcón porque estaba seguro que al menor no le gustaría lo que vería al despertar.
Salió quince minutos para comprar medicamentos y algo para cocinar una sopa liviana. Recordaba hacerla tantas veces, siempre que se sentía mal. A diferencia de Yang, él nunca tuvo alguien que lo cuidara y le cocinara sopa en sus malos días. Y ahora que lo pensaba, si él no hubiese llegado, el menor también hubiese estado solo.
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you ruined my life [ jeongho ]
RomanceYang Jeongin no volvería a tomar alcohol en su vida. No luego de que en su última borrachera firmara un contrato con un empresario y con eso dejara su carrera como Idol al borde del colapso. ¿Podrá arreglar su imágen y la de Lee Minho en el proceso...